Capítulo 3

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*África:

Estaba en mi casa, tranquila viendo una película en familia. Cuando, llamaron  a la puerta.  Fui tranquila a abrir la puerta y me quedé petrificada cuando la abrí.  Antes de que dijera nada corrí hacia él. Salté encima de él, y entrelaze mis piernas al rededor de su torso.

Lo abracé fuertemente y me acerqué a sus labios. Nos quedamos un segundo mirandonos a los ojos, sin preocuparnos de nuestro al rededor.

Lo besé intensamente, como si nos quisiéramos devorar el uno al otro con ese beso, entelazamos nuestras lenguas. Y entre nuestras respiraciones aceleradas logró sacar unas palabras de su boca, ahora desocupada.

- No podía soportar estar tan lejos de ti por tanto tiempo- dijo Dillon, susurrando a mis labios otro beso.

-Para mi era imposible no decirte lo que sentía y la mejor forma era demostrartelo- le dije, mordiendome el labio inferior suplicando otro beso.

Cuando estábamos apuntó de darnos otro beso, vi que al lado de él estaban sus padres.

Al verlos quería inmolarme. No puede ser que ellos hubieran visto mi reacción pasional descontrolada hacia su hijo... Y además no soy miembro.

Escuché a lo lejos una canción, la de Happy.  No puede ser, era mi despertador y todo eso era un sueño. 

Cogí el despertador y lo apagué enfadada.  Porque, me había despertado de un sueño, del cual  prefería no despertarme nunca.

Lo tenía tan cerca, y ahora esta tan lejos.  Y lo bese, si lo bese, en mi cabeza esa imagen la guardaría para siempre.  Aunque sólo haya sido un sueño, parecía tan real, que incluso pude sentir sus labios en contacto con los míos, rozandose, reclamandose, y ahora añorandose.

Me levanté y me puse un una sudadera unos calentadores y unos zapatos de correr.  Después de ese sueño, no tenía ganas de nada, nisiquier de vestirme.

¿Por qué, tenía que estar él tan lejos?  Bueno, por lo menos le he enviado el paquete.  Seguro que le gusta.

Ese paquete representa tanto para mi, como la esperanza de que yo no sea olvidada por él o como lo mucho que me importa él.

Mi amiga, Ana me llamó preocupada, porque no le contestaba los mensajes.

-Afri, ¿Qué te pasa? ¿por qué no contestas a mis mensajes?- me preguntó, con un tono de preocupación y con una voz cálida.

- Lo siento... No... me encontraba bien- le dije, questionandome si decírselo o no.

-¿Por qué? - me preguntó con aún más preocupación, al notar mi voz un tanto apagado, algo poco habitual.

-Te... acuerdas del misionero, que se llama Dyllon- le dije, y ella asintión- Vale, pues la parte que omití es que estoy enamorada de él, y creo que él nunca volverá;  porqué toda su vida está allí y nada se le ha perdido aquí - mi voz se quebró en mil pedazos y empecé a derramar lágrimas sin parar.

Mi amiga acongojada por mi colgó inmediatamente el teléfono y después de 5 minutos, Ana ya estaba tocando la puerta. Nos sentamos en el sofá y empezamos a hablar.

-Afri, él no es el único chico que hay en el mundo.... tú, encontrarás al ideal ya verás- me dijo abrazandome con ternura.

-Ana.... él.... es muy especial... No es igual que los demás- logre decir entre mi llanto.

-Ya está.... vas a ir hoy conmigo de fiesta, no puedo verte así Afri- me dijo con gran firmeza y ánimo.

-No sé.... le prometí que iba a cambiar- le dije, y ella me miró con desaprobación.

Un misionero retornadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora