Capítulo 1

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Mi esposa desapareció una semana antes de nuestra boda.

Mi esposa. Mi dulce Teresa. Mi reina de cabello ondulado y ojos verdes como el bosque. Su madre la había acompañado a comprar el vestido que usaría para nuestra boda. Estaba tan emocionada que a cada minuto subía historias de todo lo que hacía. Entonces, de la nada, desapareció en la tienda.

La última vez que su madre la vio fue cuando le dijo que iría al vestidor a probarse ese vestido largo que tanto le encantó. Pero se demoró tanto que a su madre se le hizo extraño y, cuando fue a ver, Teresa ya no estaba. Buscó por toda la tienda, marcó a su teléfono. Nada. No logró comunicarse con ella.

La preocupación fue tanta que se comunicó con las autoridades e hicieron una búsqueda bastante minuciosa. Toda la familia estaba abrumada. ¿Dónde podría haber ido? Nadie la vio salir de la tienda, y las cámaras de seguridad no grabaron nada más después de que ella entró en ese vestidor. Fue como si el universo hubiese decidido jugarnos una broma cósmica de muy mal gusto.

Llegó el día de la boda. Mi suegra estaba devastada por la desaparición de su pequeña, su princesa. Nuestra. Todos temían lo peor, menos yo. Preferí mantenerme positivo. Quería creer que Teresa entraría por esa puerta y se lanzaría a mis brazos con esa sonrisa tan hermosa y tan reluciente que podría derretir hasta el corazón de la persona más fría. Para desgracia de todos no fue así. El día terminó sin noticias de Teresa. Pasaron semanas y la policía la dió por muerta. Archivaron el caso y dejaron de buscarla porque no tenían ninguna pista que les pudiera indicar a dónde había ido, o qué pasó con ella. Pasé muchos meses deprimido, ahogándome en el fondo de una botella. Así que pueden imaginar mi alegría cuando Teresa me despertó a mitad de una noche cualquiera, acariciando mi pecho y dándome un beso de buenas noches en la frente.

"No llores más, cariño. Estoy en casa."
Me habló con una voz tan dulce que simplemente caí dormido como un bebé. Cuando desperté a primera hora de la mañana creí que todo se había tratado de un sueño, o de una alucinación causada por mi terrible estado de ebriedad. Pero no. Teresa estaba ahí, a mi lado, acurrucada bajo las sábanas mientras me veía fijamente.

"¿Teresa? ¿De verdad eres tú?"
Fue difícil creerlo. La acaricié, la besé y la abracé durante horas. Sí, de verdad era ella. Pero ¿dónde diablos había estado todo este tiempo? No tenía señales de algún deterioro físico, y su sonrisa era tan brillante como antaño. Era la misma Teresa feliz y radiante que todos recordábamos. Su madre se contentó tan pronto como la vio y de inmediato organizamos una reunión con toda la familia.

Y a pesar de que todos estábamos felices por el regreso de nuestra amada Teresa, su madre y yo nos sentimos bastante confundidos. Hasta asustados. Teresa estaba aquí, comiendo con nosotros, riendo con nosotros, regresando...en la misma fecha que se supone que debió haber sido nuestra boda hace un año.

"¿Quién diablos es esta mujer?"

Fue la primera pregunta que me hizo mi suegra tan pronto como tuvimos la oportunidad de quedarnos a solas en la cocina. Ambos miramos a Teresa al mismo tiempo. Ella nos sonreía y nos saludaba agitando su mano con dulzura. Pero su mirada nos expresaba algo más que contentura, tenía una chispa...como un brillo de venganza. Esto no puede ser posible. Tragué saliva y me llevé todo el trago a la garganta.

Tiene que ser una broma hecha por alguien que descubrió lo que mi suegra y yo le hicimos a Teresa.

TeresaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora