Capítulo 7

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Desperté a la mañana siguiente, sintiendo que la ansiedad pararía los latidos de mi corazón. ¿Dónde estoy? Apreté las sábanas, agitado y con la respiración trancándose en mi pecho. Mis ojos no dejaban de moverse a todas partes con cierta paranoia. ¿He despertado? Al parecer, sí. Quiero pensar que sí. Estoy en mi habitación, pero ¿por qué no siento el alivio que debería sentir? Quizás porque esa misma paranoia está ahí, susurrándome al oído que nada de esto es real. Que sigo atrapado en la misma pesadilla. 

Pasé el resto de la mañana adormecido, con la mente divagando. De vez en cuando echaba un vistazo al chat de Melissa. Su última conexión fue el 2 de agosto. El mismo día que me dejó las reglas. ¿Habrá perdido el celular? O...¿Teresa le habrá hecho algo? No lo sé, pero no puedo llamar a la policía, ni pedirle a nadie que se pase por la casa de Melissa. Investigar por mi propia cuenta tampoco es una opción. No puedo dejar a Teresa aquí. ¿Qué tal si Ángelo viene y aprovecha mi ausencia para llevarlo al abismo? No, no puedo. No puedo permitir que el monstruo que yo ayudé a crear haga más daño del que ya está haciendo. 

Tomé una ducha para despejarme un poco y después me senté frente a la PC. Concentrarme en el trabajo me hizo bien. Al menos hasta la hora del almuerzo. El olor a carne me atrajo. 

"¡Queeeerido!", llamó Teresa desde la cocina, cantando. 

"El almuerzo está listo, veeeen." 

Perfecto, aquí vamos otra vez. Recé y me senté en una silla del comedor. Vi que me estaba sirviendo un delicioso plato de pasta con carne y papas. Me relamí los labios. Recházalo amablemente, Jim, me dije, pero mi celular vibró en mi bolsillo antes de que pudiera decir alguna palabra. Lo saqué y miré la pantalla. ¡Es Melissa! Mi corazón se iluminó por un segundo. 

"No se lo aceptes.

Decía el primer mensaje. ¿Ah? 

"No te lo comas.

"NO ME COMAS.

Algo no se sintió bien dentro de mí cuando leí eso. Fue tan horrible. Pero el audio que me envió a continuación lo empeoró. Tenía miedo de reproducirlo. Dudé, pero lo hice. Más vale no haberlo hecho. Un sonido pegajoso me abrazó el tímpano durante cinco segundos. Es exactamente el mismo sonido que emite la pasta cuando la revuelves. Volteo lento, muy, muy lento, y veo a Teresa revolviendo la maldita comida. 

Traté de decir algo, pero mi mandíbula tembló. No sé qué hacer, no sé cómo reaccionar. Quiero aventar el teléfono contra la ventana y gritar de impotencia, o levantarme y salir corriendo sin mirar atrás. Quiero huir lejos, muy lejos. Pero no puedo hacer nada. Estoy congelado. 

Mi cerebro envió una descarga eléctrica a mis manos cuando Teresa me trajo el plato. Apagué la pantalla con la mayor rapidez posible y me guardé el móvil en el bolsillo. 

"Que lo disfrutes, lo hice con mucho amor para ti." 

La carne que acompaña la pasta luce extraña. Demasiado. Tiene una textura y un aroma diferente a las demás carnes que suelo consumir. 

"Uhm...¿te molesta si solo me como las papas? Es que ando un poco mal de la barriga, y pues, no quiero comer nada tan pesado."

"¡Claro! Aunque puedo prepararte otra cosa. ¿Qué tal un arroz?" 

Sugirió. Por supuesto que no comeré ningún arroz, desgraciada. No te pasarás de lista conmigo. Traté de camuflar mis náuseas, mi ira y mi tristeza, y me negué. 

"No, no te molestes. De verdad que no. Con las papas estoy bien, además tengo mucho trabajo y no puedo perder tanto tiempo aquí sentado. Ando manejando un proyecto importante." 

TeresaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora