La nieve caía suave pero constante, fría, cruel. Lo que antes fue un pequeño pueblo ahora estaba inundado de fuego y ceniza en el aire. Entre los escombros una joven veía a una armadura escarlata surgir del fuego, se detuvo luego de dar unos pasos. La joven comenzó a forcejear con los escombros pero también se detuvo al oír un grito.
-como sigues con vida!—dijo la irreconocible vos de la armadura escarlata—
La joven comenzó a forcejear de nuevo, asustada por lo que esa intimidante armadura podría hacerle. A su derecha se escucharon unos pasos, volteó a ver quien podía ser encontrando a quien menos esperaba, el moribundo y desnutrido hombre caminaba con una mano en su pecho tapando una herida. Como?!.
-si me quieres ver muerto-la vos del hombre resonó en la orquesta del fuego—ven y mátame Zersa...
El desnutrido hombre levantó su mano y como si fuera magia la ceniza del lugar comenzó a formar ríos en el aire, todos ellos morían en la palma de su mano y de apoco se comenzó a formar algo, un mango, luego el resto de la hoja, Eliza logró sacarse de los escombros y comenzó a correr hacia el bosque. Lejos del fuego comenzó a sentir el frío de la mañana, vestida solo con su camisón blanco, Eliza se arrodilló detrás de un árbol mirando al delgado hombre.
La armadura invocó de nuevo su lanza aunque esta ves apoyo el mango en el suelo, era un poco más grande que ella, levantó el arma y dio un fuerte golpe al suelo, logrando agrietar el suelo y dispersar la ceniza y nieve que había en el suelo, incluso logró mover algunos escombros, logrando crear un pequeño campo de batalla para ella y el delgado hombre. De pronto pequeños lazos de luz similares a rayos se marcaron en el yelmo de la armadura, cada ves que uno de esos pequeños lasos se cursaba con otro creaba una pequeña isla, luego de unos segundos se desvaneció el yelmo dejando un bello rostro al descubierto. Su pelo era de un naranja muy suave, Eliza quedó inmóvil al verla como alguien así podía portar una armadura tan temible, en su rostro pudo ver dos cicatrices, una en su pómulo debajo del ojo y otra sobre la nariz, pese a las cicatrices era la persona más linda que había visto.-todavía las conservas...—dijo el delgado hombre, ahora con lo que parecía una espada gris en su mano aunque su pose era la de alguien cansado—
-son lo único que me queda de ti—respondió la mujer, su vos le sonó muy familiar a Eliza—lo único que me dejaste...—agregó mientras tocaba suavemente la cicatriz en su pómulo—
El silencio se apoderó del lugar dejando oír solo el chasquido de la madera quemándose y el viento bailando entre los árboles, era La Paz antes de la tormenta, y así fue. El delgado hombre se movió rápidamente hacia la armadura descargando un fuerte golpe sobre ella, el golpe resonó en el bosque con un extraño tono similar al metal. Eliza casi no pudo seguir el movimiento del hombre, el golpe impactó en el hombro de la mujer, esta aprovechó el momento y tomó el brazo del desnutrido hombre, con un rápido movimiento le partió el brazo y de un solo golpe en el pecho lo lanzó a varios metros. Murió?.
-dime por que haces esto?—la mujer se mantenía en su lugar, inmóvil, como una estatua—por que ahora?
-solo quiero que los traidores como tu mueran—respondió el delgado hombre casi gritando, se levantaba de apoco y parecía absorber una parte de la ceniza, tapando las heridas de su piel, evitando que siguiera sangrando—
-bien... ya tomaste tú decisión—dijo la mujer, comenzó a caminar lentamente hacia el moribundo hombre. Eliza se sorprendió al ver ese bello rostro cubierto por lagrimas y una triste expresión—
Zersa continuó avanzando lentamente, su largo pelo naranja ondeaba libre en el viento, Azra se paró con mucha dificultad, no intentó nada tan solo se quedó parado esperando el ataque, ataque que no tardó mucho en llegar, con un rápido y preciso movimiento de lanza cortó parte del cuello y la cara del delgado hombre, luego como si de un baile se tratara dio una vuelta y lanzó otro golpe, ahora hacia el pecho, atravesándolo.
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El Rey de la Ceniza
FantasyAños han pasado desde el fin de la Gran Guerra y gracias a los diez caballeros que mataron a los últimos dragones, Tairant le pertenece a los humanos. Ahora que la paz es segura buscan expandirse. Lejos en As, una joven hace levantar de su tumba a l...