♡ Día 2: The quiet moments ♡

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Relato dedicado a Rinkataku
¿Saben que Rinka actualizó Homeless, un fanfic preciosísimo del subfandom batarou? Desde hace un montón de tiempo ha sido de mis favoritos y saber que se seguirá actualizando fue una noticia de las más lindas; estoy feliz por eso y por ella, que de por sí la admiro mucho, así que hoy le doy un drabble de esta batawowee. 
¡Vayan a ver! (●'∀`●)

Prompt: The quiet moments.
Multimedia: @aforrestofstuff.
Cantidad de palabras: 575.
Categoría: fluff.

«Lo lindo del silencio.

—¿Por qué te ves tan tonto cuando estás en silencio?

Mediocre y tendido sobre el sofá, Badd le soltó un manotazo en la pierna al albino y suspiró una risa.

—Tú te ves tonto siempre, Garou.

En algún punto de la vida, Badd debió asociar permanentemente la falta de ruido a una inmensa sensación de aburrimiento. No tenía una buena relación con el silencio, ¿cómo iba a tenerla si no le inspiraba nada? ¿Y cómo era posible que Garou estuviera cómodo en esos ambientes? Le daba envidia.

Pasó un minuto sin escuchar la voz de su pareja y se estresó. Se quejó al aire, se estiró el rostro con una mano, y en voz baja sugirió:

—¿Y si nos besamos?

Eso no deshizo el silencio, pero sí compró la mirada confundida de Garou.

—¿Hm?

—D-digo, —sonrió entre un levísimo rubor—, obviamente estoy jodiendo, si no quieres no, pero si quieres... sí...

El invitado procesó una vez más la idea y le dio un repaso breve, como si de verdad estuviera meditándolo. Se besaron bastantes veces antes y esta no era la ocasión más espontánea que habían tenido, pero algo en la situación la volvía única. La cara de hoja en blanco que le hacía Badd, el hecho de estar flojeando, el silencio que hace rato se volvió molesto, o que él mismo se estaba pudriendo en sus pensamientos antes de escucharlo decir eso; fuera lo que fuera, se comenzó a reír, y eso efectuó desesperar más al azabache.

—¡Estoy aburrido, Garou, es normal que quiera hacer algo! No me gusta estar en silencio, si tengo cara de tonto es por eso, ¿¿nos besamos o no??

—No es mala idea —atendió, por fin, y por razón desdibujada se contagió del sonrojo ajeno. Cabeceó ligeramente hacia su propia dirección como una indicación silenciosa para él; «ven, acércate». Al chico le entusiasmó tanto que casi se sorprendió.

Aunque ya no eran primerizos, todavía le hacía emoción saber que Badd lo quería y deseaba. Una preciosa sensación de plenitud se cernía sobre él con cada demostración.

Incorporado más decentemente sobre el sofá, el pelinegro se aproximó a él con ojitos rasgados llenos de iniciativa. No tuvo que poner un pretexto estúpido para besarlo. Su más grande victoria. Se inclinó a él con el calor en subida... y se detuvo cuando sus finos dedos le presionaron la boca.

—Badd —ronroneó atándolo con los brazos—, espero que esto sea algo lindo para recordar cuando estés en silencio... y cuando pongas esa cara de estúpido.

El mencionado se sonrojó aguantando un cosquilleo. No quería someterse a los nervios justo cuando iba ganando. Una parodia ahogada de su voz escapó en un gruñido:

—Ya cállate, Garou.

Aún rojo, le atrapó los labios cuando le quitó la mano de encima, aprovechando para pegarse a él con un último estirón a su camiseta y una mano que se apoderaba de su nuca. Si vas a hacer algo, hazlo bien, parecía querer decirle; ya daba igual hablarle para romper el silencio, era mucho más importante prestarle atención al calor que se sentía entre ellos. Garou se dio cuenta también. Estaba dispuesto a complacer el capricho de aburrimiento que se inventó Badd. Adoraba sentirlo cerca.

El primer beso terminó en retomar el aliento y seguir. El próximo beso imitó el patrón. Casi como una cadena, volvió a suceder con el siguiente...

Por supuesto que sería un recuerdo lindo.

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