A finales del siglo XIX, un joven llamado Jungkook llega a un pueblo costero donde decide quedarse de forma permanente debido a su gran amor por el mar, encontrando en aquel lugar una vida que nunca imaginó tener, al lado de un ser muy especial y qu...
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La primera imagen que perciben mis ojos al despertar es la carita de Jimin recostada sobre la almohada, su mejilla se presiona sobre la superficie logrando que sus labios se abulten y se asemejen a un tierno mohín.
- Qué lindo --- susurró aguantándome una sonrisa, aunque sé que él no puede verme ya que aún duerme.
Me retiro tomando cuidado de no despertarlo y luego voy por mi bicicleta para ir al pueblo, regreso a mi cabaña en menos de media hora con una gran bolsa de papel que contiene las compras que hice.
Jimin está apenas despertando, frotando sus ojos y bostezando sobre la cama.
- Buenos días --- le saludo con una sonrisa amigable mientras dejo la bolsa sobre la mesa.
- Buenos días Jungkook --- me responde muy contento y aquella expresión en su rostro extrañamente me complace.
Este día no fue muy diferente al anterior, atendí a Jimin, cociné y trabajé en mi jardín sin perderme del campo visual de mi lindo amigo.
Un día después volví a despertar con la agradable imagen del rostro de Jimin, este día he aceptado su ayuda para clavar las tablas de mi cerco, aunque a él apenas lo puse a alcanzarme los clavos; sé que su herida se cura rápido, pero no quiero verlo esforzándose de todas formas.
Al cuarto día Jimin ha insistido en que su herida ya no duele y que puede conducir mi bicicleta, lo instruí y él aprendió tan rápido, es un chico hábil.
Al siguiente día no ha dejado de dar vueltas por todo el jardín con la bicicleta.
- Jimin la cena está lista --- lo llamo desde la puerta trasera de mi cabaña.
- Daré una vuelta más --- me responde con su atención enfocada en el camino de tierra frente a él.
Yo solo lo observo desde mi lugar, es un chico tan lindo que rara vez le digo que no a algo que él pida, y ahora lo dejaría dar cien vueltas más si no fuese porque el cielo ya está por oscurecer.
- Solo una vuelta más, Jungkook --- pide luego de haber completado su ruta.
- La cena se enfriará --- finjo regañarlo.
- Si si, ya termino, lo siento --- me grita desde dónde está sin dejar de pedalear.
Lo veo llegar otra vez al punto de partida pero aún no se detiene.
- Eres un niño tramposo --- le grito divertido y camino con decisión para alcanzarlo.
El trata de acelerar entre risas pero yo lo atrapo con facilidad, lo levanto como un saco de papas y me lo llevo doblado sobre mi hombro, él patalea sin dejar de reír y me da golpecitos en la espalda tan suaves que parecen caricias.
