ALGUIEN, EN ALGÚN LUGAR...
Por un segundo, mi corazón se detuvo, y solo atiné a mirarlo con los ojos bien abiertos y la mente en blanco.
De repente, el pensamiento vino a mi cabeza... ¡¿William Lennox se había enamorado de mí?! ¿En serio?
Tragué con dureza, indefensa ante sus palabras, y vi la crispación, el temor y la duda pintar sus ojos en una mezcla mortal, y ser cubierta por nostalgia segundos después.
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PUNTO DE VISTA DE JAN
La vida es tan preciosa. A veces te da las mieles del éxito, y luego te noquea con el recelo de la infelicidad.
Aprendí eso de la peor forma posible cuando, cinco años atrás desde este día, en plena noche, mientras yo disfrutaba de la felicidad junto a mi novia de por entonces, mi mejor amigo, mi hermano hijo de otra madre, me llamaba para decirme que alguien lo seguía y que tenía miedo. Poco después supe que él había muerto.
Era Erik, y nos conocíamos desde que tenía uso de razón. Nuestros padres eran de esos que tenían mucha plata, tal cual yo ahora mismo... Él era mi roca... y ahora me encontraba en el aire.
Hoy era primero del mes, su quinto aniversario de muerte, y era mi deber como su mejor amigo y custodio volver a esta, la gran mansión de los Lennox, para conocer qué se escondía detrás del misterioso sobre que Luke dijo era su testamento, y que solo podía ser revelado en este día.
Por supuesto, no era el único aquí, para nada. Por allí andaba Abby, la afligida viuda que ahora estaba casada con Will, el hermano mayor de Erik. Ellos tenían un hijo, Noah, que había salido a su tío. También se encontraban Bruno, Malcolm, Mark y otros amigos y conocidos, y sus padres.
Nadie vino aquí por casualidad. Todos recibimos una invitación por correo que nos convocaba, tal cual como esas películas donde el viejo millonario muerto se las da de estrella después de estirar la pata.
Honestamente, Erik siempre me pareció muy serio para estos espectáculos y misticismos, pero con el tiempo logré entender sus razones o, mejor dicho, estas me abofetearon a la cara, literalmente.
Hoy vestía un traje de cerrado negro, como todos los días desde el primer año, y no pasó mucho para que los señores Lennox se acercaran a mí.
—Jan, cariño, qué bueno que viniste... Sabía que estarías aquí —saludó la señora Lennox, Katherine, una dama de cabellera rubia finamente bien peinada y un elegante vestido de tarde.
—Hace mucho que no nos visitas, muchacho, ¿en qué andas metido? —me preguntó Michael, el padre, que vestía traje oscuro y corbata.
Él aún conservaba sus mechones pelirrojos a pesar de su edad, y era apenas un poco más bajo que yo.
—Ah... estos seis meses han sido duros. Me la he pasado más tiempo en aviones que en tierra. Estoy agotado —mascullé.
—Nadie dijo que atender un gran negocio sería fácil —soltó Michael.
—Así es... Justo ahora estamos en una buena época, lo que implica un poco de relajación... Sin embargo, compromisos o no, no me perdería este día por nada del mundo.
La señora Lennox me miró y asintió. Ese era el sentimiento general.
Cinco años atrás, nos llevamos un chasco cuando Luke comenzó a leer una carta escrita a puño y letra por Erik, donde decía que sus bienes quedaban congelados y que solo serían entregados en el día de su quinto aniversario.
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La venganza del millonario
RomanceTras recibir una notificación, Trish Edevane se entera que es la heredera universal de la fortuna de un multimillonario y CEO de empresas fallecido años atrás. Por pedido expreso de este hombre, ella es ahora la nueva Directora Ejecutiva del Grupo L...