LA VOZ DE UN DESCONOCIDO
El dolor era insoportable. Mi rostro se quemaba y el ácido se escurría a mi cuello; podía sentir mis labios despegarse y no podía parar de gritar; me revolcaba en la inmundicia de aquel costado en el que me dejaron y apenas conseguí tomar mi teléfono y marcar un número.
Demonios, maldición... Lo sabía ¡Lo sabía, maldita sea! ¡Sabía que esto iba a pasar! Pero... ¿por qué? ¿Qué hice para merecer esto?
El dolor entró tan profundo que me volví incapaz de mantener la consciencia, y mi mundo se hizo negro.
«¿Estoy muriendo?», me pregunté, como si no fuese la tontería más obvia sobre la faz de mi mundo ahora mismo, y me desahogué en la nada.
○ ○ ○ ○ ○
Después de eso la historia se hizo simple: la policía encontró mi cuerpo a la mitad del camino entre la maleza y la basura; mi rostro era irreconocible, y el ácido quemó mi pecho y manos; sin embargo, una prueba de ADN fue suficiente para anunciarle al mundo algo simple: Erik Lennox había muerto, y la pregunta nació en los programas de chismes y las tertulias nocturnas.
«¿Quién se quedaría con el dinero? ¿Quién manejaría la empresa?»
Porque, claro, manejaba una corporación multinacional y grandes sumas de dinero, propiedades y acciones.
Después de un precioso funeral, Luke, mi abogado de confianza, los llevó a mi mansión y se dispuso la apertura del testamento.
Todos estaban ansiosos, en especial mis padres, hermano y viuda, a quien amaba con toda mi alma. De seguro ansiaban saber en manos de quién terminaría todo lo que junté con esfuerzo...
Sin embargo, aunque esté muerto y penando en el purgatorio, ¿creen que les dejaré las cosas fáciles? No señor.
Lo que se hace en este mundo, se paga en este mundo y, aunque yo no pueda verlo o vivirlo... vendrá alguien y les dará una lección a todos los malditos que me hicieron esto.
○ ○ ○ ○ ○
PUNTO DE VISTA DE JAN
Madre mía el sagrado desastre que se armó después.
Abby salió disparada como una bala cuando escuchó a la hermosa rubia hablar. Sus negros cabellos rebotaron, y en sus castaños ojos solo había furia e indignación. Ella se detuvo frente a la desconocida y espetó:
—¡¿Quién demonios eres tú?!
Me adelanté y caminé hasta quedar a su lado. Wil, su esposo, también se movió, y el murmullo general aseguró un buen chismorreo para el resto del mes.
—Soy Trish Edevane, creo que ya lo dije —contestó la rubia como si nada.
Su tono dominante enmudeció a todos con ese simple mensaje.
—¡¿Y quién eres?! ¡¿Por qué Erik te dejaría todo a ti?! ¡Yo era su esposa!
Los ojos de Abby se abrieron de par en par, y el calor se apoderó de sus mejillas.
Trish, en cambio, permaneció calma y en su sitio.
—Era una buena amiga de Erik, solo eso —comentó con una suavidad angelical que me hizo tragar entero.
Sin embargo, Abby enfureció mucho más, y pude ver la indignación pintar su nublado mirar.
—¡¿Eras su amante?! Maldita sea... ¡¿Erik tenía una amante?!
Ella se echó para atrás y el desconcierto la cubrió. El bochorno llenó a los padres de Erik, e incluso Wil pareció sorprendido; no obstante, todos sus amigos, yo incluido, nos mantuvimos serenos.
—No hay forma de que él tuviese una amante —solté con suma firmeza girando hacia Abby—. Él te era devoto a ti y solo a ti, ¿de qué estás hablando, Abby? —espeté con cierta molestia en mi tono.
Y ella se dio cuenta, porque volteó y me vio como si no me creyera.
—¡Por favor! Eras su mejor amigo, ¡por supuesto que dirás que él no tenía una amante! —Se lanzó hacia mí, pero Wil la detuvo por los brazos desde atrás—. ¡Ese maldito tenía una amante! —Se giró hacia Trish—. ¡Tú no puedes ser quien se quede con todo! ¡No puedes! ¡Yo era su esposa!
La madre de Erik se adelantó, y el mayordomo sacó sutilmente al pequeño Noah y lo llevó arriba.
—De hecho, sí puede. Está en todo el derecho de hacerlo.
Luke vino desde el hogar y todos lo miramos. Él sostenía el sobre grande entre manos, del que sacó otro más pequeño.
—Señora Lennox, usted firmó un contrato prematrimonial en el que renunciaba a dividir cualquier propiedad que tuviese con el señor Erik Lennox desde el momento de su compromiso. Ya que no tuvieron hijos, las decisiones del señor Erik son absolutas, incluso después de su muerte.
»Según lo estipulado en las instrucciones del señor Erik, usted y su familia tienen un mes para desalojar la casa, y solo pueden llevarse sus pertenencias.
—¡¿Qué?! —gritó la otra al instante, y los cotorreos alrededor se agudizaron.
Ella se lanzó sobre Luke, pero, de nuevo, Wil la tomó, y esta vez la alejó.
—Cariño, ya cálmate —soltó él con firmeza.
Wil era un tipo fornido, aunque no tan alto, rubio castaño y de orbes claros. Él se había casado con Abby menos de un año después de la muerte de Erik, cuando se enteraron de que ella estaba embarazada y el niño era suyo. Noah llegó poco después.
—¡Suéltame, maldición, suéltame, Wil! —gritó ella a todo pulmón.
Él se la llevó hacia el patio trasero y cerró la puerta.
Yo resoplé y miré a Luke avanzar hacia Trish.
—Señorita Edevane, espero que esta noticia no la tome tan desprevenida; sin embargo, y para hacer todo este asunto oficial y cumplir las órdenes de mi cliente, traje los documentos de traspaso de acciones. El señor Erik los firmó al momento de realizar este testamento, por lo que solo necesitan su firma.
De repente, la puerta del jardín trasero se abrió, y un Wil con expresión sería apareció y llegó hasta Luke en dos largos pasos.
—Luke, espera un momento, ¿cómo es posible que un traspaso de acciones de este tipo sea legal? Yo soy el CEO del Grupo Lennox. Erik murió hace cinco años.
Luke respiró hondo y negó con la cabeza.
—Señor Wil. Su hermano, en pleno uso de sus facultades, decidió entregar el total de su participación, 47% aproximadamente, a la señorita Edevane.
»Este procedimiento es por completo legal. Al convertirse la señorita Edevane en la accionista mayoritaria de la empresa, si así desea cumplir con la última voluntad del señor Erik, se convertirá en la nueva CEO del grupo.
Ah... la cara de Wil se curvó en tal disgusto que casi no puedo aguantarme y suelto una gruesa carcajada allí mismo; sin embargo, tuve que hacerlo y mantener las formalidades. Metí las manos en los bolsillos de mi pantalón y las apreté.
«Erik... de seguro amarías ver esta escena», pensé sin poder evitarlo y solté aire por la boca.
—¡Eso es inaudito! —espetó Wil.
El control se fue de él y dio un paso al frente, dispuesto a agarrar el sobre de las manos de Luke, pero me metí en el medio de inmediato y lo separé.
—¡Oye, oye! —solté alto y miré hacia abajo con tajante seriedad—. Ya escuchaste a Luke, Wil. Esta situación es sorprendente para todos, pero son los bienes de Erik... él puede hacer con ellos lo que quiera, aún después de la muerte.
Traté de ser sereno y claro, pero qué va... el rostro de Wil se fundió más en molestia, y su mirar se oscureció sobre mí como si quisiera matarme.
—Oh... vamos. ¿Me vas a decir que tú no sabías nada sobre esto?
ESTÁS LEYENDO
La venganza del millonario
RomanceTras recibir una notificación, Trish Edevane se entera que es la heredera universal de la fortuna de un multimillonario y CEO de empresas fallecido años atrás. Por pedido expreso de este hombre, ella es ahora la nueva Directora Ejecutiva del Grupo L...