La piel bajo la Luz

3.8K 265 0
                                    

Cuando regrese de mi paseo me encerre en la habitación. No quería, no podía verla de nuevo. Se estaba volviendo algo imposible de resistir. Me estaba volviendo loco, continúe con el trabajo intentando concentrarme de lleno para terminar cuanto antes y salir de ese lugar, lo logré con éxito. Para cuando termine eran las 11 pm. Salí de la habitación muriendo de hambre y me dirigí a la cocina buscando un poco de alimento, caminé distraidamente cuando escuché su voz:

- ¡Dario!

- ¿Que haces despierta a éstas horas? Fue lo único que se me ocurrió preguntar

- A veces me da insomnio, voy a la biblioteca, me siento aquí simplemente o nado; pero bueno, eso ya lo sabias.....

Me quedé mudo y sólo desapareci hacia la cocina. Minutos después mientras inspeccionaba lo disponible ella apareció. Estaba mirando con una sonrisa burlona como me atrangataba con una hogaza de pan y leche. No dije nada, solo miré mi comida y seguí en silencio, por un momento creí que se iría pero no, tomó asiento enfrente de mi y apoyo su barbilla en sus puños sobre la mesa mirando con interés, no hice caso.

- Dario, ¿te hice algo? Preguntó.

- Claro que no, sólo estoy hambriento. - ¿De comida?.

Esa pregunta me tomo por sorpresa y me quedé mudo y sin aliento. Ella rodeo la mesa y se sentó sobre mis piernas, me quedé helado sin saber que hacer cuando sus labios rozaron los míos suavemente. Mi pensamiento se nublo, sólo pude sentir su aliento cálido y la dulzura de sus besos. No pude más, tome con mi mano izquierda su cabello y la acerque más a mi, aprete su cintura contra mi cuerpo y me enloqueció mucho más sentirla pegada a mi. Ardía en deseo, quería poseerla ahí mismo sobre la mesa, besarla, acariarla, la ansiedad me corrompia a punto de explotar.

- ¡No! - Dijo ella. - Aún no querido.

Delicadamente tomó mi rostro entre sus manos y se alejo de mi. Me quedé desconcertado y excitado como loco.

Al amanecer en la cama tomé una decisión: irme de ahí cuanto antes. Si no lo hacía terminaría por cometer una locura y tomarla aunque fuera mi más grande error. Tome un largo baño, después del dolor de anoche por quedarme solo con las intenciones me relaje al instante y me quedé ahí más de la cuenta. Bajé a buscar a Jaime para despedirme pero entonces una voz me detuvo.

- ¡Por dios entonces es verdad que estás aquí!

¡Demonios! Pensé. De todo lo que me podía pasar ella tenia que estar aquí. Meredith era la hermana menor de Jaime. Había cometido el error de besarla cuando apenas tenía 15 años, era su primer beso y ella decidió que yo debería ser el primero en TODAS las primeras veces de su vida. Aún hoy a sus casi 30 años de vida seguía insistiendo. Horrible.

-Hola - Fue lo único que pude decir - lo siento me quedé dormido. Si me disculpas voy a desayunar.

- ¡Pero querido, es muy tarde para desayunar y muy temprano para almorzar! Tú darás un paseo conmigo.

- Meredith yo debería.....

- ¡No hay pero que valga! Me dejaste abandonada muchos años. Debemos ponernos al corriente.

Se colgó de mi brazo y comenzó a parlotear sobre cosas sin importancia riendo como si aún tuviera 15 años. No es que Meredith fuera fea, simplemente era una mujer sin gracia alguna, poco atractiva. Su cabello obscuro siempre estaba recogido y su rostro tenía rasgos finos y angulosos, siempre llevaba sus delegados labios de un tono rosa coral y vestida de forma rigurosamente recatada. Una monja decía constantemente Jaime.

Tomamos asiento para "admirar el jardín" dijo Meredith, suspiro recargando su cabeza en mi hombro y cerró sus ojos. Estuve a punto de salir corriendo cuando algo llamo mi atención. Fátima, con un sencillo vestido de algodón blanco sentada sobre el césped entre las rosas. Simplemente bella. Con su cabello suelto en ondas brillando al sol, sus mejillas sonrosadas y pestañeando coqueta.

- ¿En que piensas Dario? - Dijo Jaime, di un sobresalto y Meredith abrió los ojos asustada.

- En nada Jaime - dije ladeando mi cabeza pidiendo auxilio.

- Bueno yo creo en lo inapropiado que es el hecho de que Meredith te use de almohada - Dijo con una sonrisa y sentándose entre los dos.

- ¡Jaime por dios que fue algo de lo más inocente! Dijo Meredith.

- ¿En serio? Continuo el molestando a su hermana.

Algo llamo mi atención, alce la vista y miré a Fátima moverse lejos del jardín, lentamente me aleje del par de hermanos y fui a mi habitación, necesitaba algo de paz y tranquilidad, cual fue mi sorpresa al encontrarla sobre la cama, dulce, complaciente....... Desnuda.

Una semilla de pasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora