𝗠𝗮𝗹𝗱𝗶𝘁𝗼 𝗯𝗮𝘀𝘁𝗮𝗿𝗱𝗼 𝘀𝘂𝗶𝗰𝗶𝗱𝗮 || 𝐒𝐨𝐮𝐤𝐨𝐤𝐮

❐ Capítulo único ❐

Y de pronto, la oscuridad ante sus ojos comenzó a volverse cada vez más grande. El agua tibia de la bañera comenzaba a relajarle, pronto todo a su alrededor se tiñó completamente de rojo.

El haberle robado analgésicos a Mori cuando el nombrado no le prestaba atención fue la mejor idea que Dazai pudo tener en sus cortos pero caóticos años de vida, incluso los elaborados planes que ingeniaba para las misiones que se le asignaban se quedaban pequeños al lado de este.

Pronto su distante e inalcanzable sueño comenzaba a volverse más cercano ¿Sería capaz de morir esa noche? Las heridas abiertas en sus brazos comenzaban a punzarle, tal vez estaban igual de emocionadas que él por su pronta muerte.

Ese día había sido realmente agotador, Chuuya se había comportado más irritante que de costumbre y le había intentado apuñalar con un tenedor. Era una muerte demasiado dolorosa por lo que no tuvo más remedio que esquivar la improvisada arma que había adquirido el pelinaranja.

Pensar en el ojiazul le sacó una pequeña sonrisa irónica. Si de algo se arrepentía era de no haber escrito en su testamento sobre que cuando muriera, Chuuya debía honrarlo quemando todos sus feos y extraños sombreros... Seguramente Chuuya le reviviría solo para volver a matarlo.

Dos muertes sonaban casi como un privilegio en la mente del castaño, aunque claramente solo si estas eran indoloras y rápidas.

Su visión comenzó a volverse cada vez más borrosa. Dazai no quería que sus últimos pensamientos fueran sobre su autodenominado perro así que se enfocó en otros aspectos igualmente miserables de su vida.

Extrañaría ir al bar con Odasaku y Ango. Seguramente de verlo en ese momento Odasaku le diría algo como "No deberías morir en un lugar como este" O algo por el estilo.

Aunque realmente a él no le importaba dónde caer muerto, mientras muriera, ese era su objetivo al fin y al cabo.

Se preguntó si a alguien le importaría su muerte o si sus últimos pensamientos eran extrañamente dramáticos.

Creyó escuchar la puerta del baño abrirse, pero ya era demasiado tarde, sus ojos se habían cerrado. Pero no sin antes admirar por lo que parecía la última vez al pelirrojo frente a él, no llevaba su sombrero y su expresión de dolor parecía tan lejana e irreal que Dazai pudo jurar que ya se encontraba muerto.