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Aᴅᴠᴇʀᴛᴇɴᴄɪᴀ: Au Omegaverse.

El Chifuyu de tan solo cinco años era muy inocente, como lo sería cualquier niño a su edad.

No tenía idea de toda la maldad que había en el mundo más allá de su casa y el jardín de infantes. Nunca pensaría la posibilidad de que sucediera algo como esto y terminara en esa situación tan amarga para su corazón.

Él solo quería usar una falda que le pareció linda a penas la vio en aquella vidriera, no tenía nada de malo y su madre no era quien para reprimir sus gustos, así que la compró feliz al ver la encantadora sonrisa de su hijo pintada en su rostro al recibirla.

Aunque debía admitirlo, estaba preocupada. No por que le gustara esa prenda de ropa en particular, sino por la actitud de la gente.

Ella es una omega, así que sabía perfectamente como era vivir una vida siendo rebajada todo el tiempo por el simple hecho de no tener escrito "alfa" en un tonto papel.

Nunca fue apoyada, ni siquiera por sus propios padres, así que tuvo que arreglárselas ella sola y luchar todo este tiempo para poder recibir respeto, algo que debía ser igual para todos apenas nacieran.

El camino fue difícil y sinuoso tal como se lo esperaba, pero como dicen, siempre encuentras la luz al final del túnel.

Ese rayo de esperanza era su esposo. Por primera vez se sintió amada por alguien, valorada, fue el mejor acompañante que pudo haber tenido.

Pero a veces el mundo te llena de sorpresas no tan agradables y da un giro de ciento ochenta grados, cambiando todo de su lugar.

Aún llora al recordar la muerte de su marido al intentar salvar una niña de un accidente terrible. Le hubiese gustado poder disfrutar de su familia unida, ver crecer a su hijo juntos hasta envejecer y tener la piel arrugada como pasas.

Había ocurrido el año anterior, por lo que todavía le costaba digerir la realidad, pero sabía que no era la única herida. Su hijo estaba aún peor al perder a su padre a tan temprana edad.

No podía dejarse vencer por la tristeza, tenía que educarlo y darle mucho amor, así como ambos lo deseaban.

No quería que sufriera más, mucho menos por no estar dentro de los estereotipos que supuestamente te definen como hombre o que pasara por una situación similar a la suya.

Le parecería tan estúpido ese pensamiento estructurado y antiguo. ¿Desde cuándo la ropa definía quién eres?

Si su vida no era difícil por ser omega, lo iba a ser por no encajar en la sociedad.

Aún no estaba definido el segundo género de su hijo, pero se encargaría de protegerlo, sobretodo enseñarle a defenderse por su cuenta para no dejarse pisotear por nadie.

Aunque tal vez se hacía mucho la cabeza ahora mismo y debería relajarse. Era un jardín de infantes lleno de mentes inocentes, ¿qué podría pasar?

— ¡Está aquí! — alertó a su grupo.

— ¿Qué rayos trae puesto? ¿Es una falda?

— ¿Juegas a las princesas como las niñas? — preguntó con tono burlón.

El rubio tomó con fuerza el borde de la prenda que causaba tanto revuelo. Retrocedió unos pasos al sentirse abrumado de que sus compañeros lo rodearan, siendo aprisionado por la pared detrás suya.

— Los chicos también pueden usar falda — murmuró tímidamente.

— Mi papá opina lo contrario y él siempre tiene la razón, así que estás equivocado — el peli naranja se cruzó de brazos, muy seguro de lo que decía.

Sᴘᴇᴄɪᴀʟ Mᴏᴍᴇɴᴛs | BᴀᴊɪғᴜʏᴜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora