"Hola mi amor, ¿Cómo estás?, ¿Estás viendo porno solo, en serio?" Es un mensaje que muchos conocimos a través de un comercial de la plataforma CAMSTER en la popular página XVIDEOS; muchos de nosotros teníamos la mano en nuestros genitales la primera vez que lo escuchamos, y algunos otros tuvieron que oírlo una cantidad innumerable de veces al complacerse, como un recordatorio de que, efectivamente, estaban viendo porno solos, independientemente de lo que ello significaba. Selena Adams no estuvo presente con nosotros en ninguna de las ocasiones en las que nos señaló lo que estábamos haciendo, lo cual resulta digno de ser analizado, puesto que en su mensaje, dicho con un tono de voz que podría interpretarse entre la lástima y la burla, nos invitaba a navegar por una plataforma en la que, si bien también estaríamos viendo porno solos, lo haríamos con una actriz que estuviera en vivo tras la pantalla, dispuesta a cumplir nuestros caprichos y fantasías por la cantidad de dinero adecuada, pues para ello habría que competir con el resto de internautas que estuvieran conectados en la sesión; dicha actriz también podría incluso pasar a una sesión privada con nosotros si estábamos dispuestos a pagar mejor que nadie: ¿qué más se puede pedir? ¿Hay algo mejor que esto?
Volviendo al tema inicial, debemos señalar que, salvo en casos puntuales, se puede afirmar que la respuesta es afirmativa: vemos porno solos, nos excitamos solos, nos masturbamos solos y terminamos el acto en soledad, incluso tan solos como nos sea posible. Conforme, en palabras de Zygmunt Bauman: "el Lebenswelt de los jóvenes se trasplanta, de manera gradual pero constante, desde el mundo desconectado hasta el mundo conectado." (Bauman, 2014, p. 49), las no tan nuevas tecnologías de la información intervienen en todos los diversos ámbitos de la vida, esto sucede cada vez más en el conjunto de las poblaciones con independencia de la generación a la que pertenezcan, y representa, a pesar de lo mucho que se ha normalizado la irrupción del mundo digital en nuestra cotidianidad, un evento sin precedentes que afecta hasta lo más hondo de la condición humana misma; hoy en día una gran parte de la población no saldría de su casa sin un portal en el bolsillo, uno que llamamos smartphone, o simplemente celular, y es una puerta siempre abierta a un entorno nunca antes visto que se ha vuelto casi omnipresente en nuestras vidas, un mundo nuevo que visitamos constantemente a lo largo del día y por las más distintas razones. En lo anterior radica la importancia capital de no tomar a la ligera la sentencia de Byung-Chul Han según la cuál: "El orden terreno está siendo hoy sustituido por el orden digital. Este desnaturaliza las cosas del mundo informatizándolas", fenómeno que corresponde al proceso de "Transición de la era de las cosas a la era de las no-cosas" (Han, 2021, p. 13); esto viene a significar que la experiencia del mundo humano deja de estar constituida, al menos exclusivamente, por cosas, objetos físicos, estables y duraderos que nos son familiares: útiles en el sentido heideggeriano con los que los seres humanos interactúan, útiles que son manipulados mediante la actividad para satisfacer necesidades, y pasa a conformarse de información, o mejor dicho, informaciones: objetos virtuales sin existencia física, efímeros y fugaces, que se suceden de forma instantánea y en ocasiones simultánea en un torrente interminable de estímulos sin concreción alguna o finalidad más allá de mantener el mayor tiempo posible la atención de los individuos en la pantalla. Esto no significa que estemos siendo absorbidos por una suerte de matrix, viviendo una realidad simulada que existe solamente en unos y ceros, ese no es el caso, al menos por ahora; significa que se ha dado, y se sigue dando, un cambio en nuestra realidad misma, la realidad que día a día vivimos, pues hoy nuestra existencia se ve dividida entre dos mundos superpuestos en los que entramos y salimos, transitando de uno hacia otro, o incluso habitamos al mismo tiempo. Para Martin Heidegger el ser humano es Dasein, lo que puede traducirse como ser-ahí o estar-ahí, lo que significa que somos existentes; el “ahí” del ser que es “ahí” es el mundo, y el mundo que cada Dasein habita, su mundo, es su mundo circundante, su entorno próximo, conformado por cosas que se entienden como útiles (como el martillo, la mesa o el lápiz) y se definen por la utilidad que podemos darles en nuestra vida cotidiana (Heidegger, 2021). De acuerdo con Han: "El análisis heideggeriano del Dasein en Ser y Tiempo requiere una revisión que tenga en cuenta la informatización del mundo. El ser en el mundo de Heidegger consiste en manejar cosas que están (...) para usarlas con las manos. (...) El Dasein accede al mundo circundante por medio de las manos. Su mundo es una esfera de cosas. Pero hoy se habla de una infoesfera." (Han 2021, p. 15), la infoesfera es hoy nuestro segundo mundo, el mundo digital al que accedemos a través de los dedos y que está poblado por no-cosas, unidades de información que no se asemejan al útil heideggeriano que empleamos con nuestras manos para vivir; la no-cosa no es tangible, aunque sí controlable a través de nuestros dedos, y su duración resulta fugaz, es sólo luz momentánea, un destello que ilumina nuestra mirada por pocos instantes, dependiendo del carácter específico de la no-cosa con la que interactuemos; nosotros no pretendemos realizar un análisis minucioso de todas las diferentes no-cosas, ni siquiera en aspectos generales, pues esto desborda nuestro propósito. Más bien nos vamos a centrar en las no-cosas particulares que conforman nuestra experiencia de la infoesfera al momento de ver porno para masturbarnos, pero después llegaremos ahí; antes de eso, para poder dimensionar las implicaciones que tiene la fragmentación del mundo circundante cotidiano en general, y especialmente en cuanto al porno en particular, para la condición humana, debemos comenzar por señalar determinados aspectos de nuestra naturaleza que hoy se ven enfrentados a éste nuevo ambiente que acapara cada vez más nuestra atención y consume una fracción cada vez mayor de nuestro tiempo.
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Porno, Sexo, Amor y Muerte
Non-FictionEl sexo es Arte, el porno es muerte, ¿Qué nos hace humanos, qué nos distingue?, ¿Por qué queremos intercambiar nudes en el sex chat si a un click de distancia hay millones de imágenes pornográficas?, ¿Por qué Only Fans ganó más dinero que Pornhub de...