|CAPÍTULO 02|

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Perdidos

9 Años

Emma estaba sentada conmigo en la clase de literatura, enfrenté estaban Fátima y Ross, y en el primer puesto al lado de la mesa de la maestra se encontraba Joseph.

Había pasado un año desde que él llegó y las cosas se complicaron bastante en mi vida. Resultó que Joseph era un estudiante ejemplar y se llevaba de las mil maravillas con Lily haciendo los deberes y realizando los proyectos. Con Holly las cosas eran casi iguales, lo del empujón cuando se conocieron quedó en el olvido y Joseph se comportaba como el hermano mayor de mi hermana. Pero conmigo ni siquiera se atrevía a mirarme directamente a los ojos, la última vez que lo hizo fue cuando se disculpó con Holly, desde ese día en adelante me evitaba, me dirigía la palabra sólo cuando era necesario y trataba en lo posible de no estar en la misma habitación que yo.

¿Acaso olía mal? ¿Era fea? ¿O no le agradaba?

Era como vivir con un fantasma, sabía que esta ahí pero no lo podía ver. Era un niño despreciable. Nada comparado con su madre, la mejor niñera que haya tenido, salvo por el pequeño detalle de que aún no me dejaba comer galletas después de las ocho.

Sin embargo, desde la misteriosa aparición de esas galletas frente a mi puerta, cada vez que hacía una pataleta, a la medianoche unas galletas sobre una servilleta tocaban mi puerta. Comencé a creer seriamente que el hada de las galletas con chispas de chocolate existía.

La maestra leía un aburrido poema. Puse cara de concentrada, pero en realidad estaba pensando en cómo convencer a mi mamá para que me dejara ir a la casa de Fátima esta tarde con Sparks. Seguramente me diría " lleva a Joseph". Antes me molestaba que me obligaran a ir a todos lados con Holly, pero misteriosamente se le metió en la cabeza  que el niño de rizos podía ser mi amigo. Error él jamás lo sería.

No me gustaba la idea de que él fuera a la misma escuela que yo, por alguna razón que estaba fuera de mis conocimientos mis padres le pagaban la educación a Lizzy y Joseph. Para navidad les daban regalos, los dejaban comer en la misma mesa que a nosotros y eran libres de reglas y listas de alergias y cosas que debían hacer.

-_____, podrías decirle a la clase de que se trata el poema- salte de mi asiento y me aparté un mechón rubio de cabello que caía sobre mi frente. Cuarenta pares de ojos se giraron a mirarme, recordé que la abuela siempre me decía que si no sabía algo sonriera y me echara el cabello hacía atrás con delicadeza.

Lo hice como me había enseñado, pero no pareció surgir efecto. La sonrisa era más parecida a una mueca sarcástica y cuando me iba a echar el cabello hacía atrás se me enredaron los dedos entre éstos. 

Escuche algunas risas, la más fuerte era la de Danny Dale, que estaba sentada junto a Joseph. Ella le susurro algo al oído y se rio más fuerte, pero a Joseph no pareció hacerle gracia.

-Te estamos esperando, _____- me dijo la maestra, caminando hacía mi puesto con la mirada que ponían las personas con un enfermo mental. Eso me molestó.

Me gire hacía el lado y Emma se encogió de hombros, ella tampoco había prestado atención. Ross y Fátima tampoco sabían. Negaban con la cabeza para que no les preguntara nada.

Sentí ganas de llorar, la maestra me estaba avergonzando.

-¡______ descerebrada!- grito Danny desde el primer puesto. Toda la clase estallo en carcajadas, excepto mis amigas y Joseph, que seguían tan serios como en un funeral.

MARRY ME/JOSEPH QUINNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora