Disfraces a Juego

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Si bien octubre no era, ni por asomo, su mes favorito del año, debía admitir que le reconfortaba tener a Draco para hacérselo más llevadero.

El mago de cabello claro solía sacarse cada truco de debajo de la manga con tal mantenerlo entretenido, lo cual apreciaba en sobre manera.

  Sí, definitivamente su matrimonio con Draco Malfoy solo pudo traerle cosas buenas y mucha diversión.

Como justo en ese momento. Harry sonrió al espejo en lo que, a sus oídos llegaron, los gritos de su esposo desde el vestidor de su habitación compartida.

-No puedo creer que te hayas atrevido a tanto -Le reclamó, parándose en el marco de la puerta con el ceño fruncido y la espalda tensa.

Iba solo en esa ropa interior ajustada que torneaba sus muslos; el cabello, mojado por la reciente ducha, cayéndole celestialmente por la frente y bañando la parte superior de sus hombros. Una mano en la cadera y la otra escondiendo algo por detrás de la pared.

  Harry se lamió los labios inconscientemente al seguir el camino de vello semi blanquecino que se perdía por debajo de la prenda que cubría sus partes nobles.

-¿Algún problema, mi amor?.

-Sí -Y expuso la mano hasta entonces oculta, donde traía un traje de superhéroe azul, blanco y rojo envuelto en una bolsa de plástico- Cuando dijiste que deseabas disfraces de pareja, no creí que comprarías esto.

Y es que, ellos, aún con su historial de llegar tarde a todas la reuniones de padres y maestros, habían sido escogidos para la comisión de papás que supervisarían la fiesta de Halloween en la escuela de Lucian.

Los disfraces eran obligatorios y cuando Draco se manifestó muy ocupado para salir a comprarlos, Harry vió la oportunidad perfecta para vengarse por el disfraz que su hijo había usado dos días atrás.

  La venganza era un plato que se servía frío. Más si se trataba del amor de su vida.

-¿No te gusta? Iremos a juego.

-¡¿Y por qué yo tengo que ser este?! ¡Sabes que lo detesto!.

-Eres rubio y tienes un culo increíble. Estás hecho para ese disfraz.

Draco lo fulminó con la mirada, formando un puchero infantil mientras arrojaba el disfraz al suelo y se dejaba caer boca bajo en la cama.

  A Harry el dió tiempo de hechizar sus gafas para cambiar su habitual forma redonda por una más cuadrada, antes de que el caprichoso hombre agregara algo más.

-No iré.

-Y después te preguntas porque tu hijo es tan berrinchudo -Bufó, sentándose a su lado en el colchón, le removió los mechones que obstruían su rostro y dejó un sonoro beso en su mejilla- Vas a ir.

-No.

-Sí.

Draco elevó la parte superior de su cuerpo, quedando cara a cara con él y sosteniendo su mirada. Harry no cedería y él lo sabía bien. No llevaban siete años casados en vano.

-Ni siquiera son disfraces a juego.

-Ay, por favor. Esos dos pelean más que un viejo matrimonio. Incluso hay un cómic en el que se casan.

Entonces, como no podía rebatir ese punto, Draco decidió irse por el segundo mejor argumento.

-¿Por qué yo no puedo ser Tony Stark? Somos tal para cual, él es un genio millonario igual a mí. Mientras el Capitan solo es un imbécil con complejo de héroe igual a...

-¿De verdad quieres terminar la frase? -Lo retó alzando una ceja.

Draco cerró la boca. Frunciendo el ceño y cruzando los brazos sobre su pecho desnudo. Harry guardaría el recuerdo en un pensadero para reírse en ocasiones futuras.

-Ni muerto me pondré esa cosa.

Harry se lo tomó como un desafío. Y nunca es bueno desafiar a Harry Potter.

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Cuarenta minutos después, un furioso Malfoy dejaba que su Gryffindor favorito subiera la cremallera del ajustado traje azul y sujetara, quizás con excesiva fuerza, las bandas del escudo a su antebrazo.

-Hay días en los que solo puedo odiarte.

-De eso se trata el matrimonio, Dragón. Sabías para lo que te inscribías.

Harry se rió, propinándole una nalgada que le hizo sobresaltarse y asesinarlo visualmente a través de su reflejo. El pelinegro besó su cuello, con cuidado de no despegarse la barba de candado falsa que llevaba.

-Espero que esa cosa te de sarpullido.

-Que rencoroso eres.

-No has visto nada.

A pesar de su tono molesto, no apartó a su esposo ni un ápice. Todo lo contrario, lo acercó más, tomándolo por la cintura y atrincherando su cuerpo contra el espejo.

-¿Sabes lo mucho que me pone el Capitán America?.

-No, pero me puedo hacer una idea. A excepción de mí, siempre has tenido debilidad por los descerebrados.

-Sí, bueno. Si te portas bien y le sonríes a los niños en la fiesta, quizás deje que te aproveches de esa debilidad esta noche -Guiñó un ojo muy al estilo Stark y abrió la marcha hacia la Escuela Primaria Para Niños Mágicos.

This is Halloween Donde viven las historias. Descúbrelo ahora