Noche en el Cementerio

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A pesar de sus atrevidas promesas de esa mañana, ambos sabían que en realidad no sucedería.

Pues, esa misma tarde, ya libres de sus responsabilidades del día y pagándole una, cada vez más elevada tarifa al no tan pequeño Teddy Lupin para que cuidara de sus criaturas por un par de horas, él y Draco harían su camino hasta el remodelado cementerio de Godric's Hollow, donde los restos de sus padres descansaban uno junto al otro.

No acostumbraba visitarlos en su mes de defunción, principalmente por estar tan atiborrado de sentimientos encontrados. Pero ese año, principalmente por insistencia de Draco, decidió que sería lindo al menos llevarles algunas flores.

¿Qué pensarían sus padres sobre él? Tal vez que era un terrible hijo por no visitar sus tumbas tan seguidamente. ¿Aprobarían su matrimonio? ¿La carrera de medimago de Harry? ¿Qué clase de persona habrían querido que fuera?.

-Basta.

Se sobresaltó por la suave voz en su oído. Se sorprendió al notar que ya estaban en la entrada al cementerio, no había notado cuando cruzaron el par de casas que lo separaba de su hogar.

-No estoy haciendo nada.

-Estás sobrepensando -Draco suspiró y lo sostuvo suavemente por los codos, acercando sus rostros hasta que estuvieron a centímetro él uno del otro- No tienes que hacer esto hoy solo porque yo pienso que es buena idea. Podemos irnos si así lo quieres y volver el próximo mes ¿Lo sabes, no?.

La piel se le erizó por el acogedor calor que recorrió su cuerpo. Una sonrisa de extendió lentamente en su cara.

-Estoy bien.

-No serías tú si no dijeras eso.

-Lo digo en serio, esto... Esta fue una gran idea y te agradezco por haberme obligado a venir -Dijo con solo un poco de sarcasmo en la última oración.

Entrelazaron sus manos y caminaron juntos por el sendero de tumbas que los guió hasta las lápidas en cuestión.

Harry sintió que sus ojos se humedecían al leer los nombres de sus padres en ellas.

Siempre era lo mismo. Por eso iba tan poco. Aún no era capaz de superar el hecho de que esas personas que habían dado sus vidas por él, no vivieran para ver en quien se convirtió. Al hombre que estaba tan orgulloso de ser.

Draco no se acercó, ni intentó consolarlo de ninguna forma. Dándole su espacio para llorar y sufrir por una familia que se le fue arrebatada.

La suave brisa de otoño secó sus mejillas al paso de un rato, casi podía jurar que escuchó un suave arrullo en el viento.

Levantándose del lugar en donde sin planear cayó de rodillas, acomodó el ramo de flores nuevo en medio de las dos tumbas.

-No estoy listo para ir a casa -Declaró cuando Draco empezó a alejarse de vuelta- No quiero que los chicos me vean así.

-¿Qué tienes en mente entonces?.

  La noche ya había llegado y con ella el bullicio de los magos y brujas que se paseaban haciendo dulce o truco en la última noche de Halloween.

  Harry pensó muy bien antes de contestar.

-¿Se te antoja un paseo? .

-¿En el cementerio? ¿De noche, en el último día de Halloween? -Draco sonrió de forma pícara- No se me ocurre mejor plan.

Y así fue como, tras mandar un patronus con un mensaje a Teddy de que sacara a Lucian a pedir dulces. Despreocupados y sin apuros recorrieron el, no por mucho tiempo, solitario sitio.

Se sentaron a contemplar la luna llena en las primeras bancas que encontraron, en medio del camposanto repleto de lápidas que, en la oscuridad de la entrada noche, no hacían más que verse macabras. No ayudó la neblina extendiéndose entre sus pies.

Un cómodo silencio instalado entre ellos. Harry recostó su cabeza en el hombro de Draco y este lo rodeó con un brazo. Respiró profundo, deleitándose con el adictivo aroma del perfume caro que el hombre usaba.

-¿Harry?.

-¿Sí?.

-Te disculpo por lo del Capitán America.

Harry, sin poder evitarlo, estalló en ruidosas carcajadas que pudieron despertado a los muertos de habérselo propuesto.

Se giró en el asiento, quedando de frente al rubio. La luz de la luna se reflejaba en sus ojos plateados y cabello, dándole un aspecto etéreo y sublime.

-No recuerdo haber pedido perdón por eso.

-No lo hiciste, pero igual te disculpo. No soy una perra rencorosa como otras personas -Recriminó, poniendo los ojos en blanco y emitiendo un falso sonido de indignación tras recibir un golpe en su brazo.

-Oh, te vas a arrepentir por eso -Harry coló sus manos por debajo de la chaqueta de Draco, atacando sus sensibles costillas con cosquillas intermitentes.

  Draco se retorció, intentando librarse de la tortura de los dedos de su esposo. Una cosa llevó a la otra y en menos de lo que les pudo tomar procesarlo, se estaban besando.

  Un beso lento y pausado que escaló rápido a algo más salvaje conforme sus cerebros se iban nublando, dejando paso libre al instinto y desesperación.

Manos volaron por aquí y por allá, pasando por los bordes de sus pechos y jalando mechones de cabello.

  El sonido de un montón de campanas de bicicleta los hizo separarse, siendo testigos de cómo un grupo de niños disfrazados entraban a vandalizar el cementerio.

-Mira a esos mocosos -Señaló Draco. Dos de sus dedos tenían atrapado uno de los pezones de Harry por debajo de su camisa. La interrupción no hizo que lo soltara, sacándole un gemido agudo al pellizcarlo más fuerte- Yo a su edad no hubiera ni pensado en hacer algo como eso, mi padre me habría asesinado antes. Estos niños de ahora no tienen respeto por nada.

-Literalmente nos estábamos manoseando en esta banca hace dos minutos. Mucha moral para juzgar no tenemos.

-Me da absolutamente igual -Declaró- Y ya que estamos hablando de eso ¿Quieres seguir en casa?. Teddy seguramente estará feliz de quitarme un par de galeones más.

  Harry sacó su varita y con una brillante sonrisa un tanto perversa los desapareció directamente a su habitación.

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