Capitulo 01. |Mascota|

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<Narra _______>


Me desperté con un terrible dolor de cabeza y me di cuenta de dos cosas; estaba oscuro y no estaba sola ¿Nos estábamos moviendo? Mi visión era borrosa, mis ojos se movieron de un lado a otro, casi por instinto, para conseguir una apariencia de equilibrio. Estaba en una camioneta llena de un olor seco y al mismo tiempo húmedo, mi cuerpo se sentía adolorido, no pude levantar ni un solo musculo del suelo aterciopelado. 

Mis manos habían sido atadas detrás de la espalda, mis piernas estaban sueltas pero se sentían decididamente pesadas, los calambres dentro de ellas me ardían como si fuera la primera vez que los experimentaba.


Una vez más, intenté enfocar mis ojos en la oscuridad. Ambas ventanas estaban negras, a pesar de ello, mi cerebro pudo distinguir voces, no lo bastantes claras como para recordarlas, pero si estaba segura de que se trataba de hombres. Hablaban pero las palabras aún se oían confusas, su solo hablar me impedía poder recordar su significado. 


Después de un rato, en el que mi cabeza se mantuvo recostada y sin poder moverme, pude sentir mis dientes, la sensación de la saliva recorriendo mi boca, mi primer instinto fue gritar. Eso es lo que haces cuando descubres que tu peor pesadilla está ocurriendo. 

Me detuve al pensar que pasaría si supieran que desperté.


No soy estúpida. Había visto suficientes películas y vivía en un barrio lo suficiente jodido como para saber que llamar la atención era lo peor que podía hacer, pasarían cosas de las que trato de huir, aunque sé que llegaran en algún momento. Toda mi vida intente ser invisible, no llamar la atención de hombres pervertidos que me verían con esos ojos penetrantemente amarillos llenos de excitación. 

El cuidado que tuve, no sirvió para nada, después de que mi padre se convirtiera en el millonario empresario, ese que jode a las familias sin importarle por lo que estén pasando. Nada sirvió, me volví el blanco perfecto para que me llevaran, consiguieran el suficiente dinero y al final me aventaran a un lote baldío.


Me di cuenta de que había cuatro de ellos. Cuatro de los animales que me atacarían si cometiera el error de siquiera respirar.


– Por favor, que no me suceda nada malo. – susurre mientras que comprimía mi rostro contra el suelo. – No le hago mal a nadie.


Trate de mover mi cuerpo, pero dos manos enormes y frías se postraron en mi cintura, solo sentí el jalón rápido de nuevo hacia el piso. Mis piernas reaccionaron sin razón moviéndose por todos lados, los gritos no se hicieron esperar, realmente no comprendía lo que decía, lo único que necesitaba era que me ayudaran a escapar

Uno de los hombres se acercó, me miro y sostuvo su brazo en el aire. Lo último que recuerdo fue que mi cuerpo broto contra la puerta del auto, el color carmín de la sangre reboto en mi cabeza.


Algún tiempo después, mi cerebro comenzó a rodar nuevamente, mi cuerpo podía sentirse lastimado y con huellas de rastro. Intente abrir los ojos y lo único que logre ver fue un obscuro telar en frente, los tenia cubiertos. Mis manos aún seguían amarradas, pero lo más raro era que mis piernas ardían.

Mis nervios se alteraron pensando lo peor. Mis hombros se movieron rápidamente al compás de mi cabeza. Aunque lo intentara, la tela jamás caería. 

Stockholm Syndrome (Niall Horan y Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora