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Quackity sentía sus sentidos agudizarse gracias a la pérdida de uno de sus compañeros, había oído a la perfección el sonido de la gabardina marrón sosteniéndose en algún lugar, probablemente un perchero, y su sentido olfativo captó a la perfección el lejano olor de la ardiente canela, las manos lo guiaron hasta lograr palpar la lisa superficie de la pared, el papel tapiz acariciado por las llemas de sus dedos, cuidadoso se no rasgarlo con sus largas uñas pintadas negro, finalmente sintió que las manos abandonaron el tronco de su cuerpo, el podía jurar que los dedos tartamudearon.

- Quackity, lo que vas a hacer es contar hasta 20, por que somos dos personas, luego podrás sacarte la venda - algo en la voz de Ghost escondía algo, debajo del tapete yacía un toque de entusiasmo, Slime no trataba de ocultarlo.

- Luego nos vas a buscar, como no conoces la casa será más difícil.

- Cuando nos encuentres debes volver y tocar el muro anunciando "tambor" si nosotros anunciamos antes, pierdes.

El azabache sonrió, recordando perfectamente el juego gracias a las memorias de su yo pequeño jugando con sus primos y con sus peluches favoritos, siempre iban con él a todos lados.

"Puedes empezar"

El azabache sonrió, recordando perfectamente el juego gracias a las memorias de su yo pequeño jugando con sus primos.

- 1... 2... 3...- confusos eran los pasos pues pertenecían a dos personas distintas, tal vez estaban cerca suyo, tal vez estaban lejos, tal vez iban a la cocina, tal vez iban a la Sala, pero no sabía dónde estaba la Sala. - 4... 5... 6... - el brillo de las luces traspasa la venda, brilla y oscurece, parpadeando sin cesar, tratando de confundirlo, las luces no eran amigas - 7... 8... 9...- silencio de repente - 10... 11... 12... - las pisadas volvieron acompañados del sonido sordo de algo cayendo al suelo, otro algo arrastrándose, otro algo chirriando y algo titilando - 13... 14... 15... 16... - sus voces variaban, reían muy fuerte o muy despacio, se mezclaban, a veces sonaban más gruesas de lo normal, a veces más vibrante, a veces temblaban - 17... 18... 19... ¡20!

Sus dedos acariciaron la suave tela de la venda, el silencio sepulcral volvió incómodo el jalar del nudo en forma de moño, la venda espera en el suelo y las luces dejaron de jugar para que él pudiese iniciar su búsqueda. Las paredes estaban cubiertas efectivamente por papel tapiz, ya con sus ojos pudo descubrir que era de la noche que lo esperaba afuera, acompañados por un venusto patrón notablemente elegante con detalles de oro en el, sin embargo faltaba saturación a la madera del suelo bajo suyo, el candelabro colgaba célebre del techo, eran velas, no focos, el Salón vacío glorioso en su Inmaculada belleza.

Subió las escaleras que se encontraba a un costado de él, si él tuviese que esconderse probablemente lo haría arriba, en el segundo piso, paso por paso la madera no rechinaba, era silenciosa, muda ayudando a su sigilo, el camino era largo gracias al Alto techo y se daba el tiempo de admirar la alfombra de rubí que cubría el madero. Corrió hacia la primera puerta del pasillo, la que estaba abierta y expulsaba de su interior una tenue luz, la habitación recubierta por papel tapiz rojo detallada con negro clababa justo en su estilo, grande muy grande con una araña de flores goteando del opaco techo, la cama estaba recubierta por unas frazadas rojas de queen size rosas selladas en su seda en tanto que las niveas almohadas cantaban para pedirle unirse y caer más profundo que en los brazos del renombrado Morfeo, se acostaría y tomaría una siesta pero la cama ya estaba ocupado por montones de peluches de tamaños variados.

El frío suelo pudo haber raspado sus rodillas pero decidió ser amable, levantó el rojo y el blanco lo suficiente como para poder ver por debajo de la cama sin embargo ninguno de los jugadores se encontraban escondiendose ahí.

"¡Tambor! "

"¡Tambor! "

Él cayó redondo en la trampa, habían abierto la puerta y dejado las luces encendidas para que el entre pensando que su escondite podría toparselo dentro de aquella habitación aunque en realidad estuviesen en Dios sabrá dónde, una jugada bastante lista de su parte. Resignado bajo por las escaleras de nuevo, ambos lo esperaban con una sonrisa amplia jalando sus delgados labios, sus cuerpos apoyados en un muro, regocijandose en su trofeo tácito.

Trick and treat // Quackbur And QuackcicleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora