1. Engaño.

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No sé en qué momento todo se había complicado tanto.

Estaba acampando en algún recóndito lugar de la isla Kannazuka cuando un grupo de fatuis intervino. Tuve que alzar mi mandoble y pelear contra ellos uno por uno, sin llegar a matarlos. A pesar de mis incontables batallas, no considero que asesinar sea un medio necesario, así que me limito a dejarles lo suficientemente heridos como para que no puedan moverse durante horas.

Eso, por algún motivo, pareció llamar la atención de alguien en la organización de Shnenznaya, ya que cada vez eran más los que venían a atacarme, día tras día, como si fuese el objetivo de alguien.

He intentado interrogar a algún que otro soldado, pero son pocos los que si quiera se atreven a hablar. Algo destacable del ejército de la Zarina es la lealtad con la que la obedecen y la capacidad de sacrificarse por su ejército.

Ahora me encontraba en la misma situación de siempre. Un grupo de fatuis interrumpe mi trayecto por la isla y acabo enfrentandome a ellos. Un recaudador estaba tirado en el suelo, exhausto y suplicando por su vida, diciendo que hacía esto para poder mantener a su pobre familia. Yo me agaché para estar a su altura y le cogí del cuello de la camiesta.

-No te voy a matar. Sólo dime por qué ultiamamente me atacan tantos compañeros tuyos.-Esquivó mi mirada y se puso nervioso.

-Si te lo digo, él... Él me matará.-Su voz salió ronca, temblosorsa. No pudo decir nada más ya que una flecha le atravesó el cuello.

Me alejé del actual cadáver asustada y me puse en guardia, pero no parecía haber nadie alrededor. Cuando, minutos después, me aseguré de que sea quién sea aquel que ha matado al recaudador no estaba en los alrededores, fui hacia el fallecido.

Una triste expresión se posaba sobre sus facciones. Yo solo pude cerrarle los ojos y mantenerlo durante unos minutos entre mis brazos, pidiendole a la Arconte electro que perdonara a aquel hombre.

Dejé una pequeña nota encima del chico donde informaba de lo que había sucedido, esperando que los otros fatuis que estaban desmayados pocos metros más lejos, al leerla, llevaran el cadáver con su familia.

Cuando el sol ya se estaba poniendo, retomé mi expedición, ahora sí con la intriga rondando por mi cabeza. Solo podía pensar que el causante de la muerte del recaudador era aque a quién obedecía, o mínimo, un alto cargo de la organización.

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Horas después, cuando me propuse acampar, una extraña brisa llamó mi atención. Venía del sud, y era algo que nunca había presenciado antes. Me conocía la isla a la perfección, había estado el suficiente tiempo aquí como para reconocer cada rincón del lugar.

Por eso mismo, aquel extraño fenómeno captó lo suficiente mi atención como para dirigirme al lugar donde la energía se sentía más fuerte.

Ya en la costa, no pude observar nada que pudiera producir aquella extraña sensación. Observé los alrededores, y nada que no fuera lo normal se posaba frente mis ojos.

Cuando estaba a punto de dar marcha atrás, la presencia de alguien captó mi atención. Tenía un gran sombrero que tapaba parte de su rostro, pero una amable sonrisa descansaba sobre sus labios mientras se acercaba a mí lentamente.

-¡Hey!-Saludaba con una mano. Por fin dejó ver su rostro al completo. Unos oscuros orbes me observaban fijamente con amabilidad. Quise sacar mi espada; algo me decía que aquella anomalía tenía algo que ver con el desconocido.-Pareces algo confusa. ¿Necesitas ayuda?

-No. Ya me iba.-Quise darme la vuelta e irme, pero su voz me detuvo.

-Oh, es que me estaba preguntando... ¿Tú también sientes lo que yo estoy notando ahora mismo?-Relajé mi postura durante un momento. Analicé su expresión, que no parecía guardar nada más que la verdad, y me rasqué la nuca confundida.

SOLEDAD {Scaramouche x Reader} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora