3. Opciones.

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Pov ____.

La brillante luz  cegó mi vista durante los segundos necesarios como para que me encontrara perdida en cuanto la oscuridad volvió al lugar.

No sabía dónde estaba, ni que hacía ahí. Sólo escuchaba el goteo de lo que parecían unas gotas de agua que caían sobre el húmedo suelo, que bañaba mis zapatos al completo.

El sitio era oscuro, tenebroso. Un humo morado parecido al que Scaramouche utilizó para dormirme el día en el que lo conocí comenzó a salir de la nada, e inundó la estancia hasta debilitarme, haciendome caer al charco de agua, que sorprendentemente, se transformó en un profundo lago que me condujo al final del abismo, donde la poca iluminación que había desapareció.

La falta de aire atacó mis pulmones, obligándome a intentar nadar hacia la superficie, pero me fue imposible. No distinguía el arriba del abajo, y la izquierda de la derecha. Era como si no hubiese profundidad en ese lugar, y sólo estuviese yo en mitad de la nada.

Burbujas se escaparon de mí garganta y mis ojos comenzaron a lagrimear, desesperada. Sentía que todo se había acabado. La fuerza no llegaba a mis extremidades y mis párpados no respondían, cediendo a la comodidad de ser cerrados de una vez, lejos del dolor y de la oscuridad.

Pero un fuerte empujón me hizo volver a abrirlos, viendo como era aquel del sombrero, quien me cogía y me llevaba hasta la superficie para enseñarme la piadosa luz del sol, que antes no existía, y que ahora brillaba con todo su esplendor.

Mis prendas goteaban y mi juicio se encontraba perdido, mareada por todo lo que me estaba pasando.

El pelimorado había desaparecido y, con él, la iluminación. Me encontraba otra vez a oscuras. Una gran tormenta sustituyó la iluminada estrella y cientos de rayos inundaron el cielo. Estaba en Inazuma de nuevo.

La figura de mi padre apareció frente mía con una sonrisa, y mis manos comenzaron a temblar.

–Cuánto tiempo, hija mía. Me preguntaba dónde habías estado todo este tiempo. Tú padre te ha hechado mucho de menos, ¿sabes?–Rió con amabilidad y se acercó dispuesto a abrazarme. Me alejé con terror y me fui corriendo, observando como su sombra aparecía en cada rincón al que iba.–¿Por qué huyes, querida? Tu padre solo quiere darte un abrazo...–Su eco resonaba en mi cabeza como un martirio del que no me desharía nunca.

–____.–Una pesada voz se escuchó en las lejanías, llamando mi atención. Me dirgí hacia donde el sonido indicaba, intentando esquivar las numerosas llamadas de mi padre, que me llevaban al límite de la cordura.

–____.–Volví a escuchar, esta vez abriendo los ojos.

El sudor se escurría por mi frente y las sábanas no parecían cooperar con la transpiración de mi cuerpo. Respiraba por la boca y sollozaba. Estaba llorando.

–¿Qué...?–Susurré.

–Ha sido una pesadilla.–Levanté la cabeza, encontrándome al heraldo. Me observaba duramente mientras trataba de recomponer mi respiración, sin obtener resultados positivos.

Tragué en seco ante la amarga sensación con la que mi corazón latía y me quité las sábanas de encima con el afán de levantarme.

–Disculpa... Quiero ir al baño.–Susurré y él pareció comprenderme, ya que me llevó hacia un pequeño cuarto sin mencionar una palabra.

La conversación que tuvimos hacía unos días resultó en algo extraño. Scaramouche insistió en dejarme una habitación de un criado que parecía no caerle bien y que acabó echando a la calle, y yo acabé instalandome en ella.

SOLEDAD {Scaramouche x Reader} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora