6. Caliente.

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Sentí como me sudaban las palmas de las manos, y como mi tripa comenzaba a revolverse por culpa de los nervios y la culpa.

Sí. Había subido a la pista. Y sí, era mi lanza la que apuntaba hacia Jeff, preparada para la batalla, mientras él me apuntaba con su espada, seguramente recién conseguida, puesto que la última vez que lo vi no llevaba una.

También era yo la única que había recibido golpes, que comenzaban a sobresalir con colores morados y azules a lo largo de mi piel. Y no era porque no supiese pelear, sino porque no quería pelear. Aún no me había atrevido a mirarle a los ojos, y tampoco a rozar mi arma contra su piel. No había sido capaz de hacer otra cosa que no fuese defenderme torpemente de sus constantes e inexpertos ataques.

Había detectado decenas de fallos en sus golpes, fallos capaces de llevarle a la muerte en un futuro próximo. Incluso, si llegara a derrotarme, la siguiente prueba le vendría demasiado grande para sus capacidades de lucha.

Fue por ello que comencé a sentir rabia. No entendía cómo una persona podía estar tan obstinada con un objetivo como para dejarse llevar de manera tan absurda. ¿No entendía cuál era su situación?

-Eres un tonto...-Susurré tras esquivar un golpe suyo.-Eres un tonto, tonto, tonto.-Él me miró confundido, pero continuó con su trabajo de intentar hacerme caer al suelo.

-¿Qué dices?-Nos alejamos por un momento, en el que yo me digné a observar el público con rapideza. Ahí pude observar a Scaramouche, que parecía analizar la pelea en silencio, como si no disfrutase de lo que estaba viendo. No sé si era por el hecho de que aún no había asentado ningún golpe, o porque tampoco quería que me enfrentase a alguien como Jeff.

Una amarga carcajada se escapó del fondo de mi garganta al pensar en mi segunda teoría. Como si él fuese capaz de sentir algo siquiera parecido a la emptía.

-¿De qué te ríes?-El grito de Jeff me llevó de vuelta al campo de batalla. Se veía molesto por haberle insultado.

-No entiendo cómo eres tan terco y tonto. Tu hermana, que estará esperando a que vuelvas, no va a volver a saber de ti nunca porqué has decidido continuar por este camino sin darle importancia a lo que de verdad prima.-Por primera vez, le golpeé el rostro con la base del arma, haciendo que se mareara un poco.-¿Crees que a ella le importaba más esa casa a que tú volvieses vivo hoy? ¿De verdad lo crees?-Le miré con algo de decepción en la mirada debido a que sabía que ya formabamos parte del juego en el que los Fatui eran jugadores, y nosotros, fichas movidas a su antojo. Solo nos quedaba continuar con la partida hasta que el final sea dictaminado.

-¿Por qué moriría yo hoy? ¿No ves que eres tú la que más golpes ha recibido? Está claro hacia donde apunta el peso de la balanza.-Dijo, limpiandose algo de sangre que mi anterior golpe hizo que le saliera de una de sus comisuras.

-Eres tonto, Jeff.-Suspiré frustrada.-No entiendo cómo puedes creer tanto en que todo saldrá bien. Cómo confías tanto en la buena bondad del destino.-Era mentira. Sí que lo entendía.

Lo he vivido a lo largo de mi juventud. Creer que algún día mi padre volvería a tratarme como una hija, y que mi madre aparecería por la puerta diciendo que jamás se había ido.

Esos eran los sueños que me mantenían viva en esa época, aquellas esperanzas que me hacían no rendirme o sumirme en la más absoluta derrota. Era inevitable no creer que, en el futuro, sólo habrán buenos momentos por los que valga la pena sacrificar el presente.

Y eso es lo que le pasa a Jeff. Y lo que le pasa a Scaramouche.

No pude evitar volver a posar la mirada sobre el del sombrero, que ahora parecía corresponderla con expectación. Pude notar, por el leve brillo que denotaba sus oscuras orbes, que el golpe que le había proporcionado al rubio le había sorprendido gratamente. Creo que, en el fondo, no confíaba en que pudiese salir de esta pelea viva.

SOLEDAD {Scaramouche x Reader} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora