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Rouses

Teo parece con una manta.

—Gracias

—Hace mucho frío aquí —Dice —No quieres regresar a dormir

—No, estoy bien Teo gracias

Me acomodo en un asiento de los de ahí y me quedo dormida.

Definitivamente, los asientos de hospital no son nada cómodos, mi cuello llora y mi espalda ni se diga. Me levanto lentamente y me doy cuenta de que el resto esta despierto.

—¿Sabemos algo?

—No

Teo me trae un café y lo bebo.

—¿No tendremos problemas por estar aquí?

Jack niega.

—Señora Caruso —Me pongo de pie al ver al médico —Soy el médico de su esposo —Dice —Esta fuera de peligro, en este momento está con sueros y esperamos que dentro de dos horas pueda salir por su propio pie

—¿Su corazón?

—Está bien, señora, pero déjeme decirle que un poco más y podría haber tenido consecuencias irreversibles. Señora hay grupos de apoyo que puede ayudar a su esposo.

—Solo tuvo un mal día —Indico

—Bueno, búsqueme, por si quiere dejar a su esposo —Quiero reírme

—No lo dejaría cuando más me necesita ¿Puedo verlo?

—Si

Jack y Teo me acompañan al cuarto. Al entrar vemos a Alessio conectado a varios aparatos, tiene el pecho descubierto y una intravenosa. Suspiro y me siento.

—¿Quiere que la llevemos de regreso su alteza?

—No, Jack tranquilo, solo dile a mi abuela que estoy bien —Asiente —Ustedes deberían ir a dormir, yo lo cuidaré, no se preocupen

—No podemos dejarla

—El no se enterará

—Se entera de todo —Dice Teo

—Pues vayan a cambiarse, no me moveré. Lo prometo

 Lo prometo

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Alessio

No me acuerdo de nada. Las máquinas a mi lado me indican donde estoy apenas me puedo mover. Miro a mi alrededor y Erick vine a mi mente.

—Mierda

Tengo la garganta seca. Mi mirada se posa sobre alguien en el sillón. Cuando descubro quién es me quedo en blanco. La puerta se abre, un hombre de mandil blanco entra.

—Señor Caruso —Mira a donde estoy viendo —Su esposa ha estado aquí desde ayer. No se ha movido de ahí

—¿Mi esposa?

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