Todo Cambia

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                             Barbara

Despertó con el sonido de los gallos afuera de su ventana, se giró dandole la espalda a la luz que entraba por la ventana; el ultimo mes había estado particularmente frío y vivir en las montañas no mejoraba la situación, en mañanas así solo quería quedarse envuelta en las cobijas todo el día.

6am vio en el reloj despertador luego cerró los ojos con la intención de volver a dormir pero escuchó los balbuceos ya tan familiares que provenían del cuarto de al lado, suspiró y se levantó de la cama, camino hacía el lugar de donde provenían los sonidos mientras bostezaba, al abrir la puerta ahí estaba de pie en su cuna despierto desde quien sabe que hora.

-Mami- Alzo la voz y agitó su cuerpo dando pequeños saltos

Barbara sonrío y se acercó hacia él tomándolo en sus brazos, el niño se aferró a su cuello mientras ella lo sacaba de la cunita.

-Buenos días Amor- le acaricio el rostro quitándole un par de mechones que le caían sobre la frente- Parece que eso de dormir solo aún nos está costando eh?

No recibió ninguna respuesta del pequeño más que una expresión de desagrado en la que arrugaba su frente -Dios, como se parecía a él cuando hacia ese gesto- pensó.

Lo bajó de sus brazos poniéndolo en el suelo para que caminara a pesar de sus reproches, qué más desearía ella que mantenerlo en sus brazos toda la vida pero con 3 años que tenía su hijo Ezequiel ya se le dificultaba cargar su peso por mucho tiempo. Tomándole la mano, caminaron juntos hacía la cocina.

-Quieres que desayunemos y luego tomar un baño?- Le preguntó

Ezequiel negó con la cabeza

Barbara lo observó alzando una ceja.

-No al desayuno o no al baño?- preguntó nuevamente.

-Baño NO - le contestó el pequeño de manera desafiante

-Umm pues lo siento caballero- dijo soltando su mano- pero tendré que bañarte- se movió hacia los gabinetes de la cocina- hay que ir más tarde a la ciudad

Al escuchar esto último el niño comenzó a saltar por toda la cocina lleno de alegría, amaba ir a la ciudad y que Barbara lo llevara a los centros comerciales con los juegos, sin embargo esta vez la visita de ella a la ciudad tenía que ver con asuntos de trabajo aunque siempre podía sacar un poco de tiempo para darle gusto a su hijo.

Babara siempre fue muy astuta de eso no había duda, si bien cuando le devolvió la hacienda a Maricela lo hizo con la mejor de las intenciones, no podía arriesgarse a quedarse sin nada y más si eventualmente tuviera que huir, lo cual irremediablemente fue el caso; por eso se aseguró de guardar dinero en todos los bancos que podía... sí, sí
tal vez no había conseguido todo su dinero de la manera más honesta pero ya lo tenía, no lo iba a desperdiciar; por eso cuando llegó a la capital y después de notar que por nada del mundo podría vivir en una ciudad así, compró unas tierras hacía los cerros, aproximadamente a 30 minutos de la capital, donde a penas pudo empezó a cultivar alimentos y así mismo a comercializarlos, era su naturaleza, después de todo podían sacar a la mujer del campo pero no al campo de la mujer.

Después de desayunar y bañar a Ezequiel, le puso algo cómodo y abrigador, después Barbara se alistó para salir; el día iba a estar largo así que solo se puso un jean y un suéter para el frío. La mayor parte de su vida usó botas, pero a veces cuando iba a estar de pie todo el día en el asfalto prefería usar zapatillas, una de las pocas cosas que le gustaban de la capital era la variedad de ropa que podía encontrar, además que desde que huyo de su pasado lo que más quería era pasar desapercibida, por el bien de Ezequiel.

[TU AMOR ES UN ABISMO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora