Pasado

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Barbara

Después de lo que pasó en la plaza Barbara sentía que el mundo se derrumbaba a su alrededor, había trabajado muy duro para dejar su pasado atrás y por fin seguir adelante, incluso cuando había sido una tarea difícil pues estuvo dispuesta a dejar de seguir al Sapo con tal de garantizarle una vida en paz a su hijo y mantener a salvo a su otra hija... y también a él.

Ahora le parecía que nunca iba a poder estar tranquila, la última vez que vio a Santos todo estaba mal, tenía tan presente el odio con el que la miraba, las innumerables veces en que la rechazo y como estaba enloquecido por su hija; todo eso le quedo grabado en el corazón y seguía doliendo. Le costaba mucho entender que sentía ahora en el presente por él, lo único que sabía es que no quería que la encontrara.

No había salido de su casa en tres días, el miedo nunca fue una característica suya pero la verdad es que estaba aterrada, sentía que en cualquier momento lo vería a él entrando por el portón de su hacienda, juzgándola y haciendo preguntas que no estaba lista para responder. Esa mañana en particular tenía los nervios de punta y Ezequiel lo percibía por lo tanto estaba inquieto también, Barbara lo escuchaba gritar desde la sala mientras movía varios objetos que hacían parte de la decoración de su hogar.

-Ezequiel mi amor, baja la voz - dijo Barbara mientras caminaba hacia él para levantarlo.

El niño comenzó a removerse en sus brazos así que Barbara no tuvo más opción que devolverlo al suelo y siguió causando un desorden a su paso, ella comenzó a caminar tras de el tratando de detenerlo, cuando lo alcanzó lo tomó de la mano obligándolo a mirarla.

-No Ezequiel, basta!- dijo firme pero sin subir la voz

Ezequiel la observó como si considerara sus opciones, Barbara vio como se le llenaban los ojos de lágrimas y sabía que se vendría un berrinche así que se inclinó junto a él mientras este comenzaba a llorar desconsoladamente y suspiró. Su hijo era todo lo que había deseado pero a decir verdad la maternidad era algo muy nuevo para ella, con Marisela no había tenido que lidiar con su infancia ni nada de estas cosas simplemente porque decidió negárselo y a ella misma también, como sea era la primera vez que atravesaba por estas situaciones y a veces sentía que la superaban, en momentos así desearía no estar tan sola, extrañaba todos los días de su vida a Eustaquia, su vieja que siempre tuvo razón en todo y a Melquiadez, siempre pensaba como habría sido la vida de los cuatro juntos en su hacienda, pero ya ninguno estaba y todo era culpa del Sapo, procuraba no pensar en ese infeliz a pesar de que le había quitado todo y no merecía seguir con vida pero había abandonado su venganza por el bien de su hijo.

Le sonido de un golpe en la puerta interrumpió sus pensamientos y la puso alerta de inmediato, no respondió de inmediato solo se quedó observando la puerta.

-Barbarita soy yo...

Escucho la voz de su vecino al otro lado de la puerta y soltó el aire que no sabía que estaba reteniendo en su interior, se levantó y abrió la puerta.

-Hola, pasa...- dijo haciéndose a un lado- perdona el desorden, Ezequiel está teniendo uno de esos días

Ricardo entro y lo primero que vio fue al niño con la cara enrojecida y agotado de llorar. No dijo nada y solo lo levantó en sus brazos mientras tomaba el control del televisor, sabía que Barbara odiaba esos aparatos pero en un momento así sería una buena ayuda. Puso los primeros dibujos animados que aparecieron en la pantalla y contemplo como llamaban la atención del pequeño, esperó un momento hasta que lo vio calmado para sentarlo en la alfombra y se alejó lentamente.

Barbara estaba como en otro planeta y no notó nada de lo acontecido solo que Ricardo ya estaba a su lado mirándola.

-Se que no quieres hablar de lo que paso, pero llevo varios días sin verlos y me preocupa...- lo dijo cuidadosamente porque no quería alterar a Barbara.

[TU AMOR ES UN ABISMO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora