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El día parecía normal para Ritsuka Uenoyama, pero para Satō Mafuyu, que ya había investigado todo sobre la música, no lo era.
Ese día era especial, ya que era el 22 de Noviembre y Día Internacional de la Música, así que Satō decidió llamar a Uenoyama.
El chico descolgó al tercer tono.
—¡Buenos días, Uenoyama-kun!—saludó Mafuyu con una sonrisa, aunque Uenoyama no pudiera verlo.
—¿Satō...?—su voz a través de la bocina sonó algo adormilada, pues la llamada de Mafuyu había despertado a Ritsuka.—¿Por qué me llamas... Un Sábado... A las cinco de la mañana..?
La cara de Mafuyu cambió rápidamente a una expresión avergonzada.
—S-Si... Bueno... S-Sigue durmiendo, si quie– —Mafuyu no pudo continuar hablando, ya que tan pronto como dijo eso, Uenoyama colgó y cerró los ojos de nuevo.
Satō decidió mandarle un mensaje para cuando se despertara.
『¿Podemos vernos en la estación a las nueve?』ーClaramente, no recibió una respuesta inmediata, sino que fue hasta las ocho, en qué la alarma de Ritsuka sonó y el miró su teléfono.
Mafuyu se emocionó ante la afirmación de su novio.
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Por el lado de Uenoyama Ritsuka, se emocionó bastante al ver el mensaje de Satō, así que salió disparado de su cama, se baño y cambió con unos jeans negros, al igual que sus zapatillas, y una camiseta blanca. Salió de su habitación, tomó su guitarra, se puso su chaqueta y salió directo a la estación. Su hermana mayor lo vio raro cuando intento llamarlo para que desayunara.
