Mientras estábamos sentados en nuestro pequeño balcón, viendo el cómo se encendían las luces de la lejana ciudad, Mamá estaba totalmente relajada y después de la vergüenza que me había causado "Mojar mis pantalones" yo también estaba feliz y relajado, contento de estar en casa, y fuera de aquel traje y teniendo puesto algo mucho más cómodo.
Le estaba contando a mama algunos de los comentarios del pequeño Tomás y de las cosas tontas que había dicho el pequeño niño mientras jugábamos *I-spy* (yo espió).
-Yo espío con mi ojito, algo que comienza con la letra: P -dije observando.
Él había mirado a su alrededor y por fin contestó:
-Pañales.
Esa claramente no era la respuesta, le pregunté dónde había visto la *p* para contestar pañales.
Señaló mis pantalones cortos para después señalar sus propios pantalones.
-¡Pañales! -gritó alegre.
Pude ver los suyos, pero me sentí mal de que pensara que yo también debía usarlos, era probable que fuera porque usábamos el mismo tipo de traje.
Ambos nos reímos.
Mamá opinó que era divertido, mientras que yo fingí que no estaba alarmado por el comentario de un niño de dos años.
Luego mencionó la capacidad pulmonar que tenía la niña, pues no había parado de llorar durante todo el servicio.
Ambos sonreímos ante la vergüenza que habían mostrado sus padres parecían aliviados cuando terminó, también mencionó el pequeño tesoro que era Tomás.
-Tiene una actitud muy divertida para alguien tan joven -ella comentó-, hay una verdadera personalidad ahí que estoy segura de que le servirá bien conforme crezca -sonrío-. Ustedes dos se veían maravillosos juntos -ella me sonrío.
Parecía extraño lo que decía de alguien tan joven, a lo que aproveche para decir que no tenía que lidiar con un pañal mojado conmigo, a lo que se rio a carcajadas.
»No, supongo que no.
-Es un buen chico, pero la reacción de todos los demás me hacía parecer tan culpable como él, un niño... que todavía mojaba los pantalones -bajé mi mirada.
Ella empezó a llorar, pues recordó lo unido y especial que era el que ella me cambiara los pañales.
Mamá mencionó antes que había sido un día bastante emotivo. Mientras estábamos en la reunión, ella habló de cómo sus ojos se llenaron de lágrimas cuando había cargado a la pequeña bebé.
Hubo momentos en los que había visto a mi mamá llorar por el dolor que había sufrido tras la pérdida de mi papá, y a un que ya habían pasado seis años de que se había ido, ella todavía lloraba por él mientras me abrazaba con fuerza.
Había sido un buen día. Había sido divertido, aunque algo estresante y largo; me alegré de estar en casa.
Vi qué mamá tenía los ojos húmedos por las ganas de llorar, me acerqué a ella y le di un fuerte abrazo. Ella me devolvió el gesto tomándome entre sus brazos y sentándome en sus piernas. Había ya terminado mi vaso de leche y ella debía ya de haber tomado su segunda o tercera copa de vino. Sin embargo, no podía fechar el afecto que me estaba demostrando.
Mientras estaba sentada en su regazo, ella simplemente se aferró a mí y escuché un pequeño sollozo salir de lo más profundo de ella, mientras me acariciaba.
-Oh, Braulio, Braulio, Braulio... -dijo mientras me abrazaba con más fuerza. -Espero que nunca te vuelvas demasiado grande para darte un abrazo, cariño... mamá necesita a su amado niño más que nunca.
Mientras me abrazaba y me acariciaba la espalda, se disculpaba por ser demasiado emocional y una "mamá algo tonta".
Mamá es muy cariñosa, pero recientemente me di cuenta de que tenía una necesidad más frecuente de darme mimos y abrazos. No sabía por qué... tal vez porque me estaba haciendo algo mayor... pero nunca le decepcionará. Si mamá quería que le diera un abrazo, era lo mínimo que podía hacer.
Sin embargo, lo siguiente que hizo realmente me sorprendió.
Después de unos minutos me liberaron y pude ver las lágrimas que había derramado y me sentí culpable, pero no sabía por qué. Sabía que no los había causado, pero, aun así...
-Ven conmigo amor -extendió su mano y la tomé mientras me conducía desde el balcón hacia su dormitorio.
Me pidió que me acostara en su cama mientras hacía un par de sorteos y empezaba a juntar algunas cosas. No vi lo que era hasta que ella llegó al lado de la cama y dijo que me iba a poner un pañal.
Me quedé allí aturdido. Quiero decir, no me había mojado en el bautizo... ni había usado uno durante varios años, pero más encima... ¿Por qué?
-¿Por qué mamá... por qué tú?...
-Lo siento amor... es solo que... bueno... perdón amor...
Parecía tener problemas para ordenar sus pensamientos. Eventualmente, al verme confundido, respondió.
»Echo de menos tener a mi hijito. Estás creciendo y convirtiéndose en un joven bastante independiente... y pronto te habrás ido.
Me quedé atónito por esto. Nunca me consideré un joven independiente, pero aquí estaba ella diciéndome que eso era exactamente lo que era. Si lo hubiera sabido mejor, supongo que eso lo habría atribuido a beber demasiado... Ella había bebido unas cuantas copas después del bautismo, estaba segura. Sin embargo, no me gusta ver a mamá molesta y he tratado, cada vez que esos momentos se presentan, de mejorar las cosas para ella.
-Pero mamá... ¿Por qué un pañal?
Ella lloró.
-Oh amor, lo siento... solo estoy siendo algo tonta y quizás... por estar algo borracha...
-Tengo tanta envidia de tu tía... que tiene dos bebés que cuidar y que dependen de ella. Lo sé... tonto... pero no pude evitarlo. Por unos momentos, quiero que mi hijo pequeño regrese a cuando dependía de mí... y a quien puedo suavizar con besos y abrazos.
-Mamá, dependo de ti... tengo once años.
-Lo sé, amor... -Pude verla pensando y luciendo un poco perdida si soy sincero. Nunca la había visto tan "triste" y no estaba seguro de qué podía hacer para ayudar.
No me gustaba verla en ese estado y después de unos momentos de silencio me aventuré una posible respuesta.
-Mamá, ¿estás segura de que ayudaría, ponerme un pañal?
Ella suspiró y se encogió de hombros, pero no obtuve la respuesta que buscaba.
Reflexioné un poco más y luego dije que si marcaba la diferencia, usaría un pañal, pero solo por un tiempo... y ella no se lo diría a nadie.
Ella sonrió maravillosamente en mi dirección
-Eres un chico encantador y comprensivo... Estoy agradecido todos los días de tener a alguien como tú en mi vida.
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Mamá y yo
Fantasía-Hijo, quiero que sepas que siempre sere tu madre y no importa la edad que tengas siempre seras mi bebé- Nunca imaginé que esas palabras serían nuestra regla de oro a mis once años de edad...