En Rye siempre llovía, pero ese día, como si hubiese sido una señal, no cayó ni una gota de agua y el cielo estaba teñido de un azul brillante. El verano había acabado y aunque empezaba a hacer frío, aún era posible salir sin chaqueta y el lago seguía siendo agua y no hielo. Cerré las cortinas de mi habitación evitando que los rayos del sol entraran y me senté a peinar mi cabello. Algunos mechones se habían aclarado, pero aquello no me disgustaba. Me cambié y me aseguré de que todo lo necesario estaba en mi mochila. Iles me esperaba cerca del bosque y no quería tardar en encontrarme con él. Su compañía siempre me provocaba cierta euforia. Bajé las escaleras y me alegré al ver que mi madre no estaba presente para hacerme preguntas, y salí de la casa hacia el norte de la ciudad. Rye solo estaba compuesta de pocas calles, por lo que era posible llegar a cualquier lugar caminando. Era una ciudad donde todo el mundo se conocía, o al menos eso decía mi madre. Yo había visto a muchas personas, pero solo conocía realmente a mi mejor amigo Iles. Cuando lo vi sentado en el tronco de un árbol inclinado, una sonrisa apareció de inmediato en mi rostro. Ver su cabello rubio despeinado por el viento me traía una tranquilidad inexplicable, como si me sintiera vacía sin su presencia.
-Llegas tarde- me reprochó sin ocultar una sonrisa. No nos habíamos visto en varios días ya que Iles había ido a la ciudad de al lado a visitar a su padre. Los padres de Iles estaban divorciados y solo veía a su padre dos veces al año. Yo también, vivía esa ausencia, ya que el mío había fallecido cuando era niña. Era uno de los tantos puntos en común que teníamos. Me senté junto a él y saqué el libro como si fuese una reliquia sagrada. Era una copia de Cumbres borrascosas en una edición muy antigua. En Rye tan solo había una librería, por lo que el acceso a libros buenos era muy limitado. Mi nuevo tesoro lo había conseguido en una venta de garaje que había hecho el señor Haston, mi vecino, que quería deshacerse de cosas viejas para alivianar su mudanza.
-Escuché que acaban de comprar la casa del señor Haston-le dije a Iles. Mi madre me lo había dicho la noche anterior. En Rye había tan poca gente y tan poca novedad que la llegada de alguien nuevo era el evento del año.
-Espero que hayan nuevas personas de nuestra edad- dijo Iles inspeccionando el libro con delicadeza. Sus manos estaban siempre cuidadas, sus delgados dedos eran ágiles.
Una hoja del árbol cayo sobre mi trenza y me apuré en quitarla. El bosque que rodeaba la ciudad de Rye era el lugar más hermoso que había visto nunca. Mi madre me había dicho que habían incluso grabado películas aquí. Aquello no me sorprendía : la luz del sol iluminando el lago junto a los arboles era un espectáculo lleno de magia. Un rayo de sol iluminó el rostro de Iles, y me di cuenta que si había una escena más hermosa que el lago. Iles paso las páginas del libro una a una, leyendo de reojo, con toda su concentración en las palabras escritas por Emily Brontë. Mi mirada no pudo apartarse de su piel dorada. Había algo en Iles que siempre me había hipnotizado. Era como si en el solo hubiese luz.
-No quiero que llegue mañana-me confesó cerrando el libro y poniendo su atención en mí.
-Solo es el primer día de clases. Hemos vivido muchos de esos-lo consolé. Iles detestaba nuestra escuela a pesar de que todos allí lo adoraban : los profesores siempre alagaban su inteligencia y los alumnos su físico o su talento.
-Solo quiero que se terminé ya el año-respondió. Iles siempre había sido impaciente, contrariamente a mí, que sabía esperar las cosas por mucho tiempo. A Iles, por ejemplo, lo había esperado toda mi vida, y sabía que lo esperaría por toda la eternidad si fuera necesario.
Iles estaba al tanto de mis sentimientos desde hacia ya años, pero nunca habíamos hablado de ello. Me daba miedo perderlo, así que callaría mi corazón el tiempo que fuera necesario, por más que me doliera ver que no me correspondía. A veces me odiaba a mí misma por no rendirme, por no aceptar que Iles no me querría nunca como yo le quería. Pero que más me quedaba? Sin él, mi vida se reducía a muy poco. Había construido mi mundo al rededor de él, y no quería destruirlo.
Iles recostó su cabeza del tronco del árbol y cerró los ojos, como si estuviese apreciando el aire fresco. Su nariz respingada se dibujaba a la perfección, contrastando con sus labios carnosos y su piel lisa. No había nada en él que no fuese perfecto, nada en él que quisiese cambiar. Por eso me bastaba con ser su mejor amiga, su confidente, y la persona con la que compartía sus mejores momentos.
Por años, la idea de dejar de amarle no atravesó mi mente,
hasta que conocí a Gabriel.
Hey!!
Así es, volví<3 Los extrañé demasiado.
Espero que les guste esta nueva novela!
Los quiero un mundo Diamantes
DD
ESTÁS LEYENDO
Dejar de quererte (PAUSADA)
RomanceIles lo era todo para Victoria. Había estado enamorada de él desde que tenía memoria y no planeaba dejar de quererlo nunca. Hasta que un secreto bien guardado llegó a la pequeña ciudad de Rye. Ese secreto, lo traía Gabriel. Seguirá Victoria queri...