La vida de cuatro amigas no resultó como ellas pensaron.
Después de la Segunda Guerra Mágica todas se vieron involucradas en un enredo de secretos y mentiras, romances prohibidos y futuros indecisos.
¿Podrá ser su amistad lo suficientemente fuerte p...
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| Alicent Toussaint |
—¿Seguras que no se quedan otro día? —insistimos Lyra y yo tiradas en la cama observando cómo las otras dos chicas guardaban sus cosas.
—Le prometí a mi padre que regresaría hoy a casa —contestó Samantha— . No me dejará quedarme más tiempo.
—Yo no sé qué pasó entre aDraco y Astoria, pero ella está de insoportable para que ya nos vayamos —explicó Ceci.
—Bien.
Ayudamos a las chicas a guardar sus cosas y a bajarlas hasta la entrada de la casa, donde ya esperaban Daphne, Astoria y Pansy.
—¿Tú también te vas? —le preguntó Lyra a ésta última chica.
—No me pienso regresar otra vez con Goyle ni con Theodore, conducen como locos. Prefiero que Daphne me lleve.
Narcisa llegó y todos nos comenzamos a despedir.
—Oh, mierda. Olvidé rellenar el tanque, espérenme aquí, ya vuelvo...
Daphne salió corriendo con su varita en mano.
—¿No quieren llevar algo de comer o beber para el camino? —preguntó Narcisa amablemente.
—Algo de agua no estaría mal —contestó Sam y acompañé a Narcisa a la cocina para ayudarle a cargar.
Dejó unas cuantas botellas grandes con agua en la isla de la cocina y me pidió que las enfriara mientras ella subía a su cuarto por unas golosinas que recordó que tenía.
Estaba pasando la varita por las botellas hasta dejarlas en un punto lo suficientemente frío como para que refrescara, pero tampoco tanto para que se les congelara el cerebro.
De repente, Draco entró corriendo hasta llegar junto a mi y se agachó a un lado de mis piernas encogiendo todo su cuerpo.
—¿Qué haces? —fruncí el ceño.
—Cállate —siseó en voz baja subiendo su dedo índice a sus labios.
—¿Draco?
La voz de Astoria comenzó a acercarse al cuarto donde estábamos y comencé a comprender qué pasaba.
—¿Esconderte de tu novia? —alcé una ceja —. Qué maduro eres, Malfoy.
—Uno, no es mi novia. Dos, ella no lo entiende y ya quiere presentarme a sus padres.
—¿Y qué ganas con esconderte de ella en tu propia casa? —por algún motivo imité su tono de voz baja, hasta que la chica llegó a la puerta sujetándose del marco y me habló.
—Oh, Alicent —bufó levemente —. Iba a preguntarte si habías visto a Draco, pero él te odia así que cómo lo sabrías.
Abrí la boca incrédula y decidí terminar con ambos de una vez.
