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Kakashi tiene veintiséis años cuando Naruto lo conoce, al menos eso es lo que dice cuando alguien pregunta por la edad del misterioso maestro. Y es que Kakashi es, de forma simple, un completo misterio.

Habla poco en comparación con otros y difícilmente come si alguien más esta en la habitación. Además, esta su mascara. Esa mascara que nunca se quita sin importar la situación, no importa si está al borde la muerte o tan mal herido que es difícil distinguir el movimiento natural de su respiración frente al movimiento hemoptoico que le sobreviene a una horrible batalla, la mascara se aferra a su rostro como el petróleo a las superficies sobre las que se derrama y jamás se mueve.

Ni siquiera los médicos son capaces de quitarla. Sakura dice que todos hablan sobre un misterioso voto ninja hecho por Kakashi muchos años atrás, acerca de nunca mostrar a nadie su rostro sin importar de quien se trate.

Naruto lo cree, por supuesto. Sin embargo, algo en la presencia invisible de Kakashi le resulta tan inquietante como las noches sin luna de Konoha en las que el viento araña y escala entre las paredes de las casas desvencijadas de su barrio. Dicho de otro modo, Kakashi a veces le da miedo.

No es que sea un mal maestro, de hecho, es el mejor, pero incluso su chakra se extiende entre los huesos de Naruto cuando intenta sentirlo durante los entrenamientos como una quemadura helada. Sasuke dice que Naruto es un tonto, pero incluso Naruto es capaz de ver a través de la férrea frialdad del Uchiha que a Sasuke también le inquieta Kakashi.

Y a veces, solo a veces, Naruto se siente tonto. Cuando ve a Kakashi desplomarse sobre sí mismo ante la falta de chakra es capaz de ver a Kakashi como el valiente ninja que se agota por su ojo maldito, y aun cuando aquella resolución se aleja lentamente conforme Kakashi se vuelve tan frio como el hielo Sasuke y Naruto intentan aferrarse a la idea de que Kakashi no pertenece a otro mundo. Intentan aferrarse a la idea de que Kakashi simplemente es diferente.

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Kakashi tiene veintinueve años cuando Naruto vuelve a la aldea y mientras todos a su alrededor cambiaron; Kakashi es el único que se mantiene como siempre. Incluso la Quinta Hokage tiene un par de arrugas difíciles de ocultar con su jutsu de eterna juventud, Sakura es más alta y Asuma comienza a tener hilillos plateados en la barba, pero Kakashi permanece pétreo como una estatua de piedra. No hay un solo cabello fuera de su lugar, y eso es inquietante.

Habla como siempre, camina como siempre y es tan frio como siempre lo ha sido. Sus dedos se sienten como tocar una lápida, no importa lo mucho que esté bajo el sol, la temperatura parece simplemente no ser capaz de traspasar la piel pálida que cubre su delgado cuerpo. Lo único que parece estar lo suficientemente vivo es el ojo de los Uchiha, el ojo que rara vez aparece y que cuando lo hace deja a su paso tanto miedo como oscuridad.

Incluso Sasuke, en su terquedad por la venganza es capaz de acobardarse cuando ve aparecer el sharingan de Kakashi. Da un paso atrás y luego dos al frente, ocultando su vacilación, evitando hacer contacto directo con aquel ojo rojo. Y quizás nadie más lo nota, pero cuando Kakashi usa el sharingan las sombras se extienden sobre todo aquel al que alcanzan. Se entierran en el espíritu de los más débiles y cavan agujeros en lo profundo de sus corazones, robando poco y nada para los más tontos.

Aunque robando mucho a la vista del zorro que ferozmente ataca la frialdad infausta que lucha por incrustarse en su portador. Ni siquiera él mismo es capaz de decir nada, excepto que Kakashi no es humano.

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Kakashi tiene treinta y tres años cuando Naruto se casa, Kakashi asiste y luego desaparece. Aunque nadie le da importancia siendo que las miradas de todos resplandecen mirando a la feliz pareja que baila entre la lluvia de pétalos de cerezo.

Kakashi se da la vuelta y su frialdad no es echada de menos mientras se aleja con pasos siniestros hacia el lugar al que la luna no llega. Un paso, luego otro, después otro y otro más. Kakashi avanza entre las sombras que se repliegan en perversas reverencias al príncipe que no siente, una de ellas tiene la osadía de besar la mano cubierta con un guante que oculta la podredumbre de su carne. Otra es lo suficientemente astuta como para acariciar el cabello que comienza a convertirse en cenizas.

Kakashi camina, camina hasta perderse entre los arboles que se retuercen entre ellos con sus raíces asesinando a los otros en una danza maldita que solo los desafortunados han sido capaces de ver. Y cuando por fin se detiene lo hace en el yermo donde la luna acaricia entristecida las hebras platas que poco a poco se deshacen con el viento.

Y de entre los arboles surge aquella figura espectral de túnicas sucias y mirada enloquecida. Lleva consigo aquello que necesita el hijo de la luna que comienza desvanecerse con la chirriante melodía de la noche desolada.

Toma una mano y luego la otra, girándolas hasta desprender los brazos del inerte cuerpo de su amado espantapájaros. Después, con el cuidado que solo un amante es capaz de tener hacia el objeto de su devoción, coloca el nuevo par que con tanto esfuerzo había buscado. Tomados de un joven ingenuo, aquel par es suficiente para que llegado el momento las extremidades de su amado retomen su delicada forma distintiva.

El paso se repite luego con sus piernas, y solo aquellas manos inmundas son capaces de sostener con tanta delicadeza a aquel cuyos cabellos son hilados con los rayos de las lunas del cazador. Entonces bailan, Obito Uchiha baila con el cadáver inmortalizado de su adorado Kakashi.

Los pasos los conoce de memoria, son los mismos que ha de repetir todos los años para traer de vuelta lo poco que queda de aquel que hace mucho se ha perdido. Y mientras la luna se compadece de las amargas lagrimas del espectro negro, acepta devolverle una vez más al joven de ojos alegres; asesinado tiempo atrás por el mismo que se aferra desesperado al remanente sacrílego de su alma blasfemada.

Y es que mientras una vez al año sea capaz de sentir la sonrisa de Kakashi entre sus dulces besos a Obito no podría importarle menos cuantos pecados comete manteniendo con falsa vida a un muerto.

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Kakashi tiene veintiún años cuando muere.

Kakashi tiene veintiún años cuando es capaz de ver a Obito por ultima vez mientras su viejo amor le atraviesa el pecho con un kunai.

Kakashi tiene veintiún años cuando Obito contamina su alma impidiendo que se vaya.

Kakashi tiene veintiún años cuando es devuelto por Obito.

Kakashi tiene veintiún años cuando comienza a cargar un libro que en su interior encierra el sello que lo encadena a la vida que solo deben vivir los vivos.

Kakashi tiene veintiún años cada año cuando el ritual se repite.

Kakashi tiene veintiún años para siempre.

Kakashi |Obikaka|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora