Si fuera

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Si hay un Dios en alguna parte del universo, es lo suficientemente cruel y morboso como para colocarme en el altar el día de la boda de la persona que amo sabiendo que no soy yo quien va a casarse con ella. Ojalá la historia fuera otra.

Porque si esta fuera otra historia, habría una mujer que me devuelve la sonrisa desde la primera fila, y esa sería mi madre, que estaría emocionada hasta las lágrimas porque su hijo está a punto de casarse. Y la mirada de orgullo de mi padre no estaría dirigida a mi mejor amigo, a quien crió como a su propio hijo, sino que me vería a mí, y estaría tan contento que quizás se permitiría derramar alguna de las lágrimas que ahora está conteniendo. La esposa de mi padre, madre de Junhui, y casi una segunda madre para mí, estaría tan feliz como lo está ahora, y me dedicaría una mirada cálida y cariñosa con el afán de transmitirme buenas energías. Y todo esto lo se porque no hubo un solo día que yo recuerde en el que esas tres personas no me hayan tratado con el amor mas honesto y puro que existe.

Si esta fuera otra historia, los invitados no serían tantos, porque a diferencia de Jun, no soy bueno para las relaciones. Este lugar estaría lleno de las amistades de Eunji, mi familia, y quizás algunas personas que han sido amables conmigo a lo largo de los últimos años.

Si esta fuera otra historia, mi hermanastro, no, mi hermano, con el que comparto un lazo tan profundo que no necesita de la sangre para reafirmarse, no miraría expectante a la entrada. Su papel sería el de palmear mi hombro y susurrar palabras de aliento en busca de tranquilizarme, tal y como yo lo hago ahora. Él sería el padrino, porque no podría ser de otra forma. Tendría una muy buena relación con mi futura esposa, y ella lo querría como a un hermano, tal y como me quiere a mí. Quizás entre los invitados lo esperaría otra mujer, que amaría a Jun y soñaría con casarse con él. O quizás no lo esperaría nadie, como me sucede a mí. Pero seguramente él no estaría sufriendo, porque sería demasiado noble como para poner los ojos en la persona que compartiría la vida junto a quien considera su hermano. Y yo intento seguir su ejemplo, pero hay cosas que no puedo controlar.

Si esta fuera otra historia, la marcha nupcial me pondría los pelos de punta a causa de la ansiedad. Mi corazon latiría con fuerza y me sentiría lleno de energía. La sonrisa de la novia se dirigiría a mí, y nuestro amor sería el motivo de sus lágrimas cargadas de emoción, y ella sería mía.

Pero esta no es otra que la historia de Junhui y Eunji.

Y en la historia de ellos dos yo soy solo un espectador. Y mi mamá no está en ningún asiento porque, a pesar de estar invitada, viajar desde China no es fácil para una persona que continúa delicada de salud. Y papá decidió dejar de contener las lágrimas, porque aunque no sea yo, para él sigue siendo uno de sus hijos quien se casa, puede permitirse el llanto. Y la madre de Jun también llora, porque lo ama, y porque, así como todos, cayó tanto en los encantos de Eunji, que también la ama a ella.

Y la sala está llena que gente emocionada, muchas caras de reconozco y muchas otras que no recuerdo haber visto nunca. Las miradas de todos están en los novios.

En esta historia, la mujer que quiere casarse con mi hermano no está sentada entre los invitados, sino que es la protagonista del evento. Y aunque amo verla en el foco de la atención, porque es allí a dónde pertenece, hoy no me genera mas que dolor. Junhui, que también es dueño del día, tiembla tanto que temo que su cuerpo no lo soporte y acabe por desmayarse. Y yo quiero mantenerme firme, pero mis piernas se sienten flojas y mi cuerpo entero pesa mas de lo que pesó nunca. Podría intentar sostenerlo, pero, ¿quién va a sostenerme a mí?

En esta historia, la marcha nupcial me da tanto asco que me revuelve el estómago.

Eunji camina por el pasillo hacia el altar del brazo de su único familiar, Mingyu. Él parece estar a punto de llorar y yo hago lo posible por mantener mi vista puesta en el alto joven porque se que si la dirijo a la novia, no lo voy a soportar. Se que mi mente, alma y cuerpo no tienen tanta fuerza como para observarla caminar por ese pasillo sabiendo que su hermano va a entregarla a un hombre que no soy yo.

Pero el amor que siento por ella es tan fuerte como cruel, y me obliga a mirarla. Me miento, diciendo que solo quiero darle un vistazo, pero se que si poso mis ojos en ella una vez, no voy a poder dejar de hacerlo.

No debí haberla mirado.

La amo, Hao.

Jun, ¿no te parece un poco pronto para decir eso? —pregunté—. Se conocen hace dos meses, como mucho.

Pero el tiempo no importa —dijo—. Es ella, te digo que es el amor de mi vida, yo me voy a casar con esa mujer.

Respiré hondo tratando de calmar mi ira. ¿En qué momento todo se me había salido de las manos? ¿Cómo se atrevía Jun a afirmar que amaba a Eunji? ¿Si quiera la conocía? ¿Sabía él cuáles eran sus sueños? ¿Sabía que a pesar de ser muy extrovertida y amigable, a veces prefería estar sola? ¿Sabía él cómo animarla si estaba triste? ¿La había visto reír, llorar, gritar, enojarse, desanimarse y volverse a animar? ¿La conocía como lo hacía yo? ¿La conocía siquiera?

No te tomes el amor a la ligera —aconsejé—. Ni siquiera sabés si ella siente lo mismo que vos.

Y yo rogaba que no.

Pero si lo siente.

¿Cómo podés estar tan seguro? —pregunté.

¡Porque ella me lo dijo! —exclamó—. ¿Cómo lo sabría sino?

¿No es muy pronto para decirte que te ama?

Para nosotros no, ya te lo dije. La amo.

Hubiese querido no creerle, pero conocía lo suficiente a ambos como para saber que eran personas que vivían las emociones con una intensidad que yo jamás había entendido ni experimentado. Deseé decirle que se alejara de ella, pero ya era demasiado tarde. ¿Cómo iba a decirle a Jun que yo me había enamorado de Eunji antes que él? ¿Cómo podía yo creerme con la autoridad de negarles vivir ese amor? A fin de cuentas había sido yo el cobarde que debería haber confesado sus sentimientos antes y no lo hizo.

Ese día mi corazón se quebró por primera vez. Y lo único que me quedaba era la egoísta esperanza de que la intensidad tan grande con la que ardían las emociones de las personas que yo mas amaba acabara por quemarlos.

Pero lejos de arder, aprendieron a controlar el fuego. Así que un año después, mi corazón volvía a quebrarse mientras ayudaba al hijastro de mi padre a elegir un anillo de compromiso para la mujer que yo amaba. Aunque aun me quedaba la esperanza de que ella no estuviera lista, ni lo deseara, ni aceptara.

Y seis meses después de ese momento, mi corazón definitivamente se rompe para siempre. Porque ahora me toca mirarla a los ojos, que están llenos de lágrimas que ella intenta no soltar, que guardan deseos, sueños y una infinidad de planes. Es tan hermosa que pareciera estar cubierta por un halo de luz, o quizás está tan feliz que tanta dicha comenzó a reflejarse en todo el mundo. Camina lento, al ritmo de la marcha, pero pareciera querer correr directo a los brazos de su futuro esposo, de quien nunca desvía la vista. Así como yo no puedo desviarla de ella.

Mis propios ojos se nublan, no por emoción, ni por felicidad. Se nublan porque si esta fuera otra historia ella me estaría mirando a mí. Y sería mi corazón el que se encontraría lleno de amor, no el de Jun. Si esta fuera otra historia yo no estaría luchando con el sentimiento de ira y con una profunda envidia. Si esta fuera otra historia los ojos de Eunji estarían posados en mí, y ella desearía correr a mis brazos y ser mía para el resto de nuestras vidas.

Estoy lleno de "y si...?", pero fuera de eso, no me queda nada, ni un gramo de esperanza.

Pero cuando Mingyu finalmente entrega la mano de Eunji a Junhui y veo reflejado en sus miradas la pureza del amor que se tienen, entiendo que es inútil pensar en lo que sería, porque no existe. Es lo que es.

Es Junhui y Eunji. Y en otro lugar, el corazón destruido de Minghao. Para el resto de nuestras vidas.

Story of Another Us | MinghaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora