✧・゚𓂃 malva.

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Ambos pasamos de curso completamente limpios, orgullosos de poder alardear de unas notas superiores a la media, sobretodo él, quien fue reconocido como uno de los mejores de su curso. Ya que no nos fue necesario tomar clases de refuerzo o asistir a más exámenes, pasamos parte de nuestras vacaciones en el pueblo con Nana.

No voy a mentir, me sentí culpable al verla tan cansada y a Jeongin preocupado por ello. La mujer podía conservarse bien, pero su edad seguía estando ahí, esos años aún se le acumulaban a la espalda, y sin su nieto para ayudarla, el día a día era infinitamente más difícil.

— Nana —la llamó Jeongin al tiempo que cambiaba el bonito centro de malvas que decoraba la mesa del salón. — ¿No te gustaría ir a una residenc-

— ¡Ni hablar!

— Pero podrían ayud-

— ¡No entraré en un antro de ese tipo, Jeongin! —Declaró la mujer con potencia, agitando un paño con el que antes limpiaba la superficie de la mesita. — Esos sitios son horribles, llenos de vejestorios y pastillas, ni hablar, definitivamente no.

— ...

— Nana... —ahora fui yo quien probé suerte.

— Hyunjin, ni lo intentes.

Suspiré y me di por vencido antes de intentarlo, sintiéndome dolido al ver el triste puchero que se formó en los labios de mi castaño. Por suerte la comida no tardó en estar lista y el tema se desvaneció como si nunca hubiera existido, o al menos eso nos esforzamos en mostrar.

Por la tarde, Nana se quedó descansando en el sofá y Jeong y yo salimos a dar un paseo por el pueblo. Recorrimos las viejas y desgastadas calles, visitamos el abandonado albergue en el que me alojé yo hacía tantos años y volvimos al campo de girasoles que nos hizo encontrarnos. Me encantaba el pueblo, era el lugar más bonito del mundo, y me sentía totalmente agradecido con él por haberme presentado a Jeongin.

— ¿Estás bien?

— Sí —respondió tan alicaído que ni me molesté en volver a preguntar, pues solo el tono me dejaba claro la verdadera respuesta. Él suspiró, pateando suavemente una piedra en el camino, y negó. — Bueno, en realidad no muy bien. Estoy normal, tirando a mal, tirando a triste.

— ¿Es por tu abuela? —asintió sin mirarme, volviendo a chocar su pie con otra de las piedrecillas que había a nuestro paso. — ¿Quieres que nos vengamos a vivir con ella?

— No podemos, sería demasiado gasto de tiempo y dinero en el viaje.

— Podríamos buscarle a alguien que se quedara aquí, un asistente a jornada completa.

— ...

— ¿Qué te parece la idea?

— Mmmm —se encogió de hombros, aunque no parecía muy convencido. Realmente me rompía verlo de esa forma, tan apagado, tan poco él.

— También podría venirse a vivir con nosotros —ahí sin que me miró, con un brillo de esperanza en su mirada. Sonreí de inmediato, contagiado por su cambio de humor. — Obviamente tendríamos que comprar otro piso, pero con un poco de ayuda no sería tan difícil, y...

No pude terminar la frase porque se me tiró encima, dejándome el tiempo suficiente para agarrarle unos segundos, tambalearnos, y caer entre los infinitos girasoles. Desde abajo parecían inmensos, un cielo de nubes de pétalos, igual que tiempo atrás. Jeongin rió feliz y comenzó a besarme por toda la cara, terminando en mi sonrisa.

— ¿Eso es un sí?

— Te quiero tanto —me valió como respuesta, así que le abrace y no volví a interrumpir el agradable cosquilleo que me proporcionaban sus besos.

Y seguimos revolcándonos, riendo y besándonos, ajenos a todo lo que pudiera suceder, ajenos a aquello que impidió que cumpliéramos el motivo de la celebración.

Esa misma tarde murió su abuela.

Nunca llegamos a darle la noticia.

colors ✦ hyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora