A diez segundos de tocar las estrellas ©

∆ PRÓLOGO. ∆

∆ DÍAS ANTES ∆

—Iré a Londres la semana que entra, hablé con Amelia para que se quedara contigo mientras regreso. —Dijo papá, mientras yo estaba comiendo pasta con  albóndiga.

—¿Enserio? —pregunté —. Y ¿Quién es Amelia?

—Amelia es mi hermana, por lo tanto te quedarás con ella.

—¿Y cuándo regresarás? No me quedaré tanto tiempo con una desconocida.

Papá suspiró, se le notaba el cansancio, era un señor de 33 años, era guapo, su cabello era negro su tez blanca, sus ojos azules como los míos, debajo de los ojos traía unas ojeras sumamente notables.

Se que nuestras vidas han sido difíciles desde que ocurrió lo de mamá, e incluso yo estoy aquí llenándolo de preguntas.

Pero necesitaba una respuesta más concreta, ni si quiera me a dicho el motivo del viaje.

—Primero: Amelia no es ninguna desconocida, es tu tía, segundo: iré por cosas del trabajo, tercero: espero y te portes bien y le hagas caso a Amelia, te conozco, Elle, y se que eres capaz de cualquier cosa.

Cuando terminé de comer hice aún lado el plato, crucé mis brazos y los dejé en la mesa.

—Te prometo que no haré nada malo, me portaré bien. Puedes irte tranquilo —dije con una sonrisa. —Pero no me respondiste la pregunta.

—Ah, sí. Regresaré dos días después.

∆ DÍAS DESPUÉS. ∆

—Vamos, Elle, tienes que dormir ya. —Volvió a repetir la tía Amelia.

Estaba en la sala, con una manta enrollada en todo el cuerpo. Eran al rededor de las 12 y media de la noche y él aún no llegaba.

¿Dónde estás?

—¿Él no vendrá, cierto? —Pregunté, mirando el suelo fijamente, mientras los pensamientos ahogan mi mente.

—Elle, no hagas las cosas más difíciles.

—No vendrá... Jamás.

∆ UN AÑO DESPUÉS. ∆

Y sí, el jamás volvió, jamás supe de él, no sé dónde estará ahora o que estará haciendo.

Lo único que me quedó claro fue qué él jamás regresará y que se olvidó por completo de que tenía una hija a cual atender, a quién darle cariño, y no abandonarla y no darle una explicación concreta.