∆ Capítulo 2: La disculpa. ∆

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Giré mi cabeza en un movimiento brusco, no me podía creer lo que me estaba pidiendo, ¿Acaso se a vuelto loco?

—Ni loca, —dije entre dientes.

—Pues, allá tú, te seguiré fastidiando igual.

—Pues fíjate que prefiero que me fastidies a mi, que Mónica saliendo con un total imbécil cómo lo eres tú.

Al decir eso, le paso por un lado, para entrar a la casa.

—De verdad me gusta. —Dice en un tono bajo, volteo a mirarlo, y su mirada estaba perdida en el nublado cielo.

—No te creo —Digo también en un tono bajo. —Y vete olvidando de Mónica, porqué ella no te conviene.

Entonces él se voltea, enfrentándome. Llegó a unos metros de mi, tuve que alzar la mirada para poderlo mirar.

—Elle, de verdad me gusta Mónica, se que eh sido un imbécil. Pero si la razón por la cual salgo con una y con otra es por ella. Para sacarla aunque sea un puto segundo de mi cabeza. Entiéndeme, por favor.

—No confío en ti, Gerard.

—Pero si somos familia.

—Hasta la familia puede darte una puñalada por la espalda.

Él frunce los labios, da un profundo suspiro. Busqué su mirada y por un momento pude ver algo de sinceridad en su mirada.

—¿Desde cuándo te gusta? —Pregunté.

—¿Me vas ayudar? —Preguntó mirándome con entusiasmo, lleno de esperanzas.

—No, no puedo hacerlo. Al menos no por un trato.

—Me gusta desde la primera vez que la vi, —confesó.

—¿Y por qué no te le acercaste en vez de ser un idiota?

—Por miedo.

—¿Por miedo a qué?

—Por miedo a que me rechazara.

Me quedé callada, él también lo hizo, pero él apartó la mirada, lo entiendo. Tenía vergüenza, nunca en su vida ninguna chica lo había rechazado. Y él sabe muy bien como es Mónica, con carácter y con la mayor posibilidad de ser rechazado por ella.

—Entiendo que el miedo te ganara, pero lo que nos estuviste haciendo durante todo este tiempo es algo cruel de tu parte. Y no solo por mi. Gerard, hiciste sentir muy mal a Mónica muchas veces, y si realmente te gusta, y la quieres. Él que se tiene que acercar y disculparse eres tú. —Hablé, puse mi mano en su hombro y le di un ligero apretón.

—Lo sé, pero...

—No te puedo ayudar, Gerard. —Apreté los labios, —Haz lo que te dije; acércate a ella, pero no para burlarte, sino para disculparte.

Él me miró, solté mi mano de su hombro y me di la vuelta para así meterme definitivamente a la casa, dándole la espalda abrí la puerta.

—Lo siento Elle, de verdad lo siento mucho, por todo. —Susurró y me quedé paralizada, en medio en la puerta, la piel se me erizó y al momento empezó a llover.

Nunca me imaginé que Gerard se llegaría a disculpar, no sin que su corazón lo sintiera, no sin que mi tía se lo pidiera.

Lo único que me sacó del shock, fue el cuerpo de Gerard chocar con el mio, haciendo que cayera ridículamente al piso. Él se volvió a disculpar y empezó a reírse mientras me daba la mano para ayudarme a levantar.

—¡No te rías! —le reclamé mientras fulminaba con la mirada y le recibía la mano para levantarme.

—Lo siento, no fue mi intención empujarte ni mucho menos burlarme, ¡Pero no iba a quedarme allí mojándome con el agua de la lluvia.

Lo miré mal una vez más y mi tía apareció, llevaba una de sus típicas batas de abuelitas.

—¿Y ustedes dos qué hacen aquí? —Preguntó, se cruzó de brazos y nos miró mal a los dos. —¿No deberían de estar ya dormido los dos?

—Ahmm, si, ya íbamos para esa.

—¿Entonces qué hacen aquí? Mañana les toca prepa.

—Sí, ya lo sabemos, lo que pasa es que estábamos acompañando a Mónica afuera, le tuvo que irse. —Le dije.

—¿No se iba a quedar a dormir?

—Si, pero surgió algo, y tuvo que irse.

—¿Pero está bien?

—Sí tía.

—Ah, bueno. —Dejó caer sus brazos y miró a Gerard —¿Tú qué haces aquí? ¡Ya vete ya dormir! ¡Y tú también! —exclamó mirándome a mi también, pasé por su lado casi corriendo.

Al llegar a mi habitación, me tumbé en mi cama, suspiré exhausta. Sin poder creerme lo que acababa de pasar.

La verdad, la verdad, es que la vida da muchas vueltas.

∆ ∆ ∆

—¡Llegaremos tarde Gerard! ¡Apúrate! —Le grité a Gerard, quién apenas estaba bajando las escaleras.

—Calma, estaba terminando de peinarme.

—Bueno, mueve ese culo.

El me miró mal y yo lo fulminé, la relación con Gerard había mejorado mucho desde que tuvimos la charla de anoche, espero y no se convierta en un imbécil de nuevo después de ver a sus amigos.

Nos despedimos de mi tía, y salimos de la casa dirigiéndonos al estacionamiento, nos montamos en el auto de Gerard y finalmente nos marchamos.

Antes me iba en bisi, o sino caminando, y aunque Gerard y yo estudiábamos en la misma prepa, yo nunca acepté irme con él, no después de todo lo que me hacia.

Al llegar a la prepa, me despedí de Gerard y entre los pasillos buscaba a mi amiga, cuya encontré con una chica del mismo tamaño que ella, un poco más altas que yo.

Estaban hablando muy alegremente, cualquiera diría que ya me habían cambiado.

Me acerqué a ellas, y apenas Mónica me vió habló.

—¿Cómo es eso qué llegaste con el imbécil de tu primo? —pregunta, reprochándome.

Ay, si supieras que traes loco a ese imbécil.

—Ah, yo también te extrañé. Y no, no me enojó para nada que te hayas ido de mi casa anoche cuando dijiste que te quedarías a dormir. —Ironizé.

—Pérate, —me dice, volteando a ver a la chica, que por un momento se me había olvidado de su existencia. —Ella es Sam, Sam. Ella es mi mejor amiga Elle.

—Hola, mucho gusto. —Digo.

—El gusto es mío.

—Elle, Sam es nueva, dice que está esperando a su hermano, y por eso me atreví a acompañarla hasta que llegara su hermano. Y así que como tú llegaste, nos acompañaras.

—De acuerdo. —Respondí, con una sonrisa.

—Pero, después hablaremos de Gerard.

—¿De qué hablan?, me perdí, —dice tímida.

Y ahora que la detallo, sus ojos son verdes, su cabello era rubio corto hasta los hombros, piel blanca, parecía toda una chica sacada de Pinterest.

—Oye, Sam, ya volví.

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-CONTINUARA...

Ola:b
Se me dió una breve idea de dejar una nota en este capítulo solo para decirles que el capítulo va dedicado a: DanielJimenez907 gracias bro, por tomarte el atrevimiento de leer mi historia:b

A diez segundos de tocar las estrellas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora