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Por fin había llegado la Navidad, ese tiempo del año que todos esperaban con ansias. Los chicos estaban reunidos en el acogedor salón cuando Chan apareció con una amplia sonrisa, sosteniendo una caja entre sus manos. Con un gesto teatral, depositó la caja en el suelo y la abrió, revelando una serpentina de color rojo brillante.

—¿Quién quiere ayudarme a decorar la casa?—, preguntó Chan con entusiasmo.

Aunque la mayoría rondaba los 20 años, seguían comportándose como niños de siete, y la propuesta de Chan los llenó de emoción. Corrieron hacia la caja y empezaron a sacar las decoraciones para el árbol.

Entre risas y canciones navideñas, decoraron cada rincón con luces brillantes y adornos coloridos. Jisung, siempre el bromista del grupo, decidió transformar a Hyunjin en un árbol humano, envolviéndolo con guirnaldas y bolas con la ayuda cómplice de Changbin.

Jeongin, Felix y Seungmin se tomaron la tarea de decorar la casa en serio, subiendo escaleras y utilizando escaleras para los rincones más altos. Chan, mientras tanto, ayudaba con la parte superior del árbol y capturaba los momentos más divertidos en su teléfono, riendo con el corazón lleno de cariño por aquellos jóvenes que consideraba como su propia familia.




Cuando cayó la noche, decidieron dar un paseo por el vecindario para admirar las decoraciones navideñas de los demás. Salieron corriendo de la casa, jugueteando y empujándose amistosamente mientras disfrutaban del espíritu festivo que inundaba el aire.

Las parejas, como Jisung y Minho, caminaban tomados de la mano, mientras que Felix y Hyunjin compartían risas y secretos. Jeongin, el más joven del grupo, se adelantó, instando a Chan a seguir el ritmo.

—¡Chan, ven rápido!—, gritó Jeongin, volteando para asegurarse de que todos lo seguían. Pero cuando miró hacia atrás, notó que Chan no estaba a la vista.

—¿Chan?—, llamó de nuevo, frunciendo el ceño cuando no recibió respuesta.

Este estaba unos pasos atrás, contando a los chicos para asegurarse de que todos estuvieran presentes. Era algo que hacía habitualmente, recordando las veces que habían dejado atrás a Seungmin mientras se ponía los zapatos o a Felix porque se había quedado dormido en el sofá.

—¿Estamos todos aquí?—, preguntó Chan una vez que terminó de contar.

—Te estamos diciendo que vamos rápido. Odio este camino oscuro antes de llegar al pueblo, me da mucho miedo—, admitió Jeongin, señalando el sendero bordeado por un bosque que, de día, parecía encantador pero que de noche se transformaba en un lugar sombrío y misterioso.

—A mí también me da miedo—, confesó Seungmin, mirando nerviosamente hacia el bosque oscuro.

—No tienen por qué preocuparse, chicos—, intentó tranquilizarlos Chan. —Además, las parejas detrás de nosotros quieren su momento de relajación—, añadió con una sonrisa, refiriéndose a Jisung y Minho, así como a Felix y Hyunjin, quienes caminaban más despacio, disfrutando de la intimidad de la noche navideña.

Sin embargo, la atmósfera alegre se vio interrumpida por un grito repentino que resonó desde el interior del bosque. Todos se detuvieron en seco, mirando a su alrededor con expresiones de confusión y temor.

—Chan, ¿qué fue eso?—, preguntó Hyunjin, con la voz llena de preocupación.

El mayor frunció el ceño, evaluando la situación rápidamente. —No lo sé—, respondió en voz baja, sus ojos escudriñando la oscuridad del bosque. —Voy a ir delante, por si acaso tenemos que acelerar el paso—, decidió, comenzando a avanzar con determinación mientras instaba a los demás a seguirlo de cerca.

—Creo que deberíamos regresar...—, murmuró Jisung desde los brazos reconfortantes de Minho.

Chan se giró para enfrentar a los chicos, tratando de infundirles valor con una sonrisa tranquilizadora. —Chicos, es Navidad. No hay razón para tener miedo. Halloween ya ha pasado—, intentó bromear, pero esta vez no recibió las risas esperadas. En cambio, vio la preocupación reflejada en los rostros de sus amigos.

Fue entonces cuando se dio cuenta de que algo no estaba bien. Volvió la cabeza para buscar a los chicos que estaban detrás de él, pero encontró el sendero desierto.

—Chicos, ¿dónde están?—, llamó, su voz llenando el aire frío de la noche. —Si esto es una broma, no tiene gracia—, insistió, su tono ahora teñido de preocupación genuina.

Tragando saliva, sacó su teléfono móvil y comenzó a llamar frenéticamente a Changbin.

"Este contacto está fuera de línea", anunció el teléfono de forma impasible.

Llamó a Jeongin, quien siempre solía contestar de inmediato.

"Este contacto está fuera de línea".

"Este contacto está fuera de línea".

"Este contacto está fuera de línea".

"Este contacto está fuera de línea".

"Este contacto está fuera de línea".

—Felix, por favor, contesta—, murmuró en voz baja, sintiendo una punzada de angustia.

"Este contacto está fuera de línea".

Desesperado, intentó todo lo posible. Llamó a la policía local, alertando a los vecinos, pero ninguna búsqueda dio resultados.

Todos aman la Navidad.

Excepto Chan...

Sombra de un asesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora