Rudolph the red reindeer

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ERIKA

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ERIKA

—Uff, qué nervios, Esme.

—Tú tranquila, que seguro que no es un ogro —me responde Esmeralda Reindeer sentándose frente a mí.

Hemos logrado hacernos con una mesa en el concurrido local de Adele, que es una de sus muchísimas primas, y estamos disfrutando de un par de trozos de tarta, un té en su caso y un caramel latte en el mío.

Como siempre, hay una cola tremenda en la entrada. Y eso que hace incluso más frío que ayer.

—Dice que los niños son gemelos y Cambiantes de Leopardo. ¿Los conoces?

—No todos los Cambiantes nos conocemos.

—Lo sé. Pero te conozco prácticamente desde que llevábamos pañales y también sé que tu familia conoce a todo el mundo en Green Valley. Sois prácticamente el núcleo social de la ciudad.

Ella se encoge de hombros con una sonrisa.

—Cierto. Es que somos muchos. Pero, ahora que lo dices, me suena de algo... Leopard. Mmmm —pone cara de concentración—. Deja que rebusque en mi memoria, que hoy no he dormido mucho y tengo la cabeza llena de algodón en vez de materia cerebral.

—Te quedaste hasta tarde leyendo después de decirme que te ibas a dormir, ¿a que sí?

Esme suspira y asiente.

—Me conoces demasiado bien.

Le doy lo que me queda de mi mitad de la tarta porque sé que la de chocolate es su favorita y que eso la animará y ella me sonríe con cariño.

Esme cierra los ojos y sopla el vapor de su té, que le empaña las gafas de montura metálica y, al inclinarse, las numerosas pulseras y colgantes que siempre lleva, muchas de ellas regalos de personas queridas para ella, como yo, tintinean como campanillas.

Siempre que veo la pulsera de cuentas color lila que le regalé cuando teníamos seis años no puedo evitar sonreír. Nunca se la ha quitado y nunca lo hará. Es un amor de persona y la quiero un montón.

—Conocí a un Leopard hace unos años —comenta reabriendo los ojos y ahogando un bostezo—, pero creo que murió en un accidente de tráfico junto a su Emparejada. Una tragedia, ya que además eran muy jóvenes. De la edad de mi tía Kiara o así. No sabía que había más de los suyos en Green Valley —dice mientras se quita las gafas para limpiarlas con una esquina de su pañuelo de gasa de colores.

—Vaya, qué triste —me lamento con el ánimo un poco decaído al pensar en ello—. Pobrecillos. Quizá estén emparentados.

No todos los Cambiantes de la misma especie son siempre familia cercana. Muchos descienden de clanes diferentes que tienen la misma naturaleza Cambiante y el mismo apellido, pero no se conocen entre sí.

Una vez, navegando por Internet, Esme encontró un Reindeer nacido en China que no sabía que había Reindeer aquí en Canadá. Y siempre me lo recuerda.

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⏰ Última actualización: Nov 05, 2022 ⏰

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