Epílogo.

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Juliana bajó penosamente las escaleras de Dwight Private School, y se apoyó contra el pequeño muro que conducía al estacionamiento para esperar a Lexa. Ignorando por completo las hordas de los alumnos que se amontonaban por las instalaciones de la escuela, todos ansiosos por alejarse ahora que las clases habían terminado. Sacó el teléfono del bolsillo, dándole vueltas una y otra vez en la mano, se quedó mirándolo como si fuera su enemigo.

No había nada que quisiera más que llamar a Valentina, pero algo la detenía.

Durante más de un mes había hablado con Valentina tanto como pudo, pero a medida que pasaba el tiempo se fue haciendo evidente que algo estaba mal.

—Juliana —la voz de Lexa se abrió paso a través de sus confusos pensamientos, y Juliana volvió su atención a su amiga, cualquier cosa que apartara su mente de Valentina. —¿Qué pasa?

Juliana suspiró, mirando a su teléfono. —Nada —dijo con un encogimiento de hombros, poniendo lo que sabía que se veía como una falsa sonrisa, pero era lo mejor que podía elaborar por el momento, y rezó que Lexa lo dejara pasar.

No hubo suerte.

—¿No? Entonces dime por qué estás tratando de fundir el teléfono con tus ojos láser —bromeó Lexa, pero había una seriedad subyacente que la delataba como realmente interesada.

—No estoy tratando de... ugh. —Juliana resopló y lanzó una mirada matadora a Lexa que simplemente sonrió y esperó pacientemente. —Estaba pensando en llamar a Valentina.

—Entonces, ¿por qué no estás haciendo sonar ese amor empalagoso a través de las ondas radiofónicas ya?

Juliana miró su teléfono de nuevo y frunció el ceño con terquedad. —Es que... estoy tratando de pensar qué decir, eso es todo.

—Oh-Oh —se burló Lexa. —¿Problemas en el paraíso?

—¿Paraíso? Si, porque la única oportunidad que voy a tener de volver a verla es si puedo convencer a mis padres de que me lleven de vacaciones —Lexa se aclaró la garganta con intención. —O que dejen que tú me lleves, cosa que tampoco veo que vaya a pasar —reiteró. —Ya han dicho que no vamos a volver allí este verano, no quieren traumatizar a Elías. Así que la única opción que tengo es esperar a cumplir los dieciocho y tener libre albedrío, pero honestamente, ¿ves a Valentina esperando hasta entonces por un amor de verano?

—Hey, eso no es justo. No vayas poniendo palabras en la boca de la chica cuando ella no está aquí para defenderse —dijo Lexa con dureza, y Juliana se sorprendió por un segundo. —La rubia te adora y lo sabes.

—¿Sí? —Lexa asintió con firmeza. —Tal vez, al principio, pero creo que está empezando a darse cuenta de la realidad de todo. Quiero decir, ¿y si ha encontrado a otra persona? Ahora que todo el mundo sabe que es inocente tiene que tener un montón de chicas merodeándole y no estoy allí para mantener su interés, por lo que seguramente-

—Para el carro, —le interrumpió Lexa. —¿Estás diciendo que crees que Valentina va a engañarte? Porque eso es un golpe bajo amiga mía.

—No, eso no es lo que estoy diciendo. Deja de retorcer las cosas —espetó frustrada.

—Entonces explícate más claro, Juliana. ¿Qué es lo que te tiene tan asustada que te impide llamar a tu chica?

Juliana se desplomó, con los hombros encorvados. —¿Y si esta es la llamada en la que me dice que no vuelva a llamar? —admitió en voz baja, girando los ojos llenos de miedo a su amiga. —¿Y si finalmente tuvo suficiente de mí molestándole todo el tiempo?

—¿A qué viene esto, Juli? ¿Valentina ha dicho algo? —preguntó Lexa en voz baja.

—No. Bueno, sí. Bueno, no.

Deadline On LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora