Capítulo 8.

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Tumbadas en la playa y chapoteando en el mar para refrescarse. El día estuvo salpicado de largas y excitante sesiones de masturbación que dejaron a Juliana sumida en el asombro.

¿Cómo podía no haber tenido esto antes? ¿Era esto de lo que las otras chicas no paraban de hablar? Para Juliana, poner todo lo que ella y Valentina compartían en la misma categoría que la forma en que Lexa miraba a su último ligue era insultante y desmoralizante. No, era más que eso, por lo menos para ella y esperaba que también para Valentina.

Durante tres días, había tenido la mejor época de su vida en compañía de Valentina. Ella era divertida, tenía una inteligencia que trataba de ocultar, y era considerada; siempre asegurándose de que Juliana estaba bien.

A veces se metían mano, pero Valentina siempre tenía cuidado de asegurarse de que estaba cómoda y no estaba siendo empujada o presionada. Su corazón se estaba llenando rápidamente de afecto por la rubia de aspecto duro, que llevaba una máscara para el resto del mundo, pero no con ella.

Entonces un día no se presentó. Juliana vagó entre los árboles, esperando con anticipación a que Valentina le atrapase desprevenida como siempre hacía, la mayor era silenciosa como un gato. Después de una hora, se había dirigido a la playa, le llevó un poco más de lo normal encontrarla por su cuenta, pero lo hizo, sólo para descubrir que estaba vacía.

Su corazón se hundió, pero no estaba segura de sí molestarse porque le había plantado o si preocuparse de que algo anduviera mal. Se inclinaba por lo último.

Corrió a casa, recordando que había dado a Valentina su número de móvil y quizás le había llamado, pero no había nada y no supo qué hacer. No podía vagar por la espesura todo el día sólo con la esperanza de que Valentina saltara sobre ella y sabía que si esperaba en su casa se delataría y sería arrastrada fuera con la familia o, dios no lo quiera, al club.

Se le ocurrió que podría tratar de buscar la tienda donde a Valentina le hacían trabajar a veces, pero honestamente no tenía idea de cómo llegar a ella o cómo se llamaba. ¿Y si salía y Valentina se presentaba porque simplemente se había retrasado? Y seguramente si hubiese tenido que trabajar Valentina le habría llamado para avisarle, ¿verdad?

Por último, agarró su móvil y comenzó a atravesar la espesura de nuevo, de regreso a la playa. Si Valentina iba a aparecer estaría allí esperando ¿y si no lo hacía? Bueno, esperaba que le llamara y le dijera lo que estaba pasando.

Valentina no hizo ninguna de las dos cosas. Juliana se sentó en esa playa todo el día cada vez más y más preocupada y frustrada según pasaban las horas, incapaz de hacer nada al respecto.

Hacía mucho que había oscurecido cuando se fue a casa, agotada de tanto estresarse. Tenía grandes esperanzas de que Valentina estuviera allí esperando por ella, alguna explicación razonable a mano, pero una vez más se sintió decepcionada.

Tuvo que sentarse a cenar con su familia, tratando de no parecer completamente triste y teniendo que inventarse cosas que contar a sus padres sobre que había estado haciendo todo el día. En realidad, no veía la hora de retirarse a su habitación y enfurruñarse por el resto de la noche, rezando para que Valentina apareciese mañana.

Juliana no estaba segura de que la despertó, no es que hubiese estado durmiendo profundo de todos modos; había tardado horas en finalmente caer. Su reloj le dijo que eran las tres de la mañana, y gimiendo se dejó caer hacia atrás contra la almohada.

Un súbito sonido de arrastrada de pies llegó desde el porche, provocando que se sentara muy erguida y escudriñara la oscuridad. La puerta seguía cerrada como lo estaba cuando se fue a la cama, pero había una figura familiar acechando fuera y su corazón dio un salto.

Deadline On LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora