Capítulo 11.

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—¿A dónde vamos?

Habían estado caminando por la playa por siglos y las piernas de Juliana estaban cansadas, pero Valentina mantenía sus manos fuertemente entrelazadas, sujetándola cerca. Cuando volvió a mirarle sus ojos brillaban de emoción y el corazón de Juliana dio un vuelco.

—Te voy a llevar fuera —dijo de nuevo. Esa era la única explicación que había recibido desde que Valentina le recogió esa mañana.

Gruñó, pero siguió a su novia. No dejaba de pensar en Valentina como eso, su novia, pero no tenía idea de si la ojiazul sentía que eso es lo que eran, y no tenía el coraje de preguntarle. Sentía que se haría añicos si la rubia decía que no.

Cuando le había contado a Valentina el interrogatorio de su madre por el preservativo, esta se había reído, haciendo que pusiera un puchero ya que había esperado un poco de simpatía, o que al menos se preocupase un poco igual que había hecho ella. Pero Valentina simplemente lo encontró realmente gracioso, y después la hizo ruborizar cuando dijo que tendrían que tener más cuidado para ocultar las evidencias en el futuro.

También le había dicho a Valentina que Elías las había visto besándose y que estaba muy sorprendida de que él estuviese tan bien con todo. Valentina se limitó a declarar con voz diminuta que los hermanos podían ser así, por lo que Juliana se sintió como una mierda por sacar a colación un tema doloroso.

—¿Aún falta mucho?

—Eres una impaciente ¿no? —Valentina sonrió, deteniéndose para tirar de ella en un beso.

—Sólo cuando no sé a dónde voy —estaba enfurruñada, lo sabía, pero no le importaba y Valentina parecía encontrarlo entrañable, así que no sintió la tentación de parar de estarlo por lo pronto.

—Ya llegamos, Juls —murmuró Valentina contra sus labios. Juliana frunció el ceño y miró a su alrededor, estaba confundida. Todavía estaban en la playa, lo cual no tenía ningún sentido.

—¿Dónde? —cuestionó.

Valentina sonrió y le giró de espaldas al mar. Fue entonces cuando Juliana se dio cuenta de que había luces brillantes justo delante, destellando incluso en la luz del día, rodeadas por el débil sonido de gritos, risas, máquinas repicando y timbres.

—¿Una feria? ¿Me estás llevando a una feria? —Permaneció sorprendida mientras Valentina la conducía el resto del camino hasta que pudo ver una pequeña noria, una montaña rusa y muchos pequeños juegos en la playa de estacionamiento.

No estaba muy llena y parecía un poco mal cuidado, pero aun así provocó su entusiasmo y rebotó sobre los dedos de los pies por la anticipación.

—Este sitio ha estado en funcionamiento durante todo el tiempo que puedo recordar y es barato como el infierno. Hay una nueva en la parte más rica de la ciudad, así que no es muy probable que nos encontremos con alguien que nos conozca. —Había esperanza en los ojos de Valentina mientras permanecía de pie en espera que Juliana dijera algo, diera una opinión.

—Esto es... ¡Dios mío, esto es increíble! —Juliana se lanzó hacia Valentina, afortunadamente la rubia la atrapó, abrazándola con fuerza a cambio —es perfecto, muchas gracias.

—Sólo quería hacer algo, ya sabes, antes de que Lexa llegue mañana.

Juliana notó el énfasis en el nombre de Lexa, pero prefirió ignorarlo, demasiado ocupada con el gozo emocionante que la recorría.

—Oh, dios mío, eres la mejor novia del mundo.

Palideció al darse cuenta de lo que acababa de decir. Examinó a Valentina, esperando a que cambiara de opinión, que dijera que se iban o algo peor, pero Valentina tenía una pequeña sonrisa curvando las comisuras de su boca.

Deadline On LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora