Gaia

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:SUNDANCER AQUÍ APARECIENDO ALEATORIAMENTE CON UN AVISO:

Considero que debo notificar que este capítulo contiene temas delicados sobre lesiones auto infligidas y muerte que pueden incomodar a algunos lectores.


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El agua del mar cambiaba su temperatura y el viento comenzaba a soplar incesantemente anunciando la proximidad a una isla otoñal, después de 4 largos días parecía que pronto llegarían a su destino.

Una mirada intrigada apareció en Bepo al percatarse que ninguna de las agujas de su log pose apuntaba a la isla, siendo una de las pocas que no poseen un campo magnético.

_Parece ser que este lugar no suele ser visitado por foráneos_ Pensó para si mismo, notando que el lugar carecía de puerto.

Los uniformados salieron emocionados a cubierta para ver el destino donde apuntaba la vibre card quedando sin palabras por la belleza de su entorno, el agua era en extremo cristalina logrando admirar incluso los moluscos que habitaban en las profundidades, mientras en las cercanías podían apreciar una bella isla de edificios blancos con techos azules y un lujoso palacio en el punto más alto.

La poca profundidad de la orilla no permitía acercarse más al Polar Tang por lo que tuvieron que anclarlo en el claro más cercano y continuar su camino a pie disfrutando del agua helada como en su tierra natal, causándoles un poco de nostalgia. El único que no parecía fascinarle tanto era a su capitán sintiéndose ligeramente débil por el efecto del agua marina.

—Que problemático —Quejó cansado

—¿Tú no te sientes débil Yagi-san? —El rubio negó con la cabeza

—Qué raro, el kairoseki te afecta, pero el agua no. —Comentó Uni.

—Recuerda que nadó de regreso idiota...

¿POR QUÉ DEBERIA AFECTARME?

—Los usuarios de frutas del diablo son débiles contra el agua... les drena la energía y les hace incapaces de nadar.

—Se hunden como martillos en el agua.

PERO MI PODER NO PROVIENE DE UNA FRUTA. —Aclaró el héroe, siendo observado de reojo por Trafalgar que trataba de comprender el poder del rubio.

Bajo la arena se lograba notar un delicado piso en escala de grises con vidrios incrustados, que combinaba con los techos de las construcciones pareciendo ser de cristal reflejando los colores del mar.

Siguiendo su camino podían apreciar con mayor detenimiento las bellas calles decoradas con árboles naranjas que tapizaban el sendero con hojas en tonalidades cálidas guiándolos hacia el interior de la ciudad que parecía llevar acabo un festival.

—¿Escuchan eso? —Preguntó Uni

—Es una canción muy reconfortante —Expresaron sonrojados.

—¿Crees que hoy sea algún evento especial?

—Espero que tengan comida, estoy muriendo de hambre —Gimió Bepo

Un dulce sonido se escuchaba por las calles calmando a los uniformados mientras eran atraídos hasta el origen de la hermosa melodía, arribando hasta una amplia plaza donde la multitud se encontraba reunida alrededor de una gran fuente repleta de flores con una estatua amorfa sobresaliendo en el centro.

Los piratas se acercaron a ver qué ocurría notando que dentro de la fuente posaba el cuerpo de un anciano convaleciente siendo atendido por lo que parecían ser familiares mientras el resto de la gente tarareaba esa bella melodía transmitiendo paz a los presentes.

El Milenio vacíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora