Aki permaneció en silencio y avergonzado, luego de haber hecho la pregunta.
-¿Apellido? ¿Qué es eso?- preguntó Power mirandolo. En todo lo que recordaba de su vida, nunca tuvo un apellido.
-Pero si ya tuve uno... -dijo Denji no muy feliz de recordarlo. Un apellido que se sentía ajeno.- No lo veo necesario. Los apellidos no sirven.
Aki por fin los miró a los ojos. Los menores no podían entender del todo la renuncia a la soledad.
-Los apellidos son un nombre en común que tienen las familias- respondió a Power.- Sig... significa que siempre tendrás un lugar donde volver, una familia a la que pertenecer...
Denji comprendió a su manera. Las mejillas rosadas de Aki le hacían percatar de que era un tema importante y delicado para él.
Y valía mucho más importante porque no compartían la misma sangre. Aki, Power y él decidieron elegirse, decidieron pertencerse.
Eran una familia en sus corazones y acciones, pero tener y aceptar un apellido confirmaba que todos compartían sentimientos recíprocos.
-Me... me parece bien. ¿A ti... a ti no?- miró nervioso a la rubia, y saboreo las próximas palabras como un sueño.- ¿Hayakawa Power?
Ella tenía una vaga idea de lo que significaba ese momento. Aki era Hayakawa. ¿Si Denji y ella se llamarían Hayakawa... significaba que los tres serían uno?
Solo concluyó que no quería vivir alejada de ellos y nyako; la simple idea la perturbaba. La respuesta siempre sería, si, deseaba que ese fuera su lugar al que siempre pudiese volver.
-¡Claro, Hayakawa Denji! ¡Todos Hayakawa!- gritó alegre, y un minino se acercó por los agradables sonidos que escuchaba y subió a los brazos de su amiga.- ¡Hayakawa Nyako!
Aki movió rápidamente las manos y se secó las pequeñas lágrimas que su corazón le enviaba con un apretujon.
Darles su apellido era permitirles ser dueños de partes de su corazón. Darles su apellido significaba empezar de nuevo.
Significaba ser familia ante los ojos de todos, significaba que ya no estarían solos.
-¿Qué quieren cenar?- Aki se levantó listo para cocinar algo delicioso. Una pequeña sonrisa se presentaba en sus labios.
Por primera vez en muchos años.
Una sonrisa que se debiera a algo bueno que le pasara en su propia vida.
-¡¡Carne!!- gritó el demonio de la sangre con su gato en brazos.- ¡¡Hayakawa Power y Hayakawa Nyako quieren carne!!
Denji aún no podía creerlo, ¡era algo simple!
Pero tan reconfortante...
Pretenecerle a alguien y que ellos le pertenecieran.
Hasta Pochita parecía haberse movido en lo profundo de su cuerpo.
Sin duda nunca olvidaría esa noche.
Porque se sentía muy amado...
