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Una de las cosas buenas que tenía el Internado One Piece era el hecho de que si era necesario, cada uno de los bloques residenciales tenían una cocina para aquel que quisiera hacerse algo de comer. Lo normal es que comieran lo que se preparaba en el buffet de la cafetería, pero siempre había quien se quedaba con hambre o que llegaba tarde, por lo que se implementó aquella opción.

Aquella noche, mientras (T/N) estudiaba, sus tripas empezaron a rugir con furia haciendo que despegara los ojos de su libro para darse cuenta de la hora que era. Las once de la noche. A esa hora el buffet ya estaba cerrado, por lo que tenía dos opciones: o se quedaba sin cenar o iba a la cocina de su residencia a hacerse algo.

Al principio eligió la primera opción pero cuando su vista empezó a fallarle, suspiró y se levantó dispuesta a irse a preparar algo. Se tumbó en la cama suspirando para después levantarse y colocarse una chaqueta para poder salir.

Una vez fuera de su cuarto, se estiró bostezando y emprendió camino hacia la planta baja ya que ella dormía en la tercera planta. Tan metida estaba la chica en sus pensamientos que no se dio cuenta de un chico que corría directo hacia ella. Tampoco es que el chico se fijara mucho ya que miraba hacia atrás mientras una pelirroja con cara de enfado que le perseguía por haberle hecho una broma un tanto pesada. Pero la carrera de aquel chico terminó cuando chocó contra (T/N).

La chica dejó escapar un pequeño gritillo cuando chocó contra el chico acabando en el suelo. ¿Es que la gente no ve por donde pasa? Aunque ella tampoco podía decir mucho ya que si no hubiera estado distraida, no hubiera acabado en el suelo. Subió la mirada para ver contra quien se había chocado y se quedó sin palabras.

Justo delante de ella se encontraba un chico alto, de pelo oscuro que llevaba un sombrero demasiado reconocible sobre la cabeza. Había chocado con nadie más que Monkey D. Luffy, la persona que creó el grupo de los Mugiwara. La chica se quedó totalmente en silencio mientras el chico se llevó la mano a la nuca y le pedía disculpas. Realmente se veía apurado, sobre todo se nota en su pecho, que subía y bajaba de forma rápida indicando que había llegado a aquel lugar corriendo. La pregunta que (T/N) se hacía era el porque de esa situación. Que ella supiera, el chico no dormía en su misma planta, sino otro de los Mugiwara. Tal vez iba a contarle algo con mucha prisa. Tampoco es que fuera a hacer preguntas. (T/N) volvió a la realidad cuando escuchó la voz del chico pidiendo disculpas.

-Perdona, no te había visto, estaba huyendo de alguien. Nos vemos.

Sin decir nada más, el chico salió corriendo y empezó a aporrear una puerta hasta que esta se abrió, metiéndose rápidamente en esta. La chica alzó una ceja y miró al frente por si veía a la persona que había estado persiguiendo al sombrero de paja, pero no había nadie allí. Suspiró mientras se levantaba maldiciendo a aquel chico. No necesitaba mentir, si iba distraído no iba a decirle nada. Negando levemente con la cabeza, continuó con su camino hasta la cocina mientras se rascaba la cabeza.

Se notaba que se acercaba el fin de semana, ya que había grupos de chicos y chicas hablando de la siguiente fiesta que se haría aquel viernes. No tenía para nada pensado ir. No le gustaban ese tipo de cosas sobretodo recordando su primer año allí, además que tanto ruido y las bebidas que habrían en el lugar seguro que hacían que sus neuronas se atontaran. Prefería quedarse en su cuarto, leyendo, viendo una peli o hablando con alguno de los amigos que tenía fuera de aquellos muros.

Dejó atrás el bullicio de las conversaciones sobre que llevarían o a quien seducirían esa noche, para poder ir por fin a aquella cocina. Como esperaba, no había nadie allí. Mejor para ella, asi no tendría a nadie mirando o molestándola. Se detuvo unos segundos para decidir que debía hacer. Sería algo sencillo y rápido para poder volver lo más rápido posible a su cuarto.

Tres por el precio de unoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora