I: Ojos de Color Extraño

54 22 8
                                    

Dos años después...

—Lindsey, deberías apurarte un poco, ¿no crees? —pregunta Diane, mi hermana mayor, con voz cansada desde la puerta de la habitación.

Volteo los ojos por quinta vez desde que llegó.

Diane vino por mí para ir a una fiesta universitaria, de esas que son un descontrol total, pero que tienen gran fama en el campus.

Termino de maquillarme rápidamente. Me miró en el espejo; me gusta el resultado.

Voy con un top plateado y una falda corta negra, sandalias de tacón negras con detalles en plateado. El cabello castaño claro —que fácilmente podría confundirse con un rubio miel— lo llevo recogido en una cola de caballo elegante. El maquillaje es simple; un poco de rímel, delineado —que hace resaltar mis ojos grises— y brillo labial.

Sonrío a mi reflejo en el espejo, en lo que me giro hacia Diane.

—Bien; estoy lista.

—Gracias al señor —exagera ella—. Llevo mucho más maquillaje que tú y terminé primero. Ya entiendo a mamá cuando dice que eres una tortuga.

Volteo los ojos una vez más.

*****

Al llegar, la fiesta ya está bien avanzada. Son más de las diez de la noche.

Suena una canción de Ed Sheeran, el ambiente se siente bien. Algunas personas ya están borrachas y otras van en camino.

Diene me agarra de la mano y avanzamos entre la multitud hasta llegar a las bebidas, donde Diane nos pide un cóctel sin mucho alcohol y la miro extrañada porque a ella le encanta beber, sin llegar a mucho, claro.

Ella nota mi mirada y rueda los ojos.

—¿Qué pasa, hermanita? No quiero emborracharme tan rápido.

Frunzo el ceño y la miro con desconfianza, mientras doy el primer trago a mi bebida, que, por cierto, está muy buena.

—No te creo nada.

Ella ríe por lo bajo, pero se calla abruptamente cuando comienza a sonar No Tears Left To Cry de Ariana Grande.

—Necesito bailar esta canción —dice y se va a la pista de baile sin esperar respuesta.

Río por su comportamiento; siempre he pensado en Diane como mi hermana menor y, a la vez, mayor; es raro, pero, a veces, se comporta como una niña y, a la otra, es la reina de la responsabilidad. Pese a eso, la amo.

Sigo bebiendo hasta que han pasado tres canciones y la mitad de cóctel más, de la que todavía me encuentro bebiendo pero pienso dejar a medias.

Estoy un poco achispada, pero todavía me ubico. La verdad es que soy muy mala copa, me pongo ebria de nada; al contrario, Diane sí que es buena copa.

De repente, una persona se sienta a mi lado, pero no presto atención hasta que siento un aroma algo cítrico y masculino. Nunca lo había sentido, pero me gusta.

Me giro para ver de dónde proviene, y me quedo ¿embobada? -si es que esa palabra abarca como me siento-.

Mis ojos ven a un chico alto y castaño, que está sentado en la banca de al lado. Está hablando con otro chico, que también es muy guapo, pero mi vista se queda en el sexy castaño de porte atlético.

Él debe notar mi mirada, porque se gira hacia mí con el ceño fruncido. Y, como pura idiota, me le quedó viendo fijamente, aún cuando puedo sentir mis mejillas sonrojadas; porque cuando nuestras miradas conectan, siento la electricidad por todo mi cuerpo.

Sus ojos de un color extraño -no sé si definirlos como azul o verde-, muy claros, se me quedan mirando. Me recorre con la vista, pero enseguida devuelve su atención al chico con el que antes hablaba.

¿Qué diablos ha sido eso? Me he sentido ¿electrificada?, ¿encantada?, ¿hechizada por su mirada?, ¿por su maravilloso cuerpo?

¡Dios santo! ¡¿Qué ha sido eso?!

¿Tu cuerpo reaccionando al de esa belleza antinatural, sobrehumana?

¿Eh?

¿Te ha dejado tan tonta que no recuerdas?

¿De qué hablas, conciencia?

De que casi te lo follas con la mirada.

¡¿Qué?! ¡Eres una pervertida!

Eso ya lo sabíamos, pero gracias por recordárnoslo, querida mía.

Ok, esto es muy raro. ¿Por qué me he sentido así? Es cierto que está bueno, muy bueno.

Y sexy, atractivo, sensual, follable... ¿Sigo?

No, gracias. Lo he entendido a la primera.

Pero es que lo que no entiendo es: ¿por qué no he apartado la mirada? Cualquier persona con vergüenza lo haría. Digo, me le he quedado mirando descaradamente y él se ha dado cuenta.

—¡Lindsey! —escucho a mi hermana llamarme.

Miro por última vez a donde estaba el chico, pero ya se ha ido. Así que me giro hacia Diane, que viene con una sonrisa radiante.

—Hola, hermanita —saluda animada.

—Hola a ti —le devuelvo el saludo, frunciendo el ceño—. ¿Por qué tan alegre?

—Cosas de la vida —responde encogiéndose de hombros sin perder la sonrisa.

—Ok —contesto riendo por su, muy de repente, alegría.

De un momento a otro, me siento observada. Me giro repasando a los presentes —que son muchos, demasiados— con la mirada. Pero no veo a nadie, así que le restó importancia.

Aunque no dejo de sentirme así cuando, después de un rato, Diane y yo bailamos, divirtiéndonos mucho.

****
Nota de la autora: holaaaa, como están???

Aquí les traigo el primer capítulo. Espero que disfruten leyéndolo, tanto como yo disfruté escribiendo el primer encuentro de nuestros protagonistas <3

PD.: la imagen en multimedia son los ojos de nuestro chico <3

Sin más preámbulos, los quiero.

Clau <333

Anhelo ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora