unholy

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Desde que Helaena y Aegon se quedaban en cuartos separados las noches eran mucho más interesantes para los tres amantes. Una vez que los niños estaban dormidos y al cuidado de sus nodrizas, mediante algunos pasadizos que conectaban la recámara de Aemond y Relaella con la de Helaena, los Targaryen se permitían disfrutar de los placeres de la carne.

Esta era una de esas noches. Sus cuerpos calientes y sudados sobre lo que en algún momento fue una cama pulcramente tendida, Relaella sentía sus piernas temblar por las duras embestidas de Aemond, quien podía oír compartía húmedos besos con la mayor de sus hermanas, mientras que su boca se encargaba de darle placer a la mayor.

Oh, su dulce Helaena. Sus pequeños sollozos de placer la hacían querer arruinarla tan mal. El sabor de sus jugos en su lengua era de sus cosas favoritas. Las mejillas rojas, su piel marcada por chupones y pequeñas mordidas, sus rizos blancos despeinados y sus pezones hinchados de la estimulación. Helaena nunca se vio mejor a sus ojos.

Reaella dio una última succión al clítoris de su mujer para después darle una suave palmada en el trasero, indicandole que se levanté al sentir que Aemond estaba cerca.

La mayor acató la orden de su pareja, con una mirada de incertidumbre. Ella amaba esta posición.

Aemond, quién había salido de su esposa, comprendió la idea cuando ella se recostó con las piernas abiertas en el respaldo de la cama con Helaena entre sus piernas. Por lo que se apresuró a ir con ellas y reanudar las embestidas, siendo la mayor quien tenía al príncipe entre sus piernas.

Relaella, detrás de su hermana, se dedicaba a besar su cuello y acariciar con rapidez su clítoris.

—Te verás tan linda con nuestros bebés, toda hinchada y sensible—murmuraba compartiendo una rápida mirada con su esposo, quién casi se sintió venir con la idea—Lo recuerdas, ¿verdad, Aemond? Lo sensible que estuvo cuando estaba embarazada de los gemelos. Lo mucho que lloraba para que la follemos—gimió ante los recuerdos de esas noches, posando una de sus manos en sus pechos.

Helaena finalmente llegó al clímax casi al mismo tiempo que su hermano, retorciéndose entre los brazos de su mujer, quien seguía estimulando su clítoris a un ritmo más calmado, con el fin de extender su orgasmo lo más posible.

—Tú...tú no acabaste—sus dulces ojos se dirigieron a su hermana, mientras que una de sus manos acariciaba el cabello de Aemond, quien no había salido de ella y descansaba sobre su pecho.

—No te preocupes, niña bonita. No será la última vez que lo hagamos esta noche—respondió extendiendo su mano para acariciar la espalda de su esposo mientras dejaba que Helaena dejara pequeños besos en su cuello.

Aemond, quien creían estaba dormido, dejó escapar una pequeña risita al sentir como palpito el interior de su hermana ante la idea de más rondas.

𝘭𝘰𝘷𝘦 𝘴𝘵𝘰𝘳𝘺 [aemond x helaena x ocfem]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora