Capítulo 5: Estoy gritando por dentro.

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Hannah.

Sonrío un poco con la foto en mi celular.

Me la envió una chica llamada Maddie. Josh y Austin me dijeron que el día que se reconciliaron yo me emborrache un poco... Bueno, dicen que estaba totalmente ida y que les pedí que me consiguieran amigos.

Josh me pasó el número de la hermana de un chico con el que trabajaba, lo que le agradecí con una sonrisa cuando en realidad quería darle una patada y decirle que era idiota.

Su intención era buena, pero ¿acaso se preguntó a sí mismo cómo iba a iniciar yo la conversación?

Guarde su número en mi celular y lo deje por varios días.

Lo que no sabía es que a ella también le dieron mi número y me sorprendió enormemente cuando el otro día me envió un mensaje que decía: ¿te gustan los lugares en los que nieva?

Fue algo raro, la verdad. Pero me concentré y le respondí.

En realidad borre y reescribí el mensaje al menos cinco veces y de todos modos, cuando lo envié, sentí que estaba mal hasta que ella me contestó con un: ¡Es que se congela el culo!, y pude respirar tranquila porque no había contestado mal.

Tampoco hablamos a diario. Aunque un día le enseñe maldiciones en español, a mí las dijo Josh cuando regresó de sus viajes. No obstante, de vez en cuando intercambiamos un mensaje y es divertido.

No como yo, que soy aburrida.

Maddie: ¿Está mal si quiero que dos personas que se acaban de conocer se casen?

Rio un poco, lo que hace que mi madre a mi derecha levante la vista por breves segundos.

El mensaje va acompañado de la foto, en la que aparecen una bonita pelirroja y un lindo chico con vitiligo.

Nah, no creo.

Cuando yo leo un libro, algunas veces apenas se dicen hola y yo ya los quiero ver con un montón de hijos.

Maddie: ¡me pasa con las películas!

Maddie: bueno, con algunas.

Maddie: Y que bueno, porque comenzaba a sentirme como una rara. Te informaré de sus avances, por ahora, ambos se han dado sonrisas bobas.

Esa es sin duda una buena señal.

—¿Con quién hablas?—pregunta papá y levanto la vista de mi celular.

Desde que Josh se fue, intentan cenar una vez a la semana conmigo. Es raro porque en realidad ellos están en sus celulares al igual que yo.

—Una conocida que vive en Maine. ¿Y tú?

—Revisaba algo del trabajo... Así que esta chica...

—¿Sí?—lo instó a continuar.

Dejo por completo mi celular en la mesa al ver que él se remueve incómodo compartiendo una mirada con mi mamá desde el otro lado de la mesa, y esta se aclara la garganta.

—Que no somos tan cerrados, eh.—comenta ella.

—¿Y eso qué quiere decir?

—Bueno, hija, lo que tu madre quiere decir es que... Ah... Pues si te van las chicas, todo bien. Te apoyamos.

Esto es aún más raro cuando de un puño al aire en señal de éxito.

—Me gustan los chicos.

—¿Segura?

El cliché que somos juntos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora