Capítulo 33: A mil millas de distancia del día que empezamos.

534 46 61
                                    

Febrero, 2021.

Hannah.

—No olvides conectarte a tus sesiones individuales. Sé que te vas a mudar, pero aún necesitas continuar con la terapia y en dos meses te quiero aquí para control.-me repite Noah mientras yo no puedo contener la emoción.

Hoy me dan el alta.

—Lo haré, lo prometo.

Suspira, dándome una pequeña sonrisa.

—Sabes que se te recomendó no irte a vivir con Charlie...

—Lo sé, estaremos controlados y si en nuestras próximas citas ven que no es sano, nos van a separar.

Una clase de regla o recomendación es que al salir no tenga contacto con los amigos que hice aquí, lo que en mi opinión es muy tonto porque en verdad les tomé cariño a muchos de ellos. Así que cuando se enteraron de que Charlie y yo planeamos ser roomies, no les pareció, pero es que yo siento que nos hace bien.

No es que yo vaya a estar al pendiente de su alimentación o él de la mía, nada de eso, y sé que tampoco nos vamos a dar consejos o tener una recaída por tener los mismos hábitos.

De hecho, a mí se me hace imposible la sola idea de sugerirle a alguien las cosas que yo llegué a hacer para bajar de peso. Tener un trastorno alimenticio es una clase de infierno que no le deseo a nadie.

Así que al final Charlie y yo lo vamos a intentar con controles. A él lo dieron de alta hace ya un par de semanas y la verdad sí lo extrañé un poco.

Noah me da unas recomendaciones más antes de darnos un breve abrazo.

—Disfruta tu vida, Hannah, te lo mereces.-me dice como despedida antes de dirigirnos a la sala común, en donde ya está mi maleta y mis cosas.

Con lágrimas en los ojos, me despido de las personas que fueron una gran compañía y se podría decir que una familia para mí en estos últimos casi ocho meses, pues al menos que la vida algún día nos reencuentre, lo más seguro es que no los voy a volver a ver.

La verdad es que no doy un discurso, no se me ocurre nada para decir, solo desear que ellos también sean dados de alta pronto.

Escuchando sus obligatorios aplausos, tomo mi maleta y salgo de la casa en compañía de Maya.

—Gracias por todo, Maya.—le digo al llegar a la puerta.

—No hay nada que agradecer. Sé feliz, Hannah.

Quizá estoy exagerando porque aún tengo que venir a controles por un tiempo para evitar recaídas, pero igual le doy un breve abrazo antes de salir de ahí.

Me siento libre.

Afuera ya están mis padres y hermanos, esperándome.

De inmediato empiezo a darles abrazos a todos, porque en verdad los extrañé y como que hoy ando muy nostálgica.

—Estamos muy orgullosos de ti.—dice papá, al apartarme.

—Quizá sueno muy engreída, pero yo también.

—Siempre has sido engreída, no te preocupes.—me molesta Josh.

Austin me ayuda a subir mi maleta a la cajuela. Esperaba ver a James también, pero es mi mamá la que conduce camino a casa.

Yo me dedico a ver por la ventana, notando lo mucho que necesitaba estar afuera. Tampoco voy a mentir, da mucho miedo ya no tener ninguna clase de control estricto, pero también emociona.

Volteo a ver a mamá a través del espejo retrovisor, sus ojos se achican con la sonrisa que me da.

Aún falta recuperación, sé que básicamente solo aprendí a vivir y luchar contra mis trastornos, pero siento que lo logré.

El cliché que somos juntos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora