Capítulo 7: Tu último primer beso.

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Hannah.

Me voy a morir.

Malditos cólicos de mierda.

Estoy en posición fetal en mi cama, como llevo desde esta mañana tras cambiar mis sábanas con solo algunas paradas para cambiarme, pues desperté sobre una mancha de sangre.

Esa fue la principal razón por la que decidí darme el día libre en la escuela, que me desperté tarde y debía bañarme, por lo que preferí no ir y descansar.

Aunque mis cólicos son fuertes, también son algo intermitentes y puedo pasar bastante rato sin ellos.

Por lo regular mi segundo día de período es así: más abundante y doloroso. Incluso ya fui al ginecólogo, descartó endometriosis, pero sí me encontró un par de quistes que en ocasiones hacen que mis cólicos sean un tanto más fuertes.

Dijo que no eran muy grandes, que lo mejor era esperar un tiempo para ver si se desaparecen, de no ser así él decidirá si se puede tratar con medicamento.

Al menos creo que he descubierto que si no me muevo, el dolor disminuye.

Y el otro punto positivo es que el libro que estoy leyendo está muy bueno. 

Romance, enemies to lovers, como me gusta.

Estoy en una parte muy celosamente interesante cuando Nora abre la puerta de mi habitación.

La puerta está en la misma pared que mi cabecera, por lo que camina hasta estar enfrente de mí, viéndome con sorpresa, algo de reproche y bastante confusión.

—¿Qué hice?—pregunto.

—Siempre me platicas que no sé quién le dio a quien sabe quien como cajón que no cierra; cosa que la verdad no entiendo, ¿pero esto te lo callas?

En mi defensa, le llegué a contar eso porque fueron más de quinientas páginas de tensión que por fin se rompió, además de que creí que no me escuchaba.

—¿De qué me hablas, Nora?

—Te están buscando abajo, debes ir.

Pedí una pizza hace rato. Suelo tener mucha hambre de cosas extremadamente grasosas al estar en menstruando, pero como sigo a dieta, la pedí de vegetales, no he desayunado ni comido, además de que planeo ingerir solo una rebanada y dejarle el resto a Nora.

—¿Puedes atender tú?

—¿Y qué se supone que debo decirle?—dice incrédula.

—Solo debes recibirlo, no te preocupes.

Lo piensa yéndose a la puerta, pero regresa para señalarme de manera amenazadora.

—No. Tú tienes que ir. Mi trabajo solo es limpiar y hacerte de comer, eso es tu vida y responsabilidades.

Niego, algo decepcionada de que no pueda hacerme el maldito favor de recoger mi comida.

Cambio de planes, el resto de la pizza se la daré a James o a Arthur, el vigilante.

—Bien, ya voy.—respondo dejando mi libro en la cama.

Me pongo de pie con lentitud porque siento que si no me voy a desangrar, tomo mi cartera de la mesita para dar una propina, ya pague la pizza con tarjeta.

Camino rodeando la cama, pero Nora me detiene antes de siquiera estar cerca de ella.

—¿Vas a recibirlo vestida así?

Bajo la vista a mi ropa y bien, no me veo nada agradable en estos momentos. Tengo el cabello en una coleta revuelta, una sudadera que le robe a Josh de su closet y que por lo tanto me queda bastante grande y unos pantalones cómodos.

El cliché que somos juntos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora