{1} Compromiso

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──¡Ya te expliqué, Damien! Un día yo ya no voy a estar aquí, y tú necesitas una reina que gobierne contigo. Necesitas tu consorte.

El pequeño Damien, príncipe del Inframundo; jugaba videojuegos tirado sobre el suelo de la sala. Odiaba ese estúpido sofá de flores, así que prefería el suelo.

Pero su papá decidía interrumpir su importantísima partida online solo para seguir insistiendo con una estúpidez en la que llevaba rato jode y jode.

──Déjame en paz. No conozco a ninguna niña.

Respondió el niño con simpleza y sin ganas, sin despegar la vista del televisor y moviendo sus dedos en el control de forma experta.

──No dije que tenía que ser una niña. Dije que será tu reina, pero no importa el género que sea, igual será tu reina.

──¡Jódete, anciano! ¡Puedo ser un rey solitario!

Para esto si elevó el tono, pues la verdad era que su padre ya tenía mucho rato con lo mismo y ya lo tenía harto, insistiendo con algo en lo que Damien no tenía ningún interés. ¡Tenía solo diez años, por favor!

Pero Satán frunció el ceño.

──¡Oye, no le hables así a tu padre, jovencito! ──meneó el dedo índice frente a él── Ahora por tu irreverencia, estás castigado.

──Me vale verga.

Esa contestación y falta de respeto solo hizo que el diablo se enojara más.

──Castigado sin poderes.

──¿¡Qué!?

Solo con eso lo hizo reaccionar, pues ya se lo había hecho antes cuando se portaba mal, así que en cuanto Damien escuchó el tronar de unos dedos demoníacos, de inmediato se preocupó.
Dejó su control de lado e intentó rápido hacer fuego con sus manos. Tal cosa no funcionó.

──¡Oye, idiota! ¡Devuélveme mis poderes!

Gritó, dejando su juego de lado ahora sí por completo, para volver puños sus manos y encarar a su padre.
Se paraba de puntillas en un intento ridículo de verse imponente.
A Satán le parecía adorable cuando su hijo hacía eso, pero no se lo diría pues en este momento estaba enojado con él, y tenía que imponer su autoridad.

──No hasta que te disculpes ──dijo, de brazos cruzados.

──No lo haré.

──Entonces consigue un consorte que sea tu prometida o prometido y talvez lo piense.

──¡Agh, mierda! ¡No haré algo así!

──No es tan difícil como crees, Damien. ¿Y qué tal si te comprometes  con la siguiente alma que cruce esa puerta?

Comentó, señalando la puerta de entrada de la casa.

──¡Pero que pendejada dices, papá! ¡No me voy a casar con el primer pendejo que cruce esa puerta! ¡Soy Damien Thorn, príncipe del infierno!

Satanás hizo oídos sordos a las quejas de su hijo y de pronto el timbre de la casa sonó. El rey del infierno sonrió de inmediato con eso y fue a abrir.

──Eh... ¿Hola?

──Hola, jovencito. ¿Se te perdió algo?

El diablo sonreía mucho. La verdad es que esto lo había planeado él.
Sabía que hacía tan solo una hora había cruzado al infierno un alma que, él creía importante para su hijo Damien.
Así que usando sus influencias y poderes infernales, básicamente guió los pies de esa alma directo a la puerta de su casa.

Dilema moral e infernal •|Dip|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora