Capítulo 9: Pintarlo de negro

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La lluvia caía a cántaros y había truenos afuera de la ventana, que iluminaban el cuarto oscuro con luz blanca cada vez que caían. El viento golpeaba la ventana con más fuerza y se podía apreciar como las gotas de agua cada vez más grandes caía sobre el jardín, destrozando cada rosa que atravesaba su camino. Era el ambiente perfecto para trazar un plan malvado. Colocándose sus audífonos, Martín dejó que The Clash alimentara su imaginación y, cuando las ideas comenzaron a fluir, tomó su cuaderno de física y en la parte de atrás anotó:


MISIÓN: TOMATES APESTOSOS

AVERIGUAR LAS COSAS QUE VALENTINO ODIA

DARLE LA INFORMACIÓN AL TOMATE

MIRAR Y REÍR


"¡Oh, bravo! Es el plan más original y mejor planificado de la vida. Nótese que era sarcasmo".

"Cállate tumor, no puedo hacer más hasta hablar con el papanatas de Valentino".

"¿Siquiera entiendes por qué haces esto? Ok, voy a ser la voz angelical en tu mente y a decir que lo que planeas es malvado".

"¡No lo escuches! Es un plan magnífico".

"¿Y ese quién es?".

"Acabas de crear una voz malvada solo para contradecirme a mí, la voz de la razón. Retomando lo que decía antes que cierto grosero me interrumpiera, ¿entiendes por qué haces esto? Quiero decir, estás consciente de que solo planeas esto porque te dan celos de que a Carter le guste Valentino y no tú".

—¡No es cierto! —se levantó enojado de la silla.

—¿Qué? —preguntó Zacarías mirándolo desde la puerta de la habitación mientras llevaba algunas rosetas de maíz a su boca y le dedicaba una mirada de fascinación a su hermano.

Asustado, Martín tiró de sus audífonos y se quedó frío con los brazos bien pegados a sus lados mientras el mayor se echaba a reír.

—¿Qué diablos estabas haciendo? —continuó su semejante, mientras lanzaba carcajadas.

—Nada —Se acercó a la mesa y cerró su cuaderno tratando de volver a tomar una postura natural— ¿Cuánto tiempo llevas ahí?

—Desde que empezaste a hacer muecas y movías la boca sin abrirla—Volvió su atención a su bowl lleno de palomitas tratando de contener la risa.

—Es que yo estaba... —Apretó los dientes— ¡Era la canción! Se llama "No es cierto" y la estaba tarareando en la mente, pero luego ya sabes... —Las mejillas le ardieron.

—Sí, yo sé —Levantó las cejas.

—¿Qué haces en mi habitación? Primero se debe tocar antes de entrar.

—Salgo en tres a la casa de los Alves. Si quieres que te lleve más te vale aterrizar —contestó Zacarías tratando de quitarle el cuaderno a Martín.

—Oye, eso no es tuyo —El chico tomó el cuaderno justo a tiempo y lo metió en su maleta.

—¿Qué? —se burló—, solo quiero ver que tienes ahí.

—Ejercicios de física que no vas a entender —Colocó la maleta en su espalda y caminó al lado de su hermano.

—Soy mayor que tú, por lo tanto, se supone que he visto esos ejercicios antes.

—¿Ah sí? A ver, dime la fórmula para encontrar la distancia.

Zacarías se quedó callado, viendo al techo y haciendo muecas.

Hortensias en la azoteaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora