Era un día nocturno, donde la luna llena brindo servicial su luz a la tierra. Este bosque era curioso, cuya zona era un lugar reconocido como el bosque de la muerte, no era tanto por la cantidad de personas que han muertos.
No, no por esas cosas ordinarias del mundo shinobi, era más que eso. Su leyenda era temida, después de todo, aquí inicio la leyenda de la aldea de la hoja, el principio de Hashirama y la voluntad de fuego. Y la historia del temido séptimo hokage, poseedor del zorro.
Quien estaba sentado sobre la rama de un árbol, el mismo que cabalgaba la hamaca que mitigo un poco aquella soledad que abrazo fuertemente su persona en el pasado. Aunque ciertamente, no sentía nada diferente.
—Padre.
Llamo un hombre semejante a él, su mirada curiosa recaía sobre sus hombros.
Una sonrisa se deslizo en el rostro del mayor, y su mirar reflejo una alegría triste.
—¿Qué deseas, hijo mío?
—¿Quién es Uzumaki Boruto? —pregunto el joven rubio. Fue directo al punto, no estaba de buen humor—. ¿Qué ha sido de esa persona?
No recibió repuestas.
Tan solo la mirada perdida de un anciano de más de 80 años.
—Él es tu hermano, se ha marchado y nos ha abandonado—contestó su pregunta—Nos dejó esta tierra mancillada, ya no recuerdo su rostro, de él solo veo un rostro borrado, solo evoco sus ojos azules.
El joven ni una palabra pronuncio, su expresión era enojada, sin embargo, no sabía si creer tal respuesta. Aunque su padre tuviera más de 80 años, ciertamente no aparentaba tener esa edad, parecía uno más de 50 años, sin lugar a dudas, más cansado y estresado, pero aparentando menos de lo que tiene realmente.
—¿Cómo puedo confiar en tus palabras? La tierra se está recuperando, gracias a los primordiales, o como así decidieron denominarse—Dijo el joven, le dio la espalda a su progenitor, y desvió la mirada hacia el cielo, al porvenir del sol—. Me han ofrecido la inmortalidad, y la he aceptado con gusto. Somos los últimos humanos, yo siento que ya era mi hora de abandonar lo humano que soy.
Una risa se oyó por el bosque, la vida apagada comenzó a desarrollarse lentamente, los pájaros cantaron un porvenir prometedor.
—Hijo mío, yo he dejado mi humanidad hace tiempo, he engañado a los bijuus, he falsificado mi muerte para protegerlos de mi—expreso con amargura, su voluntad estaba llegando al final—. Lo que ves de mí, no es más que una proyección de lo que alguna vez fui como hombre. Fue un precio a pagar para borrar a esos monstruos de la tierra.
Giro su cabeza, y movió sus pupilas en dirección al sol que anunciaba su llegada con gran fuerza. Su cuerpo transmuto en polvos dorados, el icor dorado de los dioses, la sangre de ellos.
—Tuve mis errores, traté de enmendarlo teniéndote a ti, hijo mío, verdadero sucesor del clan Uzumaki—continuo, no dándole importancia su final—. Si alguna vez, Uzumaki Boruto llega a este mundo, ten por seguro que será amenaza para la vida misma, para matar a esos Ootsutsuki se volvió como ellos, devoro vidas y consigo mismo se enfrentó a los monstruos, las cadenas serán mi última voluntad para proteger a este mundo, no importa si consigue romperlas, no mientras exista alguien que lo detenga.
El polvo dorado de su cuerpo está culminando el proceso, lo que alguna vez fue un hombre fue remplazado por múltiples cadenas doradas que se incrustaron al suelo y se escondieron para dividirse en mayor cantidad, para así proteger la vida de la maldad.
—Tu, y los siguientes porvenires serán los anuladores del primogénito.
Aquella última línea sentencio de este mundo y de los demás seres vivientes.
Un ojo zafiro oscuro observaba el mismo horizonte, el mismo lugar donde hablo por última vez con su padre hasta que la oscuridad lo consumió por completo.
En otro lado.
El sol llegaba, era su turno y recién comenzaba su trabajo. Todo, absolutamente todo ilumino con gran poderío y dominio a todas las formas de vidas.
Un humano, o lo que se suponía que era un humano se hallaba sentado sobre una piedra, con sus piernas arrodilladas tocando el duro material de la roca.
Detrás de este humano, una entidad observaba con severa calma. Indiferente a los seres vivos que habitaban en el entorno, solo mirando fijamente al humano.
—Los dioses sintoístas han comenzado a moverse —expreso taciturno. Sus ojos seguían en el mismo lugar, no obstante, su voz ancestral causo una reacción en el humano.
—Oh... es interesante, supongo—respondió el humano, cansado y lleno de pereza—. Los Uzumaki han de regresar, esta vez los dioses nos temerán como antaño.
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El legado de la profecía(Cancelado, remake: "El nieto de la profecía" )
FanficLa historia sigue a un hombre misterioso que se despierta en un bosque y descubre que está en un lugar desconocido, posiblemente en otro mundo. Lleva una armadura feudal similar a la de un samurái y tiene rasgos inusuales, como bigotes parecidos a l...