5: Confiar en la honestidad de una sonrisa

126 20 2
                                    

Cero días antes de ti, de mí; nosotros.

Febrero 10, 2014.

Felix se había acostumbrado a existir sin la más mínima intención de intentar vivir desde el momento en el que la primera aguja atravesó su piel, porque se resignó a esperar una muerte temprana. Quizás por eso se limitó con las personas. ¿Cómo podía ser tan egoísta y pedirles quererlo, si las iba a abandonar en cualquier segundo?

Felix no pudo haberse imaginado que encontraría a alguien a quien no le asustara eso.

Felix no supo qué era querer a alguien ajeno a su familia hasta que conoció a Hyunjin, el chico de la camilla cinco que sonreía por cualquier mínima cosa que le pasaba, el que le molestaba con tan solo poner un pie cerca de él; el chico que decidió meterse a su vida sin permiso con toda la intención de ponerla de cabeza.

Felix descubrió que él podía decidir ser feliz o no, gracias a Hyunjin. Y por eso le dolió infinitamente cuando lo vio en la cama de su habitación, cansado, solo, triste, sin la más mínima gota de alegría que, en algún momento, lo caracterizó.

«¿No cree tener esperanza ahora?».

Felix se ahorró cualquier comentario sobre el estado de Hyunjin y caminó hacia la cama en cuanto la señora Hwang se lo permitió.

—Hola —saludó con una pequeña sonrisa. Hyunjin abrió los ojos, despacio, y lo miró sin emitir sonido. Felix quiso huir, pero se lo prohibió. Hyunjin necesitaba de él, como Felix alguna vez lo hizo—. Yo... no sabía que vivías tan cerca. Tardamos solo unos veinte minutos en llegar. ¿No es gracioso? Pudimos reunirnos desde antes.

Hyunjin hizo el amago de una sonrisa.

—¿Hiciste que tu mamá te trajera solo para verme? —se burló.

—Ella quería ver a tu mamá también, de cualquier forma —le restó importancia—. ¿Desde cuándo no te levantas de allí?

—Me gusta estar aquí —confesó. Felix alzó una ceja—. Desde ayer en la noche. Tomaré un baño más tarde, no es necesario que me veas así de mal.

—Lo siento, es que por teléfono no podía olerte —bromeó, y Hyunjin le sacó la lengua—. ¿Puedo sentarme aquí? —dio unos golpecitos sobre la cama, cerca de donde estaban las piernas de Hyunjin—. Me cansa estar mucho tiempo parado.

—Solo no me aplastes. —Felix hizo una mueca y se sentó—. ¿Tienes las toxinas muy altas?

—Un poco —murmuró—. Mi próxima cita es en marzo, quizás hayan bajado para entonces. ¿Tú cuándo irás?

Hyunjin se encogió de hombros.

—No lo sé, están planeando mi traslado.

—¿Qué traslado?

—Los que ocurren cuando cumples quince, Felix —recordó. Felix formó una «o» con sus labios, y asintió.

—Lo recuerdo, a mí también me trasladarán este año, en octubre. ¿Crees que iremos al mismo hospital?

—No lo sé, ni siquiera sé si quiero seguir intentándolo más.

Felix frunció el ceño.

—¿Qué quieres decir con eso?

—Estoy cansado, Felix. Me siento hundido. No sé si tengo la fuerza para salir a la superficie. ¿Alguna vez te has sentido así?

—Sí, pero dejé de sentirme así cuando tú decidiste hacerte mi amigo de la nada —dijo tan rápido como entendió las palabras de Hyunjin—, así que deja de decir tonterías y hazte responsable de las consciencias. No puedes ser así de hipócrita, no conmigo.

Hyunjin hizo una mueca.

—¿Hipócrita? —murmuró—. Felix, yo no-

—¡Sí, sí lo eres! —interrumpió en un grito. Hyunjin se tensó—. Lo eres porque quieres rendirte cuando me obligaste a mí a no hacerlo. No me importa si te crees víctima del destino, escúchame bien, Hyunjin, porque voy a hacerte entender que no lo eres, aunque te empeñes en creer lo contrario.

—Felix, mierda, no-

—¡Cállate que no he terminado! —interrumpió de nuevo. Hyunjin cerró la boca—. Es mi turno de sacarte de ese... hundimiento estúpido, y tú vas a colaborar, porque no mereces estar ahí, porque aún debemos ir a comer esa tonta pizza, y porque... porque...

«Porque te necesito, Hyunjin».

—Felix, deja de llorar, lo entiendo, está bien, detente, por favor —Hyunjin suplicó mientras le tomaba las manos. Felix ni siquiera notó que había comenzado a llorar, pero no se detuvo cuando se percató. No quería.

—Tienes que prometer que harás todo por cuidarte mientras esperamos por tu donante —exigió—. Te ayudaré, nos ayudaremos, nuestras mamás también lo harán... Por favor, promételo. No te atrevas a dejarte así.

Hyunjin cerró los ojos y lo soltó. Felix no se inmutó.

—¿Me harás prometerlo aún si no existe la certeza de que haya un donante pronto?

—Incluso te haré cumplirlo aún así —juró—, porque no ganas nada sintiéndote mal todo el tiempo, ¿cierto?

Hyunjin sonrió.

Felix lo imitó.

—No creo tener la energía suficiente como sentirme mejor tan pronto, Felix —se quejó, pero su sonrisa no desapareció

—No importa, la tendrás poco a poco —aseguró en un suspiro—. Estarás bien.

—Gracias, Felix.

Felix miró los ojos oscuros de Hyunjin y ahí descubrió lo que se sentía tener miedo a perder a alguien que amaba.

Contrario a lo que pensó, no se paralizó en terror ni siquiera cuando se descubrió usando la palabra «amor» para referirse a Hyunjin.

Porque Hyunjin había decidido vivir.

Porque él también lo había hecho.

Y ninguno dejaría al otro caer.

El Chico de la Camilla Cinco | Hyunlix [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora