Epílogo

165 26 4
                                    

Para Lisz, quien me hizo sentir que podía publicar mi historia sin morirme en el intento.

Para Gaby, quien me devolvió las ganas de seguir escribiendo.

Y para quienes se sienten ajenos a su propia vida.

𖥸

2017.

Felix siempre pensó que tocar un sueño era tan imposible como hacer que Hyunjin dejara de llamar a la madrugada con la excusa de que, si él no podía dormir, entonces Felix tampoco. Por alguna razón, Felix se limitaba a quejarse; jamás hacía algo al respecto.

No porque no pudiese, sino porque no quería.

Felix creía que valía la pena hablar con Hyunjin hasta el amanecer sobre lo que harían si se ganaran la lotería; si se atrevían a robar el auto de alguna de sus mamás e iban a conducir hacia algún bosque cercano mientras comían gomitas e ignoraban el mundo a su alrededor; si vivieran en una monarquía de tres coronas en una península tan calurosa que los obligara a nadar en el mar todos los días; si se mudaran a una isla en donde el sol tardara meses en ocultarse.

A veces, Felix se sentía capaz de tocar las fantasías que lo acompañaban hasta en sus sueños, porque se sentían reales si Hyunjin era quien le ayudaba a construirlas.

Con el tiempo, la irritación a causa de ser despertado en la madrugada, fue reemplazada por una cálida presión centrada en su pecho. Felix no se asustó cuando entendió la razón del cambio, pero, aún así, había decidido pretender que sus sentimientos no existían.

Le funcionó... casi.

Una llamada lo despertó cerca de las cinco de la mañana un día. Esa vez no había sido Hyunjin, sino el médico que le pidió a su madre llevarlo al hospital porque, por fin, el transplante podía ser realizado.

En la prisa, Felix había olvidado su teléfono, por lo que le fue imposible no pensar en la manera en la que su corazón se calentaba cuando oía a Hyunjin hablar en la otra línea; en la forma que su cuerpo se paralizaba cuando estaban juntos, y en la calma que le entregaba tenerlo para sí.

Felix se vio obligado a admitir que había algo más que un flechazo, que un gusto pasajero, incluso se atrevió a pensar en estar enamorado... si tres años de haber sentido al sentimiento únicamente crecer podían significar algo. Quizás se debió a todo lo que Hyunjin le entregó incluso sin darse cuenta, quizás a todas sus atenciones, quizás a la forma en la que ocultaba su risa al reír o la manera en la que arrugaba la nariz cuando sus lentes no dejaban de resbalarse. Felix no estaba seguro de en qué momento la manera en la que veía a Hyunjin cambió, pero tampoco quiso rebuscar una respuesta.

Le gustaba Hyunjin y ya.

Lo aceptó el mismo día en el que su madre fue ingresada.

Ella estuvo con él luego de haber sido colocada en una habitación frente a la suya. Lo visitó para entregarle su teléfono, y Felix lo dejó a un lado como si quemara. Le pidió a la mujer que se quedara con él hasta que la cirugía diera inicio, más por el miedo de quedarse solo con su teléfono que por lo que fuese a ocurrir en el quirófano.

Los papales cambiaron cuando su madre tuvo que irse a sala.

Felix estaba más que aterrorizado. Quizás por eso se atrevió a encender el aparato. Buscó a Hyunjin de entre todas las personas que tenía registradas y lo llamó. Ni siquiera lo pensó, solo lo hizo, desesperado por recibir un consuelo. Hyunjin se lo dio. Le dijo con las palabras más dulces que Felix jamás había oído que todo estaría bien, y le creyó.

El Chico de la Camilla Cinco | Hyunlix [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora